Carta Pastoral con motivo de la ‘III Jornada Mundial de los Pobres’

(Publicado el sábado, 16 de noviembre de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

El 13 de junio de 2017, el papa Francisco hacía público un mensaje titulado “No amemos de palabra sino con obras”. Con él instituía la “Jornada mundial de los pobres” que, en su tercera edición, celebramos con el lema La esperanza de los pobres nunca se frustrará. Estas palabras del Salmo 9,19, nos dice el Papa que quieren devolver a los pobres la esperanza perdida a causa de la injusticia, el sufrimiento y la precariedad de la vida.

El Santo Padre describe con gran realismo las numerosas formas de nuevas esclavitudes a las que están sometidos millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños. Habla de las familias que se ven obligadas a abandonar su tierra para buscar una vida mejor; de huérfanos que han perdido a sus padres o que han sido separados violentamente de ellos; de jóvenes a los que se les impide el acceso al trabajo; de las víctimas de tantas formas de violencia, desde la prostitución hasta las drogas. No olvida el Papa a los millones de inmigrantes a los que se les niega la solidaridad y la igualdad. Tampoco olvida a los marginados y sin hogar que deambulan por las calles de nuestras ciudades.

Afirma el Papa que con frecuencia vemos a los pobres en los vertederos para encontrar algo que comer o con qué vestirse, sin que exista ningún sentimiento de culpa por parte de aquellos que son cómplices en este escándalo. Considerados generalmente como parásitos de la sociedad, a los pobres no se les perdona ni siquiera su pobreza. En vez de disminuir, aumentan cada día a pesar de las conquistas de la civilización.

Nos dice el Papa que la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha es una opción prioritaria que los discípulos de Cristo deben vivir para no traicionar la credibilidad de la Iglesia y dar esperanza efectiva a tantas personas indefensas. El compromiso de los cristianos, con ocasión de esta Jornada Mundial y en la vida ordinaria de cada día, debe conllevar un cambio de mentalidad para redescubrir lo esencial, acompañando a los pobres no por un momento cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga en el tiempo lleno de amor gratuito que no busca recompensa.

A los numerosos voluntarios, que tienen el mérito de ser los primeros en preocuparse de los pobres, les pide el Papa que crezcan en su dedicación, adivinando en cada pobre lo que él realmente necesita, a no detenerse ante la primera necesidad material, sino a ir más allá para descubrir sus necesidades espirituales, prestando atención a su cultura y a sus maneras de expresarse, y así poder entablar un verdadero diálogo fraterno. Les pide también que dejen de lado los factores ideológicos o políticos, mirándolos con la mano tendida y con amor.

Antes que nada, los pobres tienen necesidad de Dios. Los pobres se acercan a nosotros porque les distribuimos comida, pero lo que realmente necesitan va más allá del plato caliente o del bocadillo que les ofrecemos. Los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, nuestra presencia para superar la soledad. Necesitan amor. Muchas veces se requiere poco para devolverles la esperanza: basta con detenerse, sonreír, escuchar… Son hombres, mujeres y niños que esperan una palabra amistosa. Al encontrarnos con ellos, los acercamos a Jesucristo y nosotros descubrimos el rostro de Jesús.

La realidad de la pobreza en nuestro mundo compromete nuestra vida, con frecuencia demasiado cómoda. No nos quedemos paralizados o resignados, como si la pobreza en el mundo fuera un mal fatal contra el que no podemos luchar. Impliquémonos con generosidad sin poner condiciones.

La decisión del Papa de instituir una Jornada Mundial de los Pobres, que en este año llega a su tercera edición, quiere espolear nuestra conciencia un tanto adormecida y estimular nuestro compromiso. El próximo domingo, 24 de noviembre, celebraremos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. Sería bueno que entre ambos domingos la Vicaría para la Nueva Evangelización, Cáritas Diocesana y las Delegaciones Diocesanas más directamente concernidas organicen encuentros de solidaridad y ayuda concreta; que como signo de la realeza de Cristo, se invite a los pobres y a los voluntarios a participar conjuntamente en la Eucaristía de Cristo Rey, en el que recordaremos que la iglesia debe ser en el mundo “el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”.

Dios quiera que esta Jornada sea en un fuerte llamamiento a nuestra conciencia creyente para que comprendamos, como nos ha dicho más de una vez el papa Francisco, que los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio.

Para todos, y muy especialmente para los pobres y quienes viven cerca de ellos ayudándoles y sirviéndoles, mi saludo fraterno y mi bendición.


+ Juan Jose Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla
Continuar leyendo >>

Evangelio del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (Ciclo C)


Mc 13, 24-32. Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos.


En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre.


Comentario dominical del Padre Manuel María Roldán Roses, Cura Párroco de Santiago el Mayor, de Alcalá de Guadaíra.

Las Lecturas de este domingo siguen la línea escatológica del final del Año Litúrgico: el futuro definitivo de la historia de la humanidad. Los últimos tiempos los preparamos ya, desde ahora, especialmente con la celebración eucarística.

Jesús nos ha dicho que “el final de los tiempos no vendrá enseguida”. Ahora es el tiempo de dar testimonio, y no dejarse engañar por personas ni supuestos signos que anuncian la proximidad del fin.

El tiempo histórico que los cristianos están llamados a vivir viene marcado por las dificultades y contradicciones. La actitud requerida es la perseverancia. La fidelidad a Jesucristo debe ser total y continua, con la seguridad de que su ayuda no faltará. Por lo tanto, debemos mirar al futuro con serenidad y paz. La Palabra no nos quiere infundir angustia, sino animarnos a tener más confianza en Dios y serle fieles. La fatiga y las desgracias de la vida cotidiana han de ser una ocasión para ir madurando en nuestra fe y dar un testimonio de vida coherente en Jesús. Es decir, tomar el presente con seriedad (que no es sinónimo de tristeza ni miedo), para vivir en vigilancia pensando en el futuro sin descuidar el presente en todas sus dimensiones.
Continuar leyendo >>

Hoy, Santa Misa y Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

Continuar leyendo >>

Boletín informativo de noviembre de 2019

(Publicado el jueves, 14 de noviembre de 2019)

Continuar leyendo >>

Santa Misa y Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

(Publicado el domingo, 10 de noviembre de 2019)

Continuar leyendo >>

Carta Pastoral por el Día de la Iglesia Diocesana ‘Sin ti no hay presente. Contigo hay futuro’

(Publicado el sábado, 9 de noviembre de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos en este domingo, 10 de noviembre, el Día de la Iglesia Diocesana, jornada que nos recuerda a todos los fieles cristianos que, en virtud de nuestro bautismo, formamos parte del pueblo de Dios y de la comunidad fundada por nuestro Señor Jesucristo, a la que Él mismo quiso llamar Iglesia, es decir, asamblea santa, misterio de comunión y acontecimiento de gracia y salvación para todos los que pertenecemos a ella. Cada porción del pueblo de Dios, establecida en un territorio determinado y confiada a un obispo para que la apaciente con la colaboración de los presbíteros, es llamada Iglesia particular o Diócesis. En nuestro caso, la Archidiócesis de Sevilla es una Iglesia venerable por su antigüedad, por la abundancia de sus instituciones de servicio a nuestro pueblo, la riqueza de tantas vidas heroicas y los admirables frutos de santidad atesorados a lo largo de su historia más de diecisiete veces centenaria, de la que todos debemos sentirnos orgullosos.

En esta jornada se nos recuerda que, además de pertenecer a nuestra parroquia que nos transmite la fe, tenemos otra familia, nuestra Archidiócesis, seno materno en el que hemos sido engendrados como hijos de Dios y medio que nos une con Jesucristo y nos brinda la gracia santificadora de su Espíritu que actúa en la palabra de Dios y en los sacramentos. Ella nos permite vivir comunitariamente nuestra fe y nuestro compromiso cristiano.

La primera finalidad de esta jornada es acrecentar nuestra conciencia de familia y de pertenencia a la Iglesia que peregrina en Sevilla. En este domingo, hemos de dar gracias a Dios por pertenecer a este pueblo y a esta Iglesia y, sobre todo, hemos de rezar por nuestra Archidiócesis, por sus obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y fieles, para que cada día crezcamos en comunión con el Señor, en fidelidad a las respectivas vocaciones, en unidad y comunión fraterna y en compromiso apostólico y evangelizador. Hemos de pedirle también por nuestros Seminarios y que nos conceda muchas, santas y generosas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

Con ocasión de esta jornada, la Archidiócesis de Sevilla quiere renovar su compromiso de servicio a los fieles y a la sociedad sevillana. Para ello, cuenta con los obispos, la catedral y más de 260 parroquias servidas por cerca de 500 sacerdotes y 59 diáconos. Cuenta también con 34 conventos, con más de 400 monjas contemplativa, y en torno a 1500 religiosos y religiosas de vida activa que colaboran en el apostolado, la evangelización y el servicio a los pobres. Tiene además cerca de 4200 catequistas, más de 1500 profesores de Religión, numerosos grupos apostólicos, movimientos, hermandades y cofradías, además de los Seminarios diocesanos, la Curia, las Vicarías y Delegaciones, Cáritas y otras muchas obras sociales, docentes y caritativa

Todas estas instituciones, personas y servicios constituyen la estructura necesaria para llevar a cabo la misión salvadora que Jesucristo confió a su Iglesia. Mantener esta estructura exige medios económicos cuantiosos, para retribuir modestamente a los sacerdotes, garantizar el funcionamiento de los Seminarios y demás servicios diocesanos, servir a los pobres, construir nuevos templos y restaurar y conservar nuestro ingente patrimonio artístico y cultural. Lo saben bien los fieles que forman parte del Consejo de Economía o de los consejos parroquiales de asuntos económicos. Por ello, otra de las finalidades de esta jornada es solicitar la ayuda generosa de los fieles, pues como afirma uno de los lemas de esta jornada, la Iglesia necesita tu ayuda y tu compromiso económico.

Una forma de ayudar a la Iglesia es a través de la declaración de la renta, cada año al final de la primavera, asignando el 0,7% de nuestros impuestos a favor de la Iglesia católica. Otras formas loables son las donaciones directas, en forma de cuotas, suscripciones, donativos, legados o testamentos y siendo generosos en la colecta de este domingo, que tiene como destino la Archidiócesis.

Pido a los sacerdotes y religiosos con cura de almas que en esta jornada procuren explicar con sencillez a los fieles la naturaleza de la Iglesia particular, la misión del obispo y de los sacerdotes, la importantísima misión que cumplen los Seminarios y el peculiar servicio salvífico y sobrenatural que la Diócesis presta a los fieles. Les ruego además que expliquen el lema de la jornada, Sin ti no hay presente, contigo hay futuro, y que hagan con esmero la colecta.

Pidamos al Señor, por intercesión de nuestros Santos diocesanos y, sobre todo, de la Santísima Virgen de los Reyes, patrona de la Archidiócesis, que esta jornada contribuya a fortalecer nuestra conciencia de familia, a amar con sentimientos de gratitud filial a nuestra Archidiócesis, a crecer en actitudes de colaboración con ella, a asumir y aplicar el Plan Pastoral, que a todos nos compromete, y a valorar y sentir como algo muy nuestro todo lo diocesano.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.


+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla
Continuar leyendo >>

Evangelio del Domingo XXXII del Tiempo Ordinario (Ciclo C)


Lc 20, 27-38. No es Dios de muertos, sino de vivos.


En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer». Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».


Comentario dominical del Padre Manuel María Roldán Roses, Cura Párroco de Santiago el Mayor, de Alcalá de Guadaíra.

En este final del Año Litúrgico, la Palabra de Dios nos habla del final de los tiempos, de la resurrección que esperamos a los seguidores de Jesús, el Señor de la Vida.

En el evangelio de este domingo, Jesús nos muestra su visión de la vida eterna: el Padre nos tiene preparada una vida totalmente nueva después de la resurrección. Se trata -nada más y nada menos- de una participación en su misma Vida divina. Dios es un Dios de vivos, no de muertos.

Los cristianos confesamos en el Credo que creemos en la Vida futura. Esta fe se debe traducir en esperanza, que ilumina nuestra visión de la vida futura…, y de la presente. Estamos “de paso”, como peregrinos hacia la Patria futura y definitiva.

Ahora bien, creer y pensar en la Vida eterna futura no supone escapar de los compromisos de esta vida temporal. Más bien lo contrario: adelantar a este mundo el Reino de Dios. Debemos, eso sí, dar importancia a las cosas que de verdad la tienen, relativizando lo demás: la mayoría de las veces lo urgente no es lo importante.

Somos, pues, un Pueblo en marcha que tiene como meta el Reino de los cielos. Nos fiamos plenamente de Jesús, el Maestro.
Continuar leyendo >>

Crónica de la Función Conmemorativa del CXVII aniversario de la Sección y Besamanos de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano

(Publicado el martes, 5 de noviembre de 2019)

Con una solemne Función conmemorativa y el Besamanos de la Santísima Virgen de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, celebró la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, el CXVII aniversario de su Erección Canónica por el Arzobispado de Sevilla. 

En efecto, esta Sección se fundó con la Solemne Vigilia de adoración que tuvo lugar en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre del año 1902, en la Parroquia de Santiago el Mayor, siendo su primer presidente D. Paulino García Donas. Desde entonces, los hermanos han mantenido encendida la llama de su carisma: la adoración a Cristo, real y verdaderamente presente en las Sagradas Especies Eucarísticas, durante las horas del descanso. 

Al igual que se hizo en 2017, el Aniversario se ha celebrado con la misa vespertina del día 31, en cuyo anochecer comenzó la Solemne Vigilia inaugural en 1902, y la Función conmemorativa el día 1, festividad de Todos los Santos, en cuyo amanecer y con la Santa Misa, terminó aquella primera vigilia. Y para solemnizar aún más esta efemérides anual, se colocó en Besamanos a la Santísima Virgen para que los fieles pudieran rendirle filial homenaje. Porque, como dijo el Salesiano Padre Antonio, en la homilía de la misa vespertina “la Virgen es la primera de los santos y la que los preside a todos, Es la más santa de los santos…”. Y el Rvdo. Padre D. Juan Manuel Melgar, Director de la Casa Salesiana de la ciudad y Capellán del Monasterio de Santa Clara, donde reside actualmente la Sección, refirió en la homilía de la Función Conmemorativa que: “la Virgen es Reina de los Ángeles y por ello, lo es también de Todos los Santos; es Consolación para todos los que aún estamos aquí, en la tierra, aunque algún día aspiramos a ser también santos, con la ayuda de su Gracia…”

En esta ocasión, la Sagrada Imagen se encontraba colocada en el presbiterio, en el lado de la epístola, vestida de blanco, con un traje de tisú de plata, que, junto con la ráfaga de rayos que orla todo su contorno, resaltaba aún más su condición de “mujer vestida de sol…”, como la describe el Libro del Apocalipsis. Lucía en el pecho la cruz pectoral que en 2017 le regalara el Eminentísimo y Reverendísimo Fray Carlos Amigo Vallejo, Cardenal del Título de Santa María de Monserrat de los Españoles, y Arzobispo Emérito de Sevilla, que es, a la sazón Presidente Honorario de la Sección Alcalareña. Y un broche de oro regalado en 2014 por una devota con el anagrama del nombre de María, de traza modernista, en razón de que su familia procedía de Utrera y de Carmona, lugares en los que se honra como Patrona a la Santísima Virgen con esos dos Títulos: Consolación y Gracia. 

Por su parte, el Niño Jesús, lucía en su pecho un corazón orlado de ráfagas, todo ello dorado, en este año del Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, mientras que en su mano izquierda portaba el orbe rematado con la cruz, al que bendice con su manita derecha. 


La sección repartió, además, una estampa como recuerdo de este aniversario, en cuyo anverso aparece un primer plano del bellísimo rostro de la Santísima Virgen, para que los fieles puedan apreciar la dulzura que emana de tan Sagrada Imagen. 

Ambas celebraciones, misa vespertina y Función de Aniversario, estuvieron acompañadas por la afinadas voces de la Comunidad de Hermanas Clarisas, con un escogido repertorio, que solemnizó aún más las dos Eucaristías, finalizando en ambos casos con el Himno de la Virgen de los Ángeles, propio de la Orden Franciscana, que la venera como especial Protectora, por la vinculación de San Francisco de Asís, con la minúscula capillita de la Porciúncula, dedicada precisamente a Nuestra Señora de los Ángeles.




Redacción: N. H. A. D. Juan Jorge García García.
Fotografías: N. H. A. D. José Antonio López Martínez, N. H. A. D. Juan Jorge García García, N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
Continuar leyendo >>

Evangelio del Domingo XXXI del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

(Publicado el domingo, 3 de noviembre de 2019)


Lc 19, 1-10. El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.


Entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publícanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».


Comentario dominical del Padre Manuel María Roldán Roses, Cura Párroco de Santiago el Mayor, de Alcalá de Guadaíra.

En las Lecturas de este domingo aparece un mensaje de bondad y perdón por parte de Dios, que nos infunde la serenidad y confianza que todos necesitamos.

Jesús ha venido a buscar y a salvar a los pecadores. La conversión de Zaqueo es una reacción a la iniciativa de Jesús, que se acerca a él, se autoinvita a su casa (su intimidad) sin reprocharle sus pecados. Jesús no rechaza a nadie, sino que ofrece a todos la misericordia de Dios. Todos los que reconozcan su situación de lejanía y cambien de actitud reciben la salvación.

¿Somos nosotros de corazón misericordioso? Deberíamos tener un corazón más compasivo y clemente, como el de Dios. Eso conlleva ser acogedores, tolerar los defectos de los demás, no ser intransigentes con los fallos del prójimo, y no encerrarnos en nuestra “santidad”. Todo eso nos resultará más fácil si nos acordamos que también a nosotros nos dijo y nos dice continuamente el Señor en el camino de la vida: “… baja que hoy quiero hospedarme en tu casa”.
Continuar leyendo >>

Carta Pastoral ‘Noviembre, mes de los difuntos’

(Publicado el viernes, 1 de noviembre de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos la solemnidad de Todos los Santos y mañana la Conmemoración de los Fieles Difuntos, y no quiero que vaya adelante este mes, que en la piedad popular está dedicado a los difuntos, sin dedicar una de mis cartas semanales a quienes “nos han precedido en el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz”. El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 958) nos dice que “la Iglesia peregrina… desde los primeros tiempos del cristianismo, honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos, pues, `es una idea piadosa y santa orar por los difuntos para que sean liberados del pecado’ (2 Mac, 12,46)”.

La visita al cementerio y la oración por nuestros familiares, amigos y bienhechores difuntos, especialmente en el mes de noviembre, es en primer lugar una profesión de fe en la resurrección de la carne, en la vida eterna y en la pervivencia del hombre después de la muerte, uno de los artículos capitales del Credo Apostólico. Gracias a la resurrección del Señor, los cristianos sabemos que somos ciudadanos del Cielo, que la muerte no es el final, sino el comienzo de una vida más plena, feliz y dichosa, que Dios nuestro Señor tiene reservada a quienes viven con fidelidad su vocación cristiana y mueren en gracia de Dios y en amistad con Él.

Los sufragios por los difuntos, entre los que hay que contar también la mortificación y la limosna, son además una confesión explícita de nuestra fe en el dogma de la Comunión de los Santos y de nuestra convicción cierta de que los miembros de la Iglesia peregrina, junto con los Santos del Cielo y los hermanos que se purifican de sus pecados en el purgatorio, constituimos un pueblo y un cuerpo, el Cuerpo Místico de Jesucristo. Somos una familia, en la que todos nos pertenecemos, que participa de un patrimonio común, el tesoro de la Iglesia, del que forman parte los méritos infinitos de Jesucristo, todos los actos de su vida, muy especialmente su pasión, muerte y resurrección, y la oración constante de quien “vive siempre para interceder por nosotros” (Hebr 7,25). A este patrimonio precioso pertenecen también los méritos e intercesión de la Santísima Virgen y de todos los Santos, la plegaria de las almas del purgatorio y nuestras propias oraciones, sacrificios y obras buenas, que hacen crecer el caudal de caridad y de gracia del Cuerpo Místico de Jesucristo.

Los miembros de la Iglesia no somos islas. Todos, vivos y difuntos, estamos misteriosamente intercomunicados por lazos tan invisibles como reales. Todos nos necesitamos y podemos ayudarnos. “Como la Iglesia –nos dice Santo Tomás de Aquino- está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común”. De él todos podemos participar. Por ello, acudimos cada día al Señor y nos encomendamos a la Santísima Virgen, a los Santos y a nuestro ángel custodio. Del mismo modo, podemos y debemos encomendar la fidelidad y perseverancia en nuestros compromisos a la intercesión de las almas del purgatorio, a las que también nosotros podemos ayudar a aligerar su carga y a acortar la espera del abrazo definitivo con Dios, con nuestras oraciones, sacrificios y sufragios, singularmente con el ofrecimiento de la santa Misa. Como es natural, hemos de encomendar en primer lugar a nuestros seres queridos, familiares, amigos y conocidos, pero también a todas las almas del purgatorio, sobre todo, a aquellas que no tienen quienes recen por ellas o están más necesitadas.

En el último día de nuestra vida, en la presencia del Señor, conoceremos en qué medida las oraciones y sacrificios de otras personas por nosotros nos mantuvieron en pie y afianzaron nuestra vida cristiana. Entonces comprobaremos el valor salvífico de nuestra plegaria y de nuestras buenas obras para otros hermanos, cercanos o lejanos, conocidos o desconocidos. Entonces sabremos también cómo nuestra tibieza y nuestros pecados debilitaron el tesoro de gracia del Cuerpo Místico de Cristo, haciéndonos reos de los pecados ajenos, lo cual ya desde ahora debe estimularnos a afinar en nuestra fidelidad al Señor y en el cumplimiento de nuestros deberes.

Al mismo tiempo que os invito a encomendar, especialmente en este mes, a las benditas ánimas del purgatorio a la piedad y misericordia de Dios, entre las que seguramente tenemos familiares y amigos, os recuerdo con el papa Pío XII, en su encíclica Mystici Corporis, el misterio, que él llama “verdaderamente tremendo y que nunca meditaremos bastante”, que la salvación de un alma dependa de las voluntarias oraciones y mortificaciones de otros miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo. Este misterio sorprendente debe ser para todos una interpelación constante y una llamada apremiante a la santidad y a vivir con responsabilidad nuestra vida cristiana, pues muchos bienes en la vida de la Iglesia están condicionados a nuestra fidelidad.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Continuar leyendo >>

Hoy, Solemne Función en honor de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, en Acción de Gracias por el CXVII Aniversario Fundacional de la Sección




PLEGARIA A NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES


Hoy quiero cantarte, Señora de los Ángeles, 
Reina Soberana, Madre Celestial. 
Yo soy una alondra que ha puesto en ti su nido.
Viendo tu hermosura, te reza su cantar.

Luz de la mañana, María, templo y cuna, 
mar de toda gracia, fuego, nieve y flor. 
Puerta siempre abierta, rosa sin espinas, 
yo te doy mi vida, soy tu trovador.

Salve, surco abierto donde Dios se siembra. 
Te eligió por madre Cristo el Redentor. 
Salve, esclava y reina, Virgen nazarena, 
casa, paz y abrazo para el pecador.

Luz de la mañana, María, templo y cuna, 
mar de toda gracia, fuego, nieve y flor. 
Puerta siempre abierta, rosa sin espinas, 
yo te doy mi vida, soy tu trovador.


Letra y música: Rvdo. D. Cesáreo Gabaráin Azurmendi (q. e. p. d.)
Continuar leyendo >>

A la venta los décimos del Sorteo Extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional

Como siempre, cada décimo se venderá a 23 €, de los cuales 3 € serán en concepto de colaboración con nuestr
a Sección Adoradora Nocturna.

Con este donativo podemos llevar a cabo muchos de los actos que organizamos durante el año, entre otros fines, porque, con cada pequeña aportación, logramos hacer mucho.

Y además, siempre está la ilusionante posibilidad de que nos sonría la suerte y el número salga premiado, como ha sucedido en alguna ocasión.
Continuar leyendo >>