Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

(Publicado el viernes, 30 de diciembre de 2016)

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía de la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento celebrará en el día de hoy, en el Convento de Santa Clara, VIGILIA DE ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO.

La REUNIÓN PREVIA para prepararla tendrá lugar a las siete de la tarde.

A las siete y media de la tarde, se celebrará la SANTA MISA, que será cantada por la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara. En el Memento de Difuntos se recordará a Sor Ángela Peñacoba (q.e.p.d.), Hija de la Caridad, fallecida el pasado 7 de diciembre.

Al término de la Eucaristía, el sacerdote hará Exposición Mayor de Su Divina Majestad.

Posteriormente, se rezarán las Vísperas, la Oración de presentación de Adoradores y el Oficio de Lectura.

Tras un tiempo de silencio y reflexión personal, rezaremos el Santo Rosario y las Preces Expiatorias.

Terminadas las Preces Expiatorias, rezaremos Completas junto a la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara.

A las diez y media de la noche concluirá este culto con el Rito de despedida del Santísimo Sacramento.

NOTA.- Todos los adoradores y adoradoras deben portar la medalla y/o la insignia.
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Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

(Publicado el lunes, 26 de diciembre de 2016)

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía de la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento celebrará el próximo viernes, 30 de diciembre, en el Convento de Santa Clara, VIGILIA DE ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO.

La REUNIÓN PREVIA para prepararla tendrá lugar a las siete de la tarde.

A las siete y media de la tarde, se celebrará la SANTA MISA, que será cantada por la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara. En el Memento de Difuntos se recordará a Sor Ángela Peñacoba (q.e.p.d.), Hija de la Caridad, fallecida el pasado 7 de diciembre.

Al término de la Eucaristía, el sacerdote hará Exposición Mayor de Su Divina Majestad.

Posteriormente, se rezarán las Vísperas, la Oración de presentación de Adoradores y el Oficio de Lectura.

Tras un tiempo de silencio y reflexión personal, rezaremos el Santo Rosario y las Preces Expiatorias.

Terminadas las Preces Expiatorias, rezaremos Completas junto a la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara.

A las diez y media de la noche concluirá este culto con el Rito de despedida del Santísimo Sacramento.

NOTA.- Todos los adoradores y adoradoras deben portar la medalla y/o la insignia.
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Santa Misa Vespertina de la Natividad del Señor

(Publicado el sábado, 24 de diciembre de 2016)

En  la tarde de hoy nuestra Sección Adoradora dará la bienvenida en el Convento de Santa Clara a un nuevo tiempo litúrgico, la Navidad, asistiendo a la celebración de la SANTA MISA VESPERTINA DE LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO a las seis y media de la tarde. Por tanto se suprime la misa de las siete y media.

A su término, el sacerdote expondrá para la adoración de los fieles la Sagrada Imagen del Santísimo Niño Jesús, que ha sido bajado de la mano de su Bendita Madre, Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, y entronizado en el centro del presbiterio, justo delante del Altar Mayor.

En la mano izquierda de la Santísima Virgen se han colocado tres azucenas simbolizando su triple virginidad: antes del parto, durante el parto y después del parto.




La felicitación ha sido realizada por N.H.A.D. Juan Escamilla Martín.
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Ya a la venta los décimos del Sorteo Extraordinario de la Lotería del Niño

(Publicado el viernes, 23 de diciembre de 2016)

La Sección ha puesto a disposición de todos aquellos que deseen colaborar, décimos para el Sorteo Extraordinario de la Lotería del Niño.

Como siempre, cada décimo se venderá a 23 € de los cuales 3 € serán en concepto de colaboración con nuestra Archicofradía.

Gracias a esta colaboración podemos llevar a cabo muchos de los actos que organizamos durante el año entre otros fines, porque, con cada pequeña aportación, logramos hacer mucho.

Y además, siempre está la ilusionante posibilidad de que nos sonría la suerte y el número salga premiado.

Gracias a todos por vuestra colaboración.
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Carta pastoral ‘Feliz y Santa Navidad’

Queridos hermanos y hermanas:

asenjo_oficial_2010_pm_web“Hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2,11). Este anuncio que escucharon los pastores en la primera Nochebuena conserva inalterado su frescor veinte siglos después. Es para ellos, los pastores, para nosotros y para el mundo entero. Es un anuncio de esperanza que el ángel de la Navidad nos repite un año más.

Pero yo me pregunto: ¿Tiene todavía sentido un Salvador para el hombre del tercer milenio? ¿Es necesario un Salvador para el hombre que ha alcanzado la luna, que ha vencido múltiples enfermedades, el hombre autosuficiente que, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, ha convertido la tierra en una aldea global?

Los éxitos de la humanidad son reales, pero no del todo. En este tiempo de consumismo desenfrenado en el primer mundo, en el submundo de los países del sur mil quinientos millones de hombres y mujeres padecen hambre y sed y viven cercados por la enfermedad, el analfabetismo y la pobreza. Otros son esclavizados, explotados y ofendidos en su dignidad, discriminados o perseguidos por razones políticas o religiosas.

En esta hora se multiplican las acciones terroristas, el aborto y crece el drama de los inmigrantes y refugiados en una época en la que se nos llena la boca hablando de progreso, paz y solidaridad. En nuestro mundo, y entre nosotros, son millones los hombres y mujeres que no tienen trabajo, mientras crece el número de jóvenes desesperanzados sumidos en el nihilismo y el hastío, a veces esclavizados por el alcohol o las drogas.

En medio de este claroscuro, en el que puede dar la sensación de que el mal supera al bien, la Iglesia nos anuncia de nuevo esta magnífica noticia: que la Palabra se ha hecho carne, y ha acampado entre nosotros (Jn 1,14), que ha aparecido en nuestro mundo “la luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Jn 1, 9), que “ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres” (Tit 2,11). En esta Navidad, Cristo viene de nuevo a los  suyos y a quienes lo acogen les da “poder de ser hijos de Dios”.

 Por ello, cantamos al Señor un cántico nuevo, tocamos para Él la cítara y le vitoreamos con clarines y al son de trompetas. No es para menos, puesto que a pesar de tantos signos de progreso, los hombres y mujeres de hoy experimentamos la soledad y la angustia, el dolor físico o moral, la enfermedad y la muerte. Por ello, necesitamos más que nunca un Salvador, el único Salvador, enviado por el Padre de las misericordias que permite el sacrificio de su Hijo unigénito para salvar también al hombre de hoy.

La mayor parte de nuestros contemporáneos viven lejos de Jesucristo. Les ocupan sus trabajos, intereses y negocios. Tal vez también nosotros vivimos en el enredo de nuestros pensamientos y compromisos. Salgamos de una vez de la espiral de nuestro atolondramiento. Marchemos a Belén, hacia ese Dios que se hace Niño y sale a nuestro encuentro en esta Navidad para hacernos partícipes de su plenitud, para ofrecernos la salvación y la gracia, para compartir con nosotros su vida divina.

Acojámosle en nuestro corazón y en nuestra vida. Es un Dios que nos ofrece su salvación, que nos ama hasta el extremo, que quiere tener una relación cálida con nosotros, que espera nuestro amor y que en esta Navidad quiere que le abramos de par en par las puertas de nuestros corazones y de nuestras vidas, para salvarlas, para dignificarlas, para llenarlas de plenitud y sentido, para hacernos experimentar la verdadera alegría de la Navidad, que no radica en los regalos, el consumismo o el derroche de estos días. Nace de la conciencia pura y del encuentro con el Señor y la amistad con Él.

“Nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,11). Esta es la buena noticia que debemos transmitir a nuestros familiares y amigos, como lo hicieron los ángeles con los pastores, como lo hicieron estos con todos los que encontraban a su paso, al tiempo “que daban gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído” (Lc 2,19). Por ello, la Navidad es también una llamada al compromiso evangelizador,  a transmitir a los demás la buena noticia del amor de Dios, ese amor inaudito, incondicional, gratuito y misericordioso que hemos encontrado en Jesucristo.

“Cristo ha nacido para nosotros, venid, a adorarlo”, nos grita la liturgia de estos días. Que busquemos ratos largos de adoración y de oración contemplativa. Que admiremos y agradezcamos el prodigio, el misterio del Emmanuel, el Dios con nosotros.

Que esta Navidad nos haga a todos testigos del amor de Dios, de la esperanza, y la alegría que anunciaron los ángeles en la primera Nochebuena y que yo deseo a todos los fieles de la Archidiócesis. Para todos le pido la gracia y la paz que el Señor ha traído al mundo con su nacimiento.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Santa Misa de la Misión Popular

(Publicado el sábado, 17 de diciembre de 2016)

Hoy, a las siete y media de la tarde, nuestra Sección Adoradora asistirá a la SANTA MISA DE LA MISIÓN POPULAR que se celebrará en la Parroquia de Santiago el Mayor, y que oficiará el Rvdo. Sr. Cura Párroco D. Manuel María Roldán Roses.
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Carta pastoral ‘Preparemos de verdad la Navidad’

(Publicado el viernes, 16 de diciembre de 2016)

Queridos hermanos y hermanas:

asenjo_oficial_2010_pm_webEstamos ya en las vísperas de la Navidad. En las semanas previas, los Ayuntamientos han ido adornando las calles y los comerciantes sus escaparates. Las familias han hecho acopio de todo lo que necesitarán para las cenas o comidas familiares. Más de uno habrá previsto ya los desplazamientos en estos días para celebrar la Navidad con sus seres queridos.

Pero no todos la preparamos de la misma manera. Depende de lo que cada uno entendamos por Navidad. Para unos son simplemente las fiestas del solsticio de invierno o una pausa necesaria en nuestras actividades. Para nosotros los cristianos la Navidad es otra cosa. En estos días recordamos y actualizamos místicamente en la liturgia la irrupción del Verbo en nuestra historia y su nacimiento en la cueva de Belén.

En esos días celebramos que la Palabra eterna del Padre de nuevo se hace carne y planta su tienda entre nosotros (Jn 1,14), para hacernos partícipes de su plenitud, para ofrecernos la salvación y la gracia, para compartir con nosotros su vida divina. Este es el misterio inefable que en tantas ocasiones queda reducido al sentimentalismo, a las perspectivas cultural, folclórica o costumbrista de unas fiestas entrañables de las que rozamos sólo la periferia, sin entrar en el hondón del misterio, sin postrarnos de rodillas para exclamar despacio y muchas veces “Dios se ha hecho hombre”, “Dios se ha encarnado por mí”.

Para prepararnos a celebrarlo, me permito sugeriros algunas pautas. La primera, que no nos dejemos seducir por el consumismo y el derroche. Diversas instancias mediáticas, hace ya varias semanas, tratan de convencernos para que hagamos tal o cual escapada, compremos este o aquel perfume, tales o cuales bebidas o regalos. Ante este avasallamiento hemos de mantener la mente fría y buscar un discernimiento certero. Casi nada de lo que se nos ofrece lo necesitamos. Por otra parte, los gastos inmoderados, las comidas copiosas y los manjares caros son siempre un insulto para los pobres. ¿No podríamos contentarnos con cenas o comidas más sencillas y regalos más modestos para compartir lo que ahorramos con los necesitados? Por otra parte no podemos dejarnos llevar por la ostentación, ni por el prurito de hacer lo que hacen los demás.

Nuestra preparación para la Navidad debe ir por otros derroteros, de índole eminentemente espiritual. El Señor que nace de nuevo en esta Navidad, debe nacer ante todo en nuestros corazones y en nuestra vida. Abrámosle de par en par las puertas de nuestra alma por los caminos de la oración más intensa, la mortificación y una buena confesión. Sólo en el encuentro con el Señor encontraremos la alegría connatural a estas solemnidades. La raíz profunda de nuestra alegría es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Todo lo demás es insignificante ante la luz de su presencia y la belleza de los dones que nos trae. Con el Señor no hay temor, ni tristeza, ni miedo, ni inseguridad. Él nos conoce, nos comprende y acompaña. Él nos perdona siempre. La alegría de sentirnos perdonados no es comparable con el placer que nos brindan las cosas materiales que con tanta profusión en estos días nos sugieren los reclamos publicitarios. El sentirnos queridos, amados, defendidos y acompañados por el Dios fuerte y leal nos proporciona la paz que el mundo no puede dar.

Preparémonos, pues, intensamente a recibirle. Apresurémonos a limpiar las estancias de nuestro corazón. Rompamos las ataduras que nos esclavizan y que merman nuestra libertad para seguir al Señor con un corazón limpio. En los instantes finales del Adviento no tenemos tiempo que perder. Nos lo pide la liturgia de estos días mostrándonos a Santa María de la O, la Virgen de la Esperanza, como el mejor modelo del Adviento. Que ella, que preparó su corazón como nadie para recibir a Jesús, nos ayude a prepararnos para el encuentro con su Hijo, que viene dispuesto a colmarnos de dones, a convertir y transformar nuestra vida, a robustecer nuestra fe y nuestro testimonio ante mundo de que es Él nuestra única posible plenitud.

 

En Navidad, el Señor nacerá en nosotros en la medida en que estemos dispuestos a acogerlo en nuestros hermanos, en los enfermos, en los ancianos que viven solos, en los parados y en las víctimas de la crisis. Comencemos ya desde hoy a descubrir el rostro del Señor en aquellos con los que él especialmente se identifica. Él, además de asumir y dignificar la naturaleza humana con su encarnación y nacimiento, ha querido compartir con nosotros su naturaleza divina. Qué razón tan poderosa en estos días y siempre para entregarnos a nuestros hermanos, para perdonar, para renovar nuestra fraternidad, para compartir con los pobres nuestros bienes, y lo que es más importante nuestras personas, nuestro afecto y nuestro tiempo. Que nuestro encuentro con el Señor en esta Navidad nos ayude a encontrarnos también con nuestros hermanos.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz y santa Navidad.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

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Santa Misa de la Misión

(Publicado el lunes, 12 de diciembre de 2016)

El próximo sábado, 17 de diciembre, a las siete y media de la tarde, nuestra Sección Adoradora asistirá a la SANTA MISA que se celebrará en la Parroquia de Santiago el Mayor con motivo de la Misión Popular, y que será oficiada por el Rvdo. Sr. Cura Párroco D. Manuel María Roldán Roses.
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Retiro de Adviento de la Adoración Nocturna de la Diócesis de Sevilla

El próximo sábado, día 17 de diciembre, a las 11 de la mañana, nuestra Sección participará en el RETIRO DE ADVIENTO que el Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna Española de Sevilla celebrará en su sede canónica de la Iglesia de San Hermenegildo, sita en la calle Muñoz León, 6.

La dirección espiritual de este retiro estará a cargo del Ilmo. Sr. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Archidiócesis de Sevilla, Director Espiritual y Consiliario de la Adoración Nocturna Diocesana, y constará del siguiente orden:
  • Exposición de Su Divina Majestad.
  • Meditación de las lecturas de Adviento.
  • Santa Misa.
¡ NO FALTES, JESÚS TE ESPERA !
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II Reunión formativa de la Misión Parroquial

(Publicado el sábado, 10 de diciembre de 2016)

Hoy sábado, 10 de diciembre, a las seis de la tarde, tendremos en el Convento de Santa Clara la II REUNIÓN FORMATIVA DE LA MISIÓN PARROQUIAL en el locutorio de las monjas, junto al patio.

Es preciso llevar consigo el libro "Misiones Populares: Formarnos para la Misión", editado por la Vicaría Episcopal para la Nueva Evangelización de la Archidiócesis de Sevilla, y que fue repartido a todos los fieles de manos del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Santiago Gómez Sierra, Obispo Auxiliar de Sevilla, en la Misa de Inicio de la Misión en la Parroquia de Santiago el Mayor el pasado 29 de octubre.

Este mes trataremos el tema "La misión popular: respuesta a la Nueva Evangelización".

Recordamos que el templo no abre hasta las siete de la tarde aproximadamente. Por tanto, quien desee asistir deberá acceder al Convento por la calle Alcalá y Orti, 39.
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Vigilia de Adoración a Jesús Sacramentado

Hoy sábado, 10 de diciembre, celebraremos en el Convento de Santa Clara VIGILIA DE ADORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO.

La reunión previa para preparar la Vigilia será a las siete de la tarde en el locutorio de las monjas, junto al patio.

A las siete y media de la tarde, celebraremos la Santa Misa, que será cantada por la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara. A su término, el sacerdote hará Exposición Mayor de Su Divina Majestad.

Posteriormente, se rezarán las Vísperas, la Oración de presentación de Adoradores y el Oficio de Lectura.

Tras un tiempo de silencio y reflexión personal, rezaremos el Santo Rosario y las Preces Expiatorias.

Terminadas las Preces Expiatorias, rezaremos Completas junto a la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara.

Alrededor de las diez y media de la noche concluirá este culto con el Rito de despedida del Santísimo Sacramento.

NOTA.- Todos los adoradores y adoradoras deben portar la medalla y/o la insignia.
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‘Alegraos porque el Señor está cerca’. Carta pastoral de Mons. Asenjo

(Publicado el viernes, 9 de diciembre de 2016)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca”. Con estas palabras de san Pablo (Fil 4,4-5), se inicia la Eucaristía de este Domingo III de Adviento, conocido como Domingo “Gaudete” o Domingo de la alegría. En las dos semanas anteriores, la Iglesia nos ha invitado a la interioridad, a la conversión, a la penitencia y al encuentro con nosotros mismos como camino para encontrarnos también con el Señor que viene. En los umbrales de la tercera semana de Adviento, cuando faltan trece días para la Nochebuena, la liturgia, con fina pedagogía, hace un alto en el camino para animarnos y sostener nuestro esfuerzo en el camino de la penitencia y de la conversión del corazón. Por ello, nos dice con san Pablo: “Estad siempre alegres” (1 Tes 5,16).

En la primera lectura de este domingo, el profeta Isaías anuncia a los israelitas desterrados en Babilonia que la opresión va a terminar, que el Señor inundará de alegría los corazones angustiados porque va a comenzar una etapa de perdón y salvación. La pena y la aflicción acabarán. Los hijos de Israel volverán cantando con una alegría inenarrable y desbordante (Is 61,10-11). Es la misma alegría a la que hoy nos invita la liturgia ante la inminencia de la Navidad, porque el objeto de nuestra espera es Dios mismo que viene a salvarnos, a liberarnos del pecado, a curar nuestras enfermedades, a reconciliarnos con Él y entre nosotros. La esperanza del don que vamos a recibir, de la visita que el mismo Dios nos va a hacer por medio de su Hijo Jesucristo, anticipa ya la alegría que se acrecentará con su llegada.

Nuestra alegría no se cifra en las compras, los regalos, las vacaciones o las reuniones familiares propias de los días de Navidad. La raíz profunda de nuestra alegría es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Todo lo demás es secundario y no admite parangón ante la luz de su presencia y la belleza de los dones que nos trae. Con el Señor no hay temor, ni tristeza, ni llanto, ni dolor, ni miedo, ni inseguridad. Él nos conoce por nuestro nombre, nos comprende, acompaña y guía por medio de su Espíritu. Él nos perdona siempre, sin rastro de resentimiento. La alegría de sentirnos perdonados y poder comenzar de nuevo no es comparable con los placeres efímeros que nos brindan las cosas materiales y que en estos días nos sugieren los reclamos publicitarios. El sentirnos queridos, amados, defendidos y acompañados por el Dios fuerte y leal, omnipotente y amigo de los hombres, nos proporciona la paz que el mundo no puede dar.

Preparémonos, pues, intensamente a recibirlo. Apresurémonos a limpiar y a agrandar las estancias de nuestro corazón para que viva en nosotros y sea el único Señor de nuestras vidas. Rompamos las ataduras que nos esclavizan y las imperfecciones que nos atenazan, que enfrían nuestro amor a Dios y que merman nuestra libertad para seguir al Señor con un corazón limpio e indiviso.

En la vida ordinaria, cuando nos preparamos para un gran acontecimiento, en los últimos días redoblamos el esfuerzo para que todo esté a punto. Otro tanto nos pide la liturgia en esta segunda parte del Adviento mostrándonos a María, Ntra. Sra. de la O, la Virgen de la espera y la esperanza, como el mejor modelo del Adviento. Con cuánto amor dispondría su corazón para recibir a Jesús, con cuánto cariño prepararía los pañales antes de partir para Belén. Con cuánto amor limpiaría con José la cueva y el pesebre. Que ella nos ayude a prepararnos para el encuentro con su Hijo, que viene dispuesto a colmarnos de dones, a convertir nuestra vida, a robustecer nuestra fe y nuestro testimonio ante el mundo de que Él es el centro de la humanidad, el verdadero gozo del corazón humano y la plenitud total de sus aspiraciones.

El Señor nacerá en nosotros en la medida en que estemos dispuestos a acogerlo en nuestros hermanos, en los enfermos, los ancianos abandonados, los transeúntes, los inmigrantes, los parados y sus familias, que tanto están sufriendo como consecuencia de la crisis económica. Comencemos ya desde hoy a descubrir en ellos el rostro del Señor. Él, además de asumir y dignificar la naturaleza humana con su encarnación y nacimiento, ha querido compartir con nosotros su naturaleza divina. Qué razón tan poderosa para entregarnos a nuestros hermanos, hijos de Dios como nosotros, para perdonar, para renovar nuestra fraternidad, para compartir con los pobres nuestros bienes y lo que es más importante nuestras personas, nuestro afecto y nuestro tiempo. Si así lo hacemos, constataremos que es verdad que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35) y experimentaremos la alegría inmensa, recrecida y rebosante que nace también del encuentro cálido y generoso con nuestros hermanos.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Vigilia de Adoración a Jesús Sacramentado

(Publicado el miércoles, 7 de diciembre de 2016)

El próximo sábado, 10 de diciembre, celebraremos en el Convento de Santa Clara VIGILIA DE ADORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO.

La reunión previa para preparar la Vigilia será a las siete de la tarde en el locutorio de las monjas, junto al patio.

A las siete y media de la tarde, celebraremos la Santa Misa, que será cantada por la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara. A su término, el sacerdote hará Exposición Mayor de Su Divina Majestad.

Posteriormente, se rezarán las Vísperas, la Oración de presentación de Adoradores y el Oficio de Lectura.

Tras un tiempo de silencio y reflexión personal, rezaremos el Santo Rosario y las Preces Expiatorias.

Terminadas las Preces Expiatorias, rezaremos Completas junto a la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara.

Alrededor de las diez y media de la noche concluirá este culto con el Rito de despedida del Santísimo Sacramento.

NOTA.- Todos los adoradores y adoradoras deben portar la medalla y/o la insignia.
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II Reunión formativa de la Misión Parroquial

El próximo sábado, 10 de diciembre, a las seis de la tarde, tendremos en el Convento de Santa Clara la II REUNIÓN FORMATIVA DE LA MISIÓN PARROQUIAL en el locutorio de las monjas, junto al patio.

Es preciso llevar consigo el libro "Misiones Populares: Formarnos para la Misión", editado por la Vicaría Episcopal para la Nueva Evangelización de la Archidiócesis de Sevilla, y que fue repartido a todos los fieles de manos del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Santiago Gómez Sierra, Obispo Auxiliar de Sevilla, en la Misa de Inicio de la Misión en la Parroquia de Santiago el Mayor el pasado 29 de octubre.

Este mes trataremos el tema "La misión popular: respuesta a la Nueva Evangelización".

Recordamos que el templo no abre hasta las siete de la tarde aproximadamente. Por tanto, quien desee asistir deberá acceder al Convento por la calle Alcalá y Orti, 39.
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Carta pastoral ‘Bendita sea la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María’

(Publicado el viernes, 2 de diciembre de 2016)

Queridos hermanos y hermanas:

asenjo_oficial_2010_pmCon estas palabras inician la sabatina muchas iglesias de la Archidiócesis. Con ellas inicio yo esta carta semanal en las vísperas de la solemnidad de la Inmaculada. Estamos comenzando el Adviento. Lo hacemos de la mano de la Virgen Inmaculada, cuya novena celebra nuestra Archidiócesis con grandísimo esplendor, teniendo como centro el dogma definido por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 al proclamar solemnemente que la Santísima Virgen, “fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano”.

 La Concepción Inmaculada de María es obra de toda la Trinidad Santa. Ante el extravío de los hombres, alejados de Dios por el pecado, en la plenitud de los tiempos, el Hijo unigénito de Dios se ofrece al Padre para venir al mundo y llevar a cabo la obra saludable de nuestra salvación. Dios Padre prepara una madre para su Hijo, que se encarna por obra del Espíritu Santo para nuestra salvación. Y elige una madre santa, pura y limpia, no manchada por el pecado original e inmune de pecados personales.

La Concepción Inmaculada de María deriva de su maternidad divina. Por ser Dios, Jesús pudo dibujar el retrato físico y espiritual de su madre y, en consecuencia, pudo hacerla santa, hermosa y “llena de gracia” (Lc 1,18). Este privilegio singular es el primer fruto de su muerte redentora.  Mientras los demás hombres y mujeres somos limpiados del pecado original en el bautismo por el misterio pascual de Cristo muerto y resucitado, María es preservada del pecado aplicándosele anticipadamente los méritos de su sacrificio redentor. Por ello, posee la plenitud de gracia y no hay en ella el menor atisbo de pecados personales. Aquí se fundamentan los demás  privilegios marianos, entre ellos su Asunción en cuerpo y alma a los cielos.

El sentido de la fe del pueblo cristiano, ya en los primeros siglos de la Iglesia, percibe a la Santísima Virgen como “la Purísima”, “la sin pecado”, convicción que se traslada a la liturgia y a las enseñanzas de los Padres y de los teólogos. En el camino hacia la definición, pocas naciones han contraído tantos méritos como España. En el siglo XVI son muchas las instituciones, que hacen suyo el “voto de la Inmaculada”. Universidades, gremios y cabildos e incluso ayuntamientos juran solemnemente defender “hasta el derramamiento de su sangre” los privilegios marianos, especialmente el de la Inmaculada Concepción.

La conciencia de que María fue concebida sin pecado crece en la época barroca, en la pluma de nuestros más eximios poetas, en los lienzos de nuestros más inspirados pintores, en las tallas de nuestros más esclarecidos escultores e imagineros y, sobre todo, en la devoción de nuestro pueblo. Por ello, no es extraño que en España se viviera con singular regocijo y alegría la definición dogmática por el papa Pío IX. Destaca entre las diversas regiones Andalucía, la “tierra de María Santísima”.

Nuestra Archidiócesis no queda a la zaga en la defensa del privilegio de la Concepción Inmaculada de María. A partir del Renacimiento, en su honor se erigen cofradías, se celebran fiestas religiosas y salen a la luz numerosas publicaciones que defienden la limpia Concepción. A mediados del siglo XVII, son muchas las instituciones sevillanas, civiles, religiosas y académicas, que se imponen la obligación de jurar la defensa de esta hermosa doctrina en los actos de toma de posesión de sus cargos. Otro tanto hacen  desde entonces numerosísimas Hermandades en sus funciones principales. Fruto de este fervor mariano son los cientos y cientos de cuadros y tallas dedicados a la Inmaculada en nuestra Catedral y en todas las iglesias de la Archidiócesis, que rivalizan en perfección y en belleza para honrar a la pura y limpia.

 La tradición inmaculista no debe perderse entre nosotros. Por ello, en las vísperas de esta solemnidad,  invito a todos los cristianos de la Archidiócesis, y muy especialmente a los jóvenes, a la Vigilia de la Inmaculada, que tendrá lugar en la noche del día 7 en la Catedral y en otras muchas iglesias de todo el territorio diocesano. Os invito también a la solemne Misa Pontifical que celebraremos en el mismo templo el día 8. Vivid con toda intensidad la novena de la Inmaculada. Contemplad en estos días las maravillas obradas por Dios en nuestra Madre. Alabad a la Santísima Trinidad por María, la obra más perfecta salida de sus manos. Felicitad y honrad a la Virgen y, sobre todo, imitadla luchando contra el pecado y tratando de vivir siempre en gracia de Dios. Pedid a Dios, con la oración colecta de esta fiesta que Él que preservó a María de todo pecado, “nos conceda por su intercesión llegar a Él limpios de todas nuestras culpas”.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz día de la Inmaculada.

+ Juan José Asenjo Pelegrina 

Arzobispo de Sevilla

 

 

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Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano ataviada para la Festividad de la Inmaculada Concepción

(Publicado el domingo, 27 de noviembre de 2016)

Desde hoy, domingo 27 de noviembre, primero del Tiempo de Adviento que comenzamos, Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano luce el terno celeste con motivo de la próxima festividad litúrgica de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.




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Carta pastoral ‘Clausura de la fase diocesana del proceso de canonización de nuestros mártires’ (TEXTO y AUDIO)

(Publicado el viernes, 25 de noviembre de 2016)

Queridos hermanos y hermanas:

En la tarde de este domingo, 27 de noviembre, tendremos en la catedral, la clausura de la fase diocesana del proceso de canonización de los mártires de la Guerra Civil en nuestra Archidiócesis. La apertura del proceso tuvo lugar el 3 de octubre de 2014. En estos dos años largos se han ido reuniendo los datos, escritos y epopeyas martiriales de los protagonistas, además de los testimonios de quienes conocieron los hechos y de quienes con posterioridad han podido aportar datos verídicos.

asenjo_oficial_2010_pmSu número, después de depurar escrupulosamente la lista inicial se eleva a veintiuno. De ellos, diez son sacerdotes, un seminarista y diez laicos, entre ellos una mujer de Constantina, María Dolores Sobrino, asesinada en la sacristía de la parroquia y la más mayor de todos los que conforman la causa. La encabeza el Siervo de Dios Manuel González-Serna Rodríguez, párroco del citado pueblo de la Sierra norte, donde fue asesinado y cuya fama de santidad era notoria antes de su martirio acaecido el 23 de julio de 1936. Entre los seglares contamos con dos abogados, un  farmacéutico, un sacristán, un carpintero, un empleado de banca, un empleado municipal y dos propietarios. Cuatro de ellos eran solteros y seis casados. El más joven, con 19 años, era el seminarista Enrique Palacios Monrabá, que murió junto a su padre Manuel Palacios Rodríguez en Cazalla de la Sierra.

La mayoría pertenecían a la Adoración Nocturna, a la Acción Católica o militaban en la defensa de la Iglesia en la vida pública y fueron martirizados por su condición de cristianos fervientes. Todos ellos son honra y prez de nuestra Iglesia particular, hitos gloriosos de nuestra historia diocesana. Ellos son el paradigma de lo que debe ser una vida cristiana piadosa y santa, generosa, consecuente y fiel. Ellos, junto con los demás santos sevillanos de todas las épocas, constituyen nuestro patrimonio más preciado, un auténtico patrimonio de santidad. Todos ellos murieron perdonando a sus verdugos y fueron varios a los que se les ofreció la libertad a cambio de apostatar de su fe, resistiendo los halagos de quienes les juzgaban.

Quiero subrayar que los trabajos que se han llevado a cabo en estos dos años largos  y la decisiva fase del proceso que se iniciará  con la entrega de las actas en la Congregación para las Causas de los Santos en los próximos días, es una iniciativa exclusivamente religiosa y eclesial. Que nadie vea en ella otra intención. Sólo pretendemos honrar a nuestros mártires, dar a conocer a toda la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo y mostrar a los cristianos de hoy el testimonio martirial de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias. Efectivamente, todos ellos son modelos y testigos del amor más grande, pues fueron cristianos de profunda vida interior, devotos de la Eucaristía y de la Santísima Virgen. Vivieron cerca de los pobres y fueron apóstoles convincentes de Jesucristo. En las penosísimas circunstancias que acabaron con su vida terrena, mientras les fue posible, se confesaron, se alimentaron con el pan eucarístico e invocaron filialmente a la Virgen con el rezo del santo Rosario. En la cárcel confortaron a sus compañeros de prisión y nunca renegaron de su condición de sacerdotes o laicos fervientes. Sufrieron con fortaleza vejaciones y torturas sin cuento y murieron perdonando a sus verdugos y orando por ellos. Vivieron los instantes finales de su vida con serenidad y alegría admirables, alabando a Dios y proclamando que Jesucristo era el único Rey y Señor de sus vidas.

El final de la fase diocesana de su proceso de canonización debe constituir para toda la Archidiócesis un acontecimiento de gracia y un estímulo para ser cada día más fieles al Señor. Efectivamente, como rezamos en uno de los prefacios de los santos, a través de su testimonio admirable, el Señor fecunda sin cesar a su Iglesia, con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de su amor. Ellos nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión. El testimonio de estos candidatos a la beatificación, a medida que se vayan conociendo sus biografías, nos ayudará a fortalecer nuestra condición de discípulos y amigos del Señor, a robustecer nuestra esperanza, a acrecentar nuestra caridad hacia Dios y hacia nuestros hermanos y a revitalizar nuestro testimonio apostólico.

En el contexto de la Nueva Evangelización y la transmisión de la fe, es preciso dar a conocer sus vidas, sus escritos y su experiencia de Dios en publicaciones sencillas, comenzando por nuestra  hoja diocesana Iglesia en Sevilla  y la web de la Archidiócesis. Es necesario que mostremos todos estos tesoros en la acción pastoral. En ellos pueden encontrar los sevillanos de hoy auténticos ideales,  programas de vida y magníficos ejemplos a seguir, pues ellos son nuestros modelos y también nuestros intercesores.

Para todos los fieles de la Archidiócesis, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla

 

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Ya a la venta la lotería de Navidad

(Publicado el martes, 22 de noviembre de 2016)

Como en años anteriores, la Sección ha puesto a disposición de todos aquellos que deseen colaborar, décimos para el entrañable sorteo de la Lotería de Navidad, tan popular en España. 

Como siempre, cada décimo se venderá a 23 € de los cuales 3 € serán en concepto de colaboración con nuestra Archicofradía.

Gracias a esta colaboración podemos llevar a cabo muchos de los actos que organizamos durante el año entre otros fines, porque, con cada pequeña aportación, logramos hacer mucho.

Y además, siempre está la ilusionante posibilidad de que nos sonría la suerte y el número salga premiado, como ha sucedido en alguna ocasión.

Gracias a todos por vuestra colaboración.
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Sobre el Año Jubilar Teresiano

El Obispo de Ávila, Monseñor Jesús García Burillo, anunció el pasado 16 de octubre la grata noticia de que SS el Papa Francisco ha concedido el Año Jubilar a la Diócesis avulense, cada vez que la fiesta de Santa Teresa de Jesús, el día 15 de octubre, sea domingo. Esta es una gracia similar a la del Año Santo Compostelano. Recordemos que éste se celebra cada vez que el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, coincide en domingo.

El llamado “Año Santo”, es una celebración especial de la Iglesia durante un período de tiempo (que puede coincidir exactamente con el año natural o no), en el que se invita especialmente a los fieles al arrepentimiento, a conseguir la indulgencia y el perdón de los pecados, con unas condiciones específicas, en algunos casos relacionadas con la peregrinación a determinados lugares asociados a la concesión de dicho jubileo. Estos Años Santos pueden ser de dos tipos: el ordinario y el extraordinario. Los extraordinarios se refieren a un hecho destacado o esporádico. Actualmente estamos en uno extraordinario: el Año Santo de la Misericordia. Los ordinarios son aquellos concedidos en intervalos preestablecidos por la Santa Iglesia en la Bula de concesión. Este es el caso que hoy comentamos con la alegría que nos proporciona el tener a Santa Teresa de Jesús como una de las Titulares de nuestra Antigua y Franciscana Sección adoradora, pues así fue proclamada en 1902.

Otros Años Santos ordinarios generales para toda la Iglesia son los celebrados en los años del cambio de milenio (el primero fue instaurado por el papa Bonifacio VIII en 1300), y también en los años acabados en 25, 50 o 75. En España tenemos varios Años Santos ordinarios asociados a lugares, además del Jacobeo ya comentado: el Lebaniego (Santo Toribio de Liébana); el del Cristo de Urda, en Toledo; el de Guadalupe, en Cáceres; el de Caravaca de la Cruz, cada siete años, y el del Santo Cáliz, venerado en la Catedral de Valencia, que se celebra cada cinco años.

La concesión en honor de la Santa andariega, reconocida como Doctora de la Iglesia, ha estado motivada por el gran provecho espiritual conseguido el pasado 2015, con el Año Santo Teresiano concedido aquella vez de forma extraordinaria por el V Centenario de su nacimiento, así como por la gran cantidad de peregrinos que visitaron los lugares de la Santa en aquella ciudad del río Adaja. El primero ordinario en celebrarse será el próximo 2017, al cumplirse la condición por la que se otorga.

No cabe duda de que este hecho contribuirá a hacer aún más conocida, si cabe, la figura de Santa Teresa, sus escritos, su espiritualidad, su idea de servicio permanente a Dios, a cumplir su santa voluntad, a reconocerlo permanentemente en todo lo que nos rodea. Felicitamos a la Diócesis de Ávila, a la Orden del Carmelo y nos felicitamos también nosotros, por la parte que nos toca, pidiendo a Santa Teresa que fortalezca nuestra Sección y atraiga a ella a numerosos fieles deseosos de seguir su ejemplo de ponerse permanentemente en la presencia del Señor: en la adoración a Cristo en el Sacramento del Altar.
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Carta pastoral ‘Convocados a una esperanza firme’

(Publicado el viernes, 18 de noviembre de 2016)

Queridos hermanos y hermanas:

asenjo_oficial_2010_pmEn los domingos finales del año litúrgico, que concluiremos el domingo día 20 con la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, y a lo largo del mes de noviembre, que la Iglesia dedica de modo especial a encomendar a nuestros hermanos difuntos, la Palabra de Dios y la  liturgia nos recuerdan las realidades finales de nuestra vida: la muerte, la realidad más segura con que el hombre cuenta a la hora de programar su futuro, y la pervivencia e inmortalidad del hombre después de la muerte.

Sobre la muerte y el destino futuro del hombre, en la cultura actual se dan posturas muy cerradas a la transcendencia, y por lo tanto, a la esperanza. Para muchos, la muerte es el final absoluto, una puerta que se abre al vacío. Después de ella sólo existe la nada. Es la postura del existencialismo, que afirmaba que el reino del hombre es la tierra. “Ya no hay cielo, ya no hay infierno, sólo hay tierra”  escribía el filósofo francés  J. P. Sartre. Otro filósofo francés, Albert Camus, afirmaba que “si hay un pecado contra la vida, no es tanto desesperar de ella, como esperar otra vida”.

En la cultura actual, hay personas también que reducen la pervivencia del hombre a la fama, a la gloria o al recuerdo que puedan dejar después de esta vida. Eso sería únicamente lo que queda de nosotros. Hay quien piensa, por fin,  que soñar con una existencia dichosa después de la muerte no es más que un bello sueño que inventamos para consolarnos de las penalidades y sufrimientos de la vida presente. Adolfo Marsillach, actor y director de teatro, respondía hace unos años  con estas palabras a la pregunta ” ¿Cree usted que el hombre sobrevive a la muerte corporal :  “No. Quien cree en la inmortalidad del hombre es porque no se atreve a afrontar la propia realidad y se inventa maravillosos cuentos de hadas para consolarse”.  La postura más lógica ante la muerte según este actor es la protesta, la rebeldía y, en el mejor de los casos, una infinita resignación ante lo irremediable.

Frente a estas posturas fuertemente cerradas a la esperanza, la Iglesia tiene el deber de proclamar que la existencia humana no se limita a los muchos o pocos años que podamos vivir sobre la tierra y que la muerte no es el final, sino el comienzo de una vida más plena, feliz y dichosa que Dios, nuestro Señor, nos tiene reservada si hemos vivido en plenitud nuestra vocación cristiana.

Esta es la enseñanza que nos brinda en estos domingos la Palabra de Dios. En la primera lectura del domingo pasado encontrábamos el testimonio lúcido y valiente de los siete hermanos Macabeos, cien años antes de Jesucristo, que prefieren la tortura y la muerte a manos de un rey inicuo, antes que renunciar a su fe, y que no les importa perder la vida presente porque están convencidos de que les espera una vida inmortal y feliz junto a Dios.

Esta es también la enseñanza del Evangelio: ante las trampas que le tienden a Jesús los saduceos, un grupo religioso judío minoritario pero influyente, que negaba la resurrección de la carne, Jesús proclama la resurrección de los muertos porque Dios no es Dios de muertos sino de vivos, porque Dios es el amigo de vida, como nos dice el libro de la Sabiduría.

Ante la duda, la perplejidad y la angustia del hombre de hoy sobre su destino,  los cristianos tenemos el deber de proclamar con el Credo Apostólico que creemos en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Esta esperanza tiene que iluminar nuestro presente. Porque el cristiano cree en la resurrección de la carne, porque espera unos cielos nuevos y una tierra nueva y una existencia dichosa junto a Dios, el cristiano debe ser una persona alegre, con la alegría de que estaban penetradas las primeras comunidades cristianas, con la alegría y la esperanza a que nos invita San Pablo, en la segunda lectura de hoy.

La espera del encuentro definitivo con el Señor debe traslucirse en el cumplimiento de nuestra obligaciones familiares y profesionales, ante el dolor, el sufrimiento y la enfermedad, ante la consideración de nuestra propia muerte, a la hora de recordar con esperanza la muerte de los seres queridos y, sobre todo, respetando siempre la Ley santa de Dios.

La esperanza en la vida futura no puede ser un escapismo de nuestras obligaciones profesionales, ni amortiguar nuestro compromiso en la construcción de un mundo más humano, más justo y más fraterno, de acuerdo con los planes de Dios. El Concilio Vaticano II nos dejó escrito en Gaudium et spes que la esperanza en unos cielos nuevos y una nueva tierra no inhibe sino que estimula nuestra dedicación al trabajo y a las realidades terrenas como una exigencia de nuestra fe.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Vigilia de Adoración a Jesús Sacramentado

(Publicado el lunes, 14 de noviembre de 2016)

El próximo sábado, 19 de noviembre, celebraremos Vigilia de Adoración a Jesús Sacramentado.

Para organizarla tendremos la reunión previa a las 19:00 horas en el locutorio de las monjas, junto al patio.

A las 19:30 horas, celebraremos la Santa Misa, que será cantada por la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara. A su término, el sacerdote hará Exposición Mayor de Su Divina Majestad y se rezará la Estación a Jesús Sacramentado.

Posteriormente, se rezarán las Vísperas, la Oración de presentación de Adoradores y el Oficio de Lectura.

Tras un tiempo de silencio y reflexión personal, rezaremos la Oración del Papa para el Año Santo de la Misericordia y, seguidamente, el Santo Rosario y las Preces Expiatorias.

Terminadas las Preces Expiatorias, rezaremos Completas junto a la Comunidad de Hermanas Pobres de Santa Clara.

Alrededor de las 22:30 horas concluirá este culto con el Rito de despedida del Santísimo Sacramento.

NOTA.- Todos los adoradores y adoradoras deben portar la medalla y/o la insignia.
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I Reunión formativa de la Misión Parroquial

El próximo sábado, 19 de noviembre, a las seis de la tarde, tendremos en el Convento de Santa Clara la II REUNIÓN FORMATIVA DE LA MISIÓN PARROQUIAL en el locutorio de las monjas, junto al patio.

Es preciso llevar consigo el libro "Misiones Populares: Formarnos para la Misión", editado por la Vicaría Episcopal para la Nueva Evangelización de la Archidiócesis de Sevilla, y que fue repartido a todos los fieles de manos del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Santiago Gómez Sierra, Obispo Auxiliar de Sevilla, en la Misa de Inicio de la Misión en la Parroquia de Santiago el Mayor el pasado 29 de octubre.

Este mes trataremos el tema "La misión popular: Una respuesta a la realidad".

Recordamos que el templo no abre hasta las siete de la tarde aproximadamente. Por tanto, quien desee asistir deberá acceder al Convento por la calle Alcalá y Orti, 39.
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Carta pastoral ‘Somos una gran familia contigo. Día de la Iglesia diocesana 2016’

(Publicado el viernes, 11 de noviembre de 2016)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

Escribo estas líneas en las vísperas del Día de la Iglesia Diocesana, que en este año celebramos en este domingo, 13 de noviembre, con el lema, “Somos una gran familia CONTIGO”. Se trata de una jornada importante y ya tradicional en el calendario anual de la Iglesia en España. Su finalidad primera es lograr que todos los fieles  percibamos con nitidez que los bienes de la salvación que nos procura la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, nos vienen a través de una realidad más inmediata y cercana, la Iglesia particular o Diócesis, que es una porción de la Iglesia establecida en  un territorio determinado y confiada a un obispo para que la apaciente con la colaboración de los presbíteros, de los diáconos y también de los laicos.

En este domingo todos estamos llamados a reflexionar sobre lo que la Archidiócesis representa en nuestra vida. La Iglesia fundada por el Señor es como la Encarnación continuada, la prolongación de Cristo en el tiempo, el sacramento de Jesucristo, el ámbito natural de nuestro encuentro con Dios. La Iglesia es Cristo mismo que sigue predicando y enseñando, acogiendo a todos, perdonando los pecados, salvando y santificando. Es, como escribiera san Ireneo de Lyon en los finales del siglo II, la escalera de nuestra ascensión hacia Dios. Es el puente que salva la lejanía y la distancia entre el Cristo celestial, único mediador y salvador, y la humanidad peregrina. Siguiendo a san Cipriano de Cartago, es la madre que nos ha engendrado y que nos permite tener a Dios por Padre. Al sentirla como madre, la sentimos también como nuestra propia familia, como el hogar cálido que nos acoge y acompaña, la mesa familiar en la que restauramos las fuerzas desgastadas y el manantial de agua purísima que nos purifica y nos renueva.

Lo que la Iglesia es para toda la humanidad, eso mismo es proporcionalmente la Iglesia diocesana. Por ello, invito a los fieles de nuestra Iglesia particular a vivir nuestra  pertenencia a la Archidiócesis con alegría y con inmensa gratitud al Señor. Si no fuera por ella, estaríamos condenados a vivir nuestra fe a la intemperie, de forma aislada, individual y por libre. Gracias a ella podemos vivir nuestra vida cristiana alentados, acompañados y arropados por una auténtica comunidad de hermanos. Pero hemos de vivir también nuestra pertenencia a la Iglesia con responsabilidad, de manera que lo que la Iglesia es para nosotros, lo sea también a través nuestro, es decir: puente, escalera, hogar fraterno, familia, mesa y manantial y, sobre todo, anuncio ilusionado y entusiasta de Jesucristo a nuestros hermanos con obras y palabras.

Finalidad importante en esta jornada es fortalecer nuestra conciencia de familia y de pertenencia a la Iglesia que peregrina en Sevilla, tan rica en historia y en frutos de santidad. En este domingo, damos gracias a Dios por pertenecer a este pueblo y a esta Iglesia y, sobre todo, rezamos por nuestra Archidiócesis, por sus obispos, sus sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y fieles, para que cada día crezcamos en comunión con el Señor, en fidelidad a las respectivas vocaciones, en unidad y comunión fraterna, en compromiso apostólico y evangelizador y en cercanía y servicio a los pobres y a los que sufren.

Antes de concluir, quiero pedir a los sacerdotes y religiosos con cura de almas que en esta jornada ayuden a los fieles a descubrir la naturaleza de la Iglesia particular, la misión del obispo y el peculiar servicio salvífico y sobrenatural que la Archidiócesis presta a la sociedad. Les ruego además que hagan con interés la colecta, entregando a los fieles los materiales de esta jornada y el boletín de domiciliación bancaria de cuotas a favor de la Archidiócesis, que pueden ser mensuales, trimestrales, semestrales o anuales, que han de enviar a la Administración diocesana, bien directamente o a través de la parroquia.

Tengo que confesar que el número de suscripciones en estos momentos es verdaderamente exiguo y que a los sacerdotes corresponde procurar multiplicar. Gracias a estas cuotas, la Diócesis podrá ayudar más a las parroquias en sus obras de restauración, en la construcción de nuevos templos, en la conservación de las casas y centros parroquiales, garantizando al mismo tiempo el funcionamiento de la Curia y de los servicios diocesanos, sosteniendo los Seminarios y los centros de estudio, y sirviendo a los pobres.

Que los mártires y santos sevillanos  y, sobre todo, la Santísima Virgen de los Reyes, patrona de la Archidiócesis, venerada entre nosotros con tantos títulos hermosísimos y entrañables, nos ayuden a fortalecer nuestra conciencia de familia, a amar con gratitud filial a nuestra Iglesia diocesana, a crecer en colaboración con ella y a valorar y sentir como algo muy nuestro todo lo que a la Diócesis se refiere.

Agradeciendo de antemano la generosidad de los sacerdotes y de los fieles, para todos mi abrazo fraterno, con mi oración y bendición.

 

 + Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

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Carta pastoral ‘Ante el Jubileo de las Hermandades’

(Publicado el viernes, 4 de noviembre de 2016)

Queridos hermanos y hermanas:

asenjo_oficial_2010_pmDirijo esta carta semanal a los cofrades de nuestra Archidiócesis que peregrinan este sábado a la Catedral para ganar el Jubileo de la Misericordia. En este contexto les ofrezco algunas reflexiones que les pueden ayudar en su compromiso cofrade. En los siete años que llevo sirviendo a Sevilla, las Hermandades han constituido una de las preocupaciones relevantes de mi ministerio. A lo largo de este período he recibido en mi despacho a un gran número de Hermanos Mayores, Juntas de Gobierno y Directores Espirituales. A invitación vuestra, queridos cofrades, he presidido numerosas Eucaristías en honor de vuestros Titulares. En todas ellas he tratado de reflexionar con vosotros sobre  la identidad de estas instituciones, que pertenecen a la entraña más íntima de la religiosidad sevillana. Nuestros encuentros me han permitido conoceros y valorar las ricas posibilidades evangelizadoras que encierra la llamada religiosidad popular, como reconoce el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia publicado por la Santa Sede en diciembre de 2001.

Os tengo que confesar que he cumplido este servicio con mucho agrado, lo cual quiere decir que lo he hecho de corazón. Actuar de otra forma, además de una necia injusticia, supondría un auténtico suicidio para quien tiene como primer deber de su ministerio pastorear, enseñar y santificar a los fieles, anunciarles a Jesucristo y llevarlos a Dios.

En contacto con vosotros, ha ido creciendo en mí la convicción, que he compartido más de una vez con algunos de vosotros, de que las Hermandades brindan a los pastores de la Iglesia un ingente potencial religioso y evangelizador, pues son para sus miembros, lo mismo que la Iglesia, sacramento de Jesucristo, es decir, camino, medio e instrumento para el encuentro con Dios.

En muchas ocasiones he reconocido con gozo que las Hermandades, tan numerosas en nuestra Archidiócesis, han sido camino de formación y de fe para muchos cristianos. He reconocido también con gratitud que la piedad popular ha amortiguado entre nosotros los efectos de la secularización.

En los escritos y homilías que os he dirigido, he insistido en la esencial dimensión religiosa de las Hermandades. He pedido a los Directores Espirituales, Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno que custodien con mimo sus mejores esencias, que mantengan con nitidez y sin equívocos su clara identidad religiosa y que no consientan que los aspectos sociales o culturales, de suyo relativos y secundarios, prevalezcan sobre lo que debe constituir el corazón de estas instituciones, que son, ante todo y sobre todo, asociaciones públicas de fieles con una finalidad muy clara, el culto, el apostolado, la santificación de sus miembros y el ejercicio de las obras de caridad.

Defender todo esto es servir a la verdad más auténtica de las Hermandades, mientras que permitir que estos valores se desvirtúen o perviertan, es abrir la compuerta de la secularización interna, un mal fatal que todos hemos de tratar de conjurar. De poco servirían vuestros cultos esplendorosos, si en vuestra vida asociativa la primera preocupación de los cofrades no fuera su propia santificación, el amor a Jesucristo y a su santa Iglesia, la comunión fraterna, la unidad en el seno de la Hermandad y la comunión con los pobres. Estaríamos ante una enorme fachada de cartón piedra, detrás de la cual sólo existe el vacío.

A lo largo de estos años os he insistido también en la comunión con la Iglesia, en la real inserción en la parroquia, en la colaboración con el sacerdote, con el obispo y con la Archidiócesis, con sus Planes Pastorales, proyectos, acentos e iniciativas. Os he invitado también a ser libres ante cualquier tipo de poder, a evitar la emulación y los gastos inmoderados, que muchas veces son una ofensa a los pobres, que deben estar muy en el corazón y en el centro de vuestros afanes y programas colectivos.

He pedido a los responsables que acabo de citar que ayuden a sus hermanos a cultivar la vida interior, que estimulen su participación en los sacramentos, pues todo ello, más el amor a Jesucristo y a su Madre bendita, es lo único que da vigor, estabilidad, unidad y consistencia a estas instituciones a las que tanto amáis. Les he sugerido que citen de vez en cuando a los hermanos para rezar juntos, para tener una celebración comunitaria de la penitencia o para hacer un retiro, especialmente en los tiempos fuertes del año litúrgico.

He insistido mucho en la importancia de la formación, pues sólo se ama aquello que bien se conoce. Sólo podremos dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza si conocemos el misterio y la persona de Jesús y las verdades capitales de la fe y de la moral cristianas. Más de una vez he afirmado que a mí me bastaría con que los cofrades conocieran en profundidad el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. No les exigiría mucho más.

Bienvenidos a nuestra Catedral. Que vuestra peregrinación sea un verdadero acontecimiento de gracia. Para vosotros y vuestras familias, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Monseñor Santiago Gómez Sierra presidió la Misa de Inicio de la Misión en la Parroquia de Santiago de Alcalá de Guadaíra

(Publicado el martes, 1 de noviembre de 2016)

El pasado sábado, 29 de octubre, monseñor Santiago Gómez Sierra, Obispo titular de Vergi y auxiliar de Sevilla, presidió en la Parroquia de Santiago de Alcalá de Guadaíra la Misa de inicio de la Misión Popular. Concelebraban con él, el Vicario para la Nueva Evangelización, D. Adrián Sanabria Mejido y el párroco D. Manuel María Roldán Roses.

En esta Eucaristía, siguiendo la llamada del Papa Francisco, de salir y llevar a todos la alegría del Evangelio, se dio inicio a la Misión Popular que esta Comunidad Parroquial llevará a cabo con el compromiso de vivir en plenitud la tarea de ser misioneros, como Cristo Resucitado nos encomienda y con el deseo de renovar el ardor, métodos y expresión en el anuncio del Evangelio, con la ayuda del Espíritu del Señor.

En esta Misa, nuestro obispo Santiago, bendijo al párroco y monitores y entregó el material de formación y reflexión a todos los feligreses que van a formarse para la misión. En total, trescientos cincuenta parroquianos participarán en esta Misión Popular, integrándose en los numerosos grupos formados de todas las realidades de la parroquia: Archicofradía Sacramental de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, Hermandad de Santa María del Águila Coronada, Hermandad de la Divina Misericordia, Comunidades Neocatecumenales, grupos del Hogar de la Madre, Pastoral: matrimonial, de la salud, litúrgica, juvenil, cáritas, catequesis…


Como indica nuestro Arzobispo Juan José Asenjo en el prólogo del libro “Misiones Populares. Formarnos para la Misión”, la misión no se improvisa. Por eso pide que se dedique tiempo a la preparación, a la reflexión honda sobre los temas propuestos, que ayudará a descubrir el reto de la Nueva Evangelización y a analizar y conocer la realidad de la parroquia. Y pide, ante todo, que sintamos la necesidad de orar profunda e íntimamente ante el Señor en el Sagrario, pues la clave de la Nueva Evangelización está en la experiencia de Dios, fruto de un íntimo encuentro con el Señor.

Monseñor Santiago Gómez en su homilía indicó: “Ahora vais a comenzar la Misión, en este proceso inicial, formando grupos que os vais a preparar para la etapa de salida de la misión a toda la feligresía parroquial. Esto no es solamente una preparación técnica, que necesitamos para llevar adelante la misión; esta debe ser para muchos de vosotros la experiencia en la que tenemos que permanecer formando comunidad, formando grupos cristianos.

Dentro de nada, el Arzobispo al final del Año de la Misericordia, va a proclamar y va a promulgar unas orientaciones pastorales para la Iglesia Diocesana. La primera línea de trabajo, dice el Arzobispo que va a ser fortalecer el tejido comunitario de la Iglesia, vivir nuestra experiencia de comunidades cristianas, donde podamos invitar a otros, y podamos todos ir aprendiendo a ser discípulos del Señor”.


Redacción: N.H.A.D. Francisco Burgos Becerra.
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‘Jesús y las riquezas’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 28 de octubre de 2016)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de este XXXI domingo del tiempo ordinario nos presenta el encuentro de Jesús con Zaqueo. El Señor ha llegado a Jericó en la etapa final de su vida pública. Antes de entrar en la ciudad más antigua de la tierra, según los arqueólogos, ha curado a un ciego (Lc 18, 35 ss). Por esta razón, le espera una multitud. San Lucas nos dice que Zaqueo era jefe de publicanos y rico. Efectivamente, era el jefe de los aduaneros de la ciudad de Jericó, que tenía el monopolio de algunos productos muy solicitados en aquel tiempo. Era también de corta estatura. Por ello, para ver mejor al Señor, se sube a un sicomoro, tal vez el mismo que los guías muestran a los peregrinos cuando llegan a Jericó. Al llegar Jesús a la altura del sicomoro, alzó  la vista y se dirigió a Zaqueo con estas palabras: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Él se dio prisa, bajó y recibió a Jesús “muy contento”. Al verlo, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.

Este fragmento del evangelio subraya una vez más la predilección del Señor por los enfermos, los humildes, los rechazados y despreciados. Sus paisanos despreciaban a Zaqueo porque hacía cambalaches con el dinero y con los tributos. Para ellos, Zaqueo no era más que “un pecador”. Jesús en cambio deja la turbamulta que le vitorea y se encuentra con Zaqueo en su casa. En este caso, y en tantos otros, Jesús es el buen pastor, que deja las noventa y nueve ovejas para buscar la perdida que completa el centenar. Nos enseña así que el cristiano no puede parcializar su amor. Debe amar, acoger y servir a los que piensan como él y a los que piensan o viven de manera diversa, pues Dios es Padre de todos y Jesús por todos derramó su sangre preciosa.

La actuación y las palabras de Zaqueo contienen una enseñanza sobre lo que debe ser nuestra actitud con las riquezas y con los pobres. Tres capítulos atrás, Jesús nos ha presentado la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. El rico Epulón negaba al pobre hasta las migajas que caían de su mesa. Zaqueo, por su parte, da la mitad de sus bienes a los pobres. Epulón destina sus bienes sólo para sí y para sus amigotes ricos que le pueden corresponder. Zaqueo, después de su encuentro con Jesús, ofrece sus bienes a los necesitados. Lo decisivo es, pues, el uso que se hace de las riquezas, que son inicuas cuando se sustraen a los más débiles y se emplean para el propio lujo desenfrenado. Entonces se erigen en un ídolo ante el que nos arrodillamos y que nos impide postrarnos ante el Dios vivo y verdadero, el único Señor de nuestras vidas. Las riquezas dejan de ser inicuas cuando son fruto del trabajo honrado, se adquieren justamente y se ponen al servicio de los demás y de la comunidad.

En el capítulo anterior, san Lucas narra el encuentro del Señor con el joven rico (Lc 18,18ss), al que le pide que venda todo lo que tiene y lo dé a los pobres. Probablemente Jesús quería llamarlo a un seguimiento más cercano. Aquel joven, sin embargo, no se mostró dispuesto y marchó entristecido porque no era generoso y no quería romper con las riquezas para seguir al Señor con un corazón indiviso. Con Zaqueo Jesús se contenta con su promesa de dar a los pobres la mitad de sus bienes. Zaqueo sigue siendo rico, aunque menos, después de haber renunciado a la mitad de sus pertenencias.

El evangelio de este domingo rectifica la falsa impresión que se puede tener de otros dichos del evangelio. No es la riqueza en sí lo que Jesús condena, sino el uso inicuo de ella. Los ricos no están condenados de antemano por el hecho de serlo, si no ponen el corazón en las riquezas, convirtiéndolas en ídolos, si comparten sus bienes con los pobres, si tienen muy en cuenta la dimensión social de la riqueza, si honradamente la crean para otros. Zaqueo es la prueba de ello. Dios puede hacer el milagro de convertir y salvar a un rico sin, necesariamente, reducirlo a la pobreza. Jesús nunca negó esta esperanza, que incluso alimentó, no desdeñando frecuentar, Él, que no tenía donde reclinar su cabeza, a algunos amigos ricos, como seguramente lo eran  los hermanos de Betania.

Jesús  jamás halagó a los ricos, ni buscó su favor, ni suavizó para ellos las exigencias de su evangelio. Zaqueo, antes de oír de labios de Jesús: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”, hubo de convertirse a Dios y a los hermanos, decidiendo dar a los pobres la mitad de sus bienes y devolver el cuádruple a quienes hubiera estafado.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Carta Pastoral ‘Sal de tu tierra’ Domund 2016

(Publicado el viernes, 21 de octubre de 2016)

Queridos hermanos y hermanas:

asenjo_oficial_2010_pmEn los compases finales del Jubileo de la Misericordia, la Jornada Mundial de la Propagación de la Fe, el popular DOMUND, nos invita a ver la misión ad gentes como una inmensa obra de misericordia tanto espiritual como material. Así comienza el papa Francisco su mensaje para el DOMUND de este año. El Santo Padre nos invita, como discípulos misioneros, a que ofrezcamos cada uno nuestros propios talentos, dones, creatividad y experiencia, o nuestra oración, para llevar el mensaje de la ternura de Dios a nuestros hermanos, tanto en las misiones propiamente dichas, como en nuestros ambientes, que casi sin darnos cuenta se van convirtiendo también en  territorios de misión. El mandato misionero de Jesús nos urge a anunciar el Evangelio a quienes no lo conocen o han abandonado la fe, para que todos experimenten la misericordia y el amor  de Dios.

La misericordia de Dios tiene como primeros destinatarios a los más frágiles, a los pequeños, los descartados y oprimidos. Él es el Dios bondadoso, atento, fiel, que está especialmente cerca de quien pasa necesidad. Está cerca de todos, como haría un padre y una madre con sus hijos, pero mira con especial ternura a los pobres, los ama con amor de madre y se estremece de compasión ante su fragilidad. Ellos deben ser el objeto preferencial del amor de los misioneros y de todos los hijos de la Iglesia.

Jesucristo, el Verbo encarnado, nos revela el rostro del Padre, rico en misericordia. Jesús, con su palabra, con sus gestos y sus milagros revela la misericordia de Dios. Su persona no es otra cosa sino amor, un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Los milagros que realiza tienen el sello de la misericordia hacia los pecadores, los pobres, los excluidos y los enfermos. En Él todo es misericordia. Nada en Él está falto de compasión. Su misericordia y su compasión tienen su culmen en el Calvario, en el que se inmola libremente por toda la humanidad.

Todo cristiano está llamado a ser misericordioso como el Padre, misericordioso como Jesús, amando como Él nos ama y haciendo que nuestra vida sea un signo de su bondad. Hoy son muchos los hombres y mujeres de toda edad y condición, que como Abraham, han escuchado la voz de Dios que les ha dicho Sal de tu tierra, y que en la misión ad gentes son testigos del amor de misericordia.

Hoy abundan también familias misioneras, que en los lugares más insospechados anuncian el Evangelio, bien de forma explícita o sirviendo a los pobres, en su promoción humana o en la educación y formación de las personas. La Iglesia ejerce así su destino de «madre», misericordiosa, procurando que los pueblos que todavía no conocen al Señor lo encuentren y lo amen. La fe es un don de Dios, pero crece también  gracias a la caridad de los evangelizadores.

Todos los pueblos y culturas tienen derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos. Esto hoy es más necesario que nunca, si tenemos en cuenta la cantidad de injusticias, guerras y crisis humanitarias que aquejan a los pueblos del hemisferio sur. Los misioneros saben por experiencia que el Evangelio del perdón y de la misericordia es fuente de alegría y reconciliación, justicia y paz. El mandato del Evangelio: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20) no está agotado, es más, nos compromete a todos. Todos estamos llamados al compromiso evangelizador, a salir de la propia comodidad y atrevernos a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio.

En este Año Jubilar de la Misericordia se cumple el 90 aniversario del DOMUND, instituido por el Papa Pío XI en 1926. En esta efeméride,  recuerdo con mucho afecto a los cerca de dos centenares de misioneros y misioneras sevillanos, casi todos ellos religiosos, que están en la primera línea de la misión anunciando a Jesucristo en los países del sur y que son el orgullo de nuestra Archidiócesis. Dios quiera que surjan muchas vocaciones misioneras entre nuestros sacerdotes y laicos. Invito a  todos a rezar diariamente por las misiones, pues la oración es también el alma de la pastoral misionera. Agradezco a la Delegación Diocesana de Misiones y al Delegado su renovado entusiasmo y compromiso en favor de las misiones. Pido a los sacerdotes y demás responsables de la pastoral diocesana, en concreto a los profesores de Religión, catequistas y directores de la escuela católica, que hagan con todo esmero la campaña del DOMUND, sin descuidar la colecta, con la cual servimos a la evangelización y a los pobres. Somos de este modo misioneros de la misericordia.

Encomendando a todos los misioneros, y muy especialmente a los originarios de nuestra Archidiócesis, a Santa María, causa de nuestra alegría, a todos os saludo y bendigo con afecto.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla        

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