Fue realizado en 2021 por el orfebre D. Juan Lozano Pérez, de la vecina localidad de Dos Hermanas, y se estrenó en septiembre de aquel mismo año en la Solemne Función celebrada en el Monasterio de Santa Clara con motivo de la fiesta litúrgica de la Exaltación de la Santa Cruz.
El relicario mide en total 59 centímetros, estando formado por dos partes: la superior es una cruz de dos caras, inspirada en un modelo del siglo XIX, y un pedestal cónico, con diversas molduras repujadas. En un hueco practicado en el crucero de la cruz, se alberga la cajita que contiene el medallón o teca que, a su vez, contiene el Santo Lignum Crucis. La cajita tiene cristal por sus dos frentes, rodeados de un resplandor circular, para que por el anverso pueda venerarse el Santo Leño y por el reverso se contemple el escudo impreso en el lacre rojo que garantiza la inviolabilidad del medallón; escudo que se corresponde con el de Monseñor Basilio Matranga, Arzobispo de Achrida en 1742, fecha en la que se extrajo la Sagrada Astilla de la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, y que, lógicamente, corresponde también con el que está grabado en el pergamino de la auténtica, que acompaña a tan Sagrada Reliquia. En los planos plateados de la cruz de orfebrería se ha colocado, por ambas caras, otra más estrecha, en madera oscura, para resaltar así la simbología del conjunto.
PEANA PARA LA CUSTODIA
Fue realizada en 2008 en los talleres de carpintería de la Asociación A.F.A.R.
Fue dorada y decorada por nuestro hermano adorador D. Joaquín Pérez Recacha (q. e. p. d.), que pintó, con gran maestría, motivos eucarísticos en cada ménsula: espigas y racimos de uvas. Asimismo, colocó sendas cabezas de querubines en las ochavas delanteras de la base que soporta el viril. Todo el conjunto está rematado en la parte superior por el anagrama de Nuestro Señor "IHS", en caracteres de color rojo.
CANDELABROS
Se trata de una pareja de candeleros neogóticos, de muy bella factura y gran tamaño (115 cm), realizados en bronce dorado.
La base, triangular, lleva en cada una de sus caras unos bellos grabados, estando enriquecidas sus aristas con sendas molduras al aire. El cuerpo principal es un esbelto fuste formado por una columna compuesta por varios baquetones adosados, al modo que lo hacen en arquitectura los pilares de los templos del estilo gótico. Este fuste se ve enriquecido en su parte media por unas capillas adosadas, soportadas por mensulillas y rematadas por pequeños pero esbeltos pináculos. La parte superior tiene un hermoso platillo hexagonal, enriquecido con una crestería de arcadas goticistas, que caen verticalmente de dicho platillo, sobre el que va el mechero para el cirio.
Se estrenaron en el Triduo de Desagravio en carnaval de 2024, iluminando a la bendita imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Proceden de un anticuario, de la zona norte de España, tratándose de una ofrenda al Señor por parte de unas personas devotas.
REPOSTEROS
Fueron realizados por D. Juan Jorge García García en 2010 sobre tejido adamascado de color marrón (color característico de la Orden Franciscana) circundado por sendos galones color oro. Ambos reposteros combinan técnicas mixtas de pintura sobre tisúes de oro y plata, formando un bellísimo efecto. La confección corrió a cargo de las Hermanas Clarisas.
El primero que se realizó fue el que representa el escudo de la Orden Franciscana. El motivo elegido está sacado de un grabado del siglo XVII en el que aparece dicho escudo inscrito en una cartela apergaminada, rematada por corona real antigua. De la misma, rodeando la cartela, cae el cordón franciscano. En el gran óvalo central aparece el consabido escudo de la Orden, presidido por la cruz arbórea y los brazos cruzados de Cristo y San Francisco de Asís, mostrando ambas manos los estigmas de la crucifixión. Los brazos surgen de una nube. En el centro de la misma, en cartela cuadrangular, figuran las cinco llagas.
El segundo repostero representa el anverso de la Medalla de la Sección.
El primero que se realizó fue el que representa el escudo de la Orden Franciscana. El motivo elegido está sacado de un grabado del siglo XVII en el que aparece dicho escudo inscrito en una cartela apergaminada, rematada por corona real antigua. De la misma, rodeando la cartela, cae el cordón franciscano. En el gran óvalo central aparece el consabido escudo de la Orden, presidido por la cruz arbórea y los brazos cruzados de Cristo y San Francisco de Asís, mostrando ambas manos los estigmas de la crucifixión. Los brazos surgen de una nube. En el centro de la misma, en cartela cuadrangular, figuran las cinco llagas.
El segundo repostero representa el anverso de la Medalla de la Sección.