‘Las redes sociales, al servicio del bien’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 23 de febrero de 2018)

Queridos hermanos y hermanas:

En el Mensaje para la Jornada Mundial de  las Coasenjo_oficial_2010_pmmunicaciones Sociales del año 2013, nos decía el papa Benedicto XVI que “el desarrollo de las redes sociales digitales, … está contribuyendo a que surja una nueva «ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de comunidad”. Esta es también mi convicción al dirigirme a vosotros esta semana.

Las redes sociales se han convertido hoy en un lugar de encuentro donde se comparte información, donde hacemos partícipes a los demás de nuestros estados de ánimo y de nuestras opiniones y sentimientos. Con frecuencia son un nexo de unión entre familias y amigos. Si se utilizan correctamente, pueden servir para fortalecer la comunión en la gran familia humana.

Mi preocupación surge cuando veo que estos utilísimos instrumentos, que incluso pueden ser muy valiosos en el campo de la evangelización, se convierten en un medio que favorece la confrontación y, amparándose en el anonimato, se utilizan para insultar, mentir, calumniar y favorecer el odio en la sociedad.

La velocidad de los citados instrumentos en emisión de noticias y opiniones supera nuestra capacidad de reflexión y discernimiento. Con frecuencia nos hacemos  eco de noticias falsas, o de opiniones falazmente atribuidas a personas que nunca se pronunciaron en tal sentido. Es necesario recuperar la calma y la reflexión antes de responder inmediatamente a cualquier mensaje recibido. Otras veces se reproducen juicios que atentan contra la dignidad de personas o grupos. A menudo, por este medio, se denigra a los políticos, a los emigrantes, a los musulmanes, etc., simplemente porque no son como nosotros. La conexión digital no puede hacernos olvidar que somos cristianos y como tales tenemos que comportarnos siempre, también en las redes sociales.

En su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del año 2014, el papa Francisco nos decía que “los muros que nos dividen solamente se pueden superar si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros. Necesitamos resolver las diferencias mediante formas de diálogo que nos permitan crecer en comprensión y respeto”. En este sentido, las redes sociales pueden servir para conocernos mejor, para escucharnos unos a otros, resolver nuestras diferencias y ayudarnos a crecer en la comprensión y en el conocimiento mutuo.

Invito a todos los cristianos de la Archidiócesis, que usan las redes sociales, a preguntarnos cómo las utilizamos. Les invito también a poner  un cuidado especial en lo que decimos y cómo lo decimos, sobre todo cuando se trata de redes cristianas o de titularidad eclesial. Entonces hemos de preguntarnos si lo que escribimos sirve para la edificación de la Iglesia o si por el contrario puede llevar a la confusión o al escándalo.

Sería bueno que cada uno de nosotros se plantee el uso de las redes sociales desde una mirada cristiana, pensando que pueden ser un buen instrumento de evangelización. El uso de las mismas debe servir para mostrarnos como somos, no con identidades falsas, callando ante lo inmoral o injusto, o defendiendo posturas y actitudes que no defenderíamos sin la careta del anonimato. Tampoco es bueno, incluso desde la perspectiva de la higiene mental y de la salud, estar todo el día, o al menos el tiempo libre, pegados a las redes, o relacionándonos solo con grupos ideológicamente afines, algo que termina aislándonos de la comunidad y empobreciéndonos.

No todo tiene cabida en las redes sociales. Hemos de conducirnos siempre con sabiduría, prudencia, buen sentido, amor a la verdad y respeto por los demás aunque creamos que están equivocados. Busquemos siempre el encuentro con los otros, la escucha atenta, la paz y la concordia. Huyamos del insulto, las descalificaciones y, mucho más de la calumnia. “Lo que hacéis, -nos dice san Pablo- hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor, y no a los hombres” (Col 3,23).

Sería bueno también que aquello que publicamos en internet, sea reflejo de nuestra vida cristiana. Ocurre a veces que acudimos a frases tópicas, mensajes, oraciones y canciones que suenan muy bien, pero que no hemos hecho nuestras en la reflexión y en la oración y que, en consecuencia,  no se corresponden con nuestra forma de vivir, y que terminan siendo expresiones prestadas y poco auténticas, que no son reflejo en nuestra propia vida cristiana. “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7,21).

Para acabar quiero manifestar mi deseo de que las redes sociales sean un instrumento al servicio de la evangelización, de la verdad, del acercamiento mutuo,  la escucha atenta, el diálogo y la solidaridad. Ojalá nos ayuden también a servir a los pobres y a los más débiles y a cuidar de la casa común, que Dios nos ha regalado.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Hoy, Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

(Publicado el sábado, 17 de febrero de 2018)

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Hoy, Reunión formativa de la Misión Parroquial

Hoy sábado, 17 de febrero, a las 18:00 horas, la Sección, como parte integrante de la feligresía de la Parroquia de Santiago el Mayor, celebrará en el Monasterio de Santa Clara la quinta reunión formativa del segundo curso de la Misión Parroquial. Tendrá lugar en el locutorio de las Hermanas Pobres de Santa Clara, junto al patio interior anexo a la iglesia.

Es preciso llevar consigo el libro "Misiones Populares: Formarnos para la Misión II", editado por la Vicaría Episcopal para la Nueva Evangelización de la Archidiócesis de Sevilla.

Este mes trataremos el tema "Jesús nos enseña a orar".
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‘Una nueva Cuaresma’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 16 de febrero de 2018)

asenjo_oficial_2010_pm_webQueridos hermanos y hermanas:

Con la bendición e imposición de la ceniza comenzábamos el pasado miércoles el tiempo santo de Cuaresma, que nos prepara para celebrar el Misterio Pascual, misterio de amor y don de gracia inconmensurable, fruto de la amorosa iniciativa por la que Dios Padre envía a su Hijo al mundo para nuestra salvación. En el Misterio Pascual Dios se inclina con benevolencia sobre nosotros para redimirnos y para hacernos, por medio del Espíritu, partícipes de su misma vida, introduciéndonos en su intimidad y haciéndonos miembros de su familia. El camino cuaresmal nos conduce hacia la Pascua, la noche más santa del año, en la que Cristo resucitado sale victorioso del sepulcro y en la que nosotros renovamos las promesas bautismales.

Pero, como nos sugieren las lecturas de este primer domingo de Cuaresma, para llegar a la Pascua hay que pasar por el desierto. Así fue en la vida de Jesús. Antes de comenzar su ministerio público, que le conducirá a la Pascua, fue llevado por el Espíritu al desierto, donde oró y ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches. Así debe ocurrir también en la vida de quienes, como seguidores y discípulos, queremos vivir su misma vida. El desierto es en sí mismo un lugar árido, seco, vacío, duro y áspero para quien en él se adentra, pero la Biblia lo describe también como un espacio de gracia y salvación, un lugar de silencio y meditación, de escucha de Dios que habla al corazón, de reencuentro con nosotros mismos y con Él, y en consecuencia, de conversión y plenitud.

Todos, de una forma u otra, tenemos la experiencia del desierto interior, el desierto en el que nos introduce la tibieza, la superficialidad, la dureza de corazón y la resistencia sorda a la gracia de Dios, que tienen como consecuencia la aridez y al vacío espiritual. Pero, como acabo de decir, hay otro desierto, incomparablemente más rico y fecundo, en el que en medio del silencio, es posible constatar nuestras miserias y cuán lejos estamos del plan que Dios ha diseñado singularmente para nuestra felicidad. En la soledad sonora del desierto es posible escuchar la voz potente del Espíritu, que nos invita a convertirnos, a volver sobre nuestros pasos errados, a cambiar de criterios y de conducta, pidiendo al Señor una conciencia pura y una vida santa, como nos dice san Pablo en la segunda lectura de este domingo.

El Miércoles de Ceniza la liturgia nos sugería tres armas para triunfar en el combate que hemos de librar en esta Cuaresma para lograr nuestra reforma interior y la vuelta a Dios: la oración, el ayuno y la limosna. Con estas armas saldremos de la aridez espiritual y de la vida frívola y sin norte. Con ellas se fortalecerá nuestra fe, crecerá nuestra esperanza y renovaremos nuestra caridad hacia Dios y nuestros hermanos. De este modo, renacerá en nosotros la alegría pascual y el entusiasmo en el seguimiento del Señor. Sólo así, nuestro desierto se convertirá en tierra fecunda que produce frutos de gracia y de santidad.

Aprovechemos en estas semanas de Cuaresma los medios que nos ofrece la Iglesia para ahondar en nuestra conversión: las conferencias cuaresmales, los triduos y quinarios y los retiros, que tanto bien nos pueden hacer y en los que se nos exhortará a reordenar nuestra vida. Ojala encontremos la oportunidad de practicar unos buenos Ejercicios Espirituales, siquiera sea en un fin de semana, práctica ascética que no ha perdido actualidad y que la Iglesia nos sigue recomendando. Todos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y laicos, necesitamos retirarnos, como nos pide el Señor en el Evangelio, a un lugar tranquilo y apartado para estar a solas con Él, para repensar los grandes temas de nuestra vida, para romper con ídolos que nos atan a la tierra y que nos impiden volar hasta las alturas de Dios y para relanzar nuestra fidelidad al Señor y decidirnos, de una vez por todas, a seguirle sólo a Él y aspirar con todas nuestras fuerzas a la santidad.

Estamos comenzando la Cuaresma, ocasión muy propicia para contemplar en la oración serena en estas semanas el amor del Padre de las misericordias, que como en la parábola del hijo prodigo, nos espera siempre para perdonarnos, para abrazarnos y devolvernos la condición filial. Él  espera nuestra conversión, que desandemos el camino y que nos reconciliemos con Él y con la Iglesia en el sacramento de la penitencia, el sacramento del perdón y de la alegría. Dios quiera que aprovechemos estos días para hacer un examen serio de conciencia

Que la contemplación del rostro bendito de Jesús y la conciencia de la misericordia que ha tenido con nosotros, favorezcan nuestra conversión al Señor y a nuestros hermanos, para vivir la misericordia como estilo de vida y practicar las obras de misericordia, autentico programa para esta Cuaresma, que yo os deseo verdaderamente santa y santificadora.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

 

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Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

(Publicado el lunes, 12 de febrero de 2018)

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Boletín informativo de febrero de 2018

(Publicado el domingo, 11 de febrero de 2018)

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Cultos al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz

(Publicado el sábado, 10 de febrero de 2018)

Por iniciativa del párroco de Santiago, el Padre Manuel María Roldán Roses, la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, establecida en el Monasterio de Santa Clara, consagrará al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz el antiquísimo TRIDUO DE CARNAVAL, los días 11, 12 y 13 de febrero, desde las 19:30 hasta las 20:30 horas, con el siguiente orden de cultos: SANTA MISA, EXPOSICIÓN MAYOR DE S. D. M., ADORACIÓN, BENDICIÓN Y RESERVA. Oficiarán los sacerdotes: Manuel María Roldán Roses (párroco de Santiago), Antonio José Guerra Martínez (párroco de San Agustín) y Manuel Ángel Cano Muñoz (vicario parroquial de Santiago).

Para entender qué es el Triduo de Carnaval y por qué lo organiza la Sección de Adoración Nocturna Española, basta leer la carta del párroco de Santiago, Manuel María Roldán Roses:

UN TRIDUO DE “REPARACIÓN Y DESAGRAVIO”

Un Triduo de “reparación y desagravio”, coincidente con los tres días de “carnestolendas”, fue el origen del Triduo de Carnaval, que se celebraba en todas las Iglesias Mayores de pueblos y ciudades. También en Alcalá de Guadaíra se celebraría y se perdió con el tiempo. Este Triduo consistía básicamente en la adoración al Santísimo Sacramento, solemnemente expuesto a los fieles, como reparación y desagravio de los desmanes que –presumiblemente– se cometerían en los días de carnaval.

En un principio la celebración del carnaval tuvo un carácter eminentemente práctico. Así lo indica la misma palabra: carnaval, del latín carnis levare, es decir “quitar la carne”. Y es que durante los días previos al inicio de la Cuaresma, había que “quitar” (consumir) todo aquello que estaba prohibido consumir durante la misma, que no sólo era la carne, sino también leche, huevos, etc…, y por extensión del sacrificio: vino, licor, cerveza… Hablamos de un tiempo en el que los alimentos no era tan fácil guardarlos para que no se pudriesen. Por lo tanto, había que consumirlos. Eso pronto degeneró en enaltecer todo lo “carnal”, que iba a estar prohibido durante los cuarenta días siguientes. Así, que se acabó haciendo todo aquello de lo que ya habría tiempo de arrepentirse durante la rigurosa Cuaresma.

Pasado el tiempo, el “desenfreno” del carnaval exigió una “reparación y desagravio” al Señor, por los excesos que se cometían simultáneamente. Y así nació el Triduo de Carnaval. Hoy día, o bien tendría que celebrarse este Triduo en todas las fechas, o bien se hace con un sentido más extensivo y positivo. No sólo “reparación y desagravio” por esos tres días, sino por todo el año; no sólo “reparación y desagravio”, sino también oración y súplica por la humanidad, que sólo en la cercanía filial con Dios, puede alcanzar la auténtica plenitud y verdadera felicidad.

Adorar, suplicar, orar, impetrar, son los verbos claves de las actitudes de este Triduo de Carnaval que ahora en Alcalá se vuelve a retomar. Y, quizás, nadie tan adecuado para ello que la convocatoria surja de la Adoración Nocturna de nuestra ciudad. El Stmo. Cristo de la Vera+Cruz presidirá el ejercicio de este Triduo, para que, a través de su contemplación, no olvidemos a Jesucristo, que “me amó y se entregó por mí”. El Señor, hecho Eucaristía, nos invita a la adoración de Aquel que solo nos puede dar la plenitud de vida y la felicidad auténtica.

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Ntra. Sra. Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, presidió el Encuentro y Testimonios Misioneros con los miembros de la Vida Consagrada en Alcalá de Guadaíra

El pasado viernes, 2 de febrero se celebraba la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, con el lema “La Vida Consagrada, encuentro con el Amor de Dios”. La Parroquia de Santiago de Alcalá de Guadaíra, en su Semana Grande de Misión, preparó en la Capilla del Monasterio de Santa Clara un encuentro y testimonios misioneros con los miembros de la Vida Consagrada de la Parroquia (Hermanas Pobres de Santa Clara, Hijas de la Caridad y Siervas del Hogar de la Madre) y las Misioneras de Acción Parroquial que desarrollan su labor en la Parroquia de San Agustín. Presidía el encuentro la Bendita Imagen de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, vestida para la ocasión en el Día de la Candelaria.

El encuentro se inició con el Canto de Entrada interpretado por las Hermanas Clarisas, en una Capilla llena de fieles dispuestos a escuchar los testimonios de los Consagrados; a conocer de primera mano sus carismas, y cómo viven personalmente su entrega a Dios.

Como indicó el Padre Óscar Díaz, Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización, son diferentes carismas pero identificados por un denominador común: el Amor.

El encuentro fue dirigido por el Padre Manuel María Roldán Roses, párroco de Santiago (a cuya collación pertenece el Convento), que iba realizando Lecturas de la Palabra de Dios, y cediendo la palabra a las representantes de cada Orden, Congregación, Sociedad de Vida Apostólica…


En representación de las Hermanas Clarisas intervino la Reverenda Madre Abadesa, Sor María del Águila, alcalareña que ingresó en el convento con 17 años, y proporcionó el testimonio del Carisma Clariano-Franciscano, transmitiendo la felicidad de su vida contemplativa, vida de oración, de trabajo y de vida fraterna. Las Clarisas, que son monjas de clausura, siguen a Cristo mediante la oración, la pobreza evangélica y la Fraternidad, viviendo la alegría Franciscana del Evangelio. La Orden Religiosa de Santa Clara, con más de ocho siglos de existencia, es la más antigua de las que dieron su testimonio en el encuentro, y la más antigua en la ciudad, en la que se mantiene desde 1597.

En representación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, habló Sor María Luisa, pequeña de estatura, pero con una gran capacidad intelectual y un corazón enorme, como corresponde a las Hijas de la Caridad, entregadas a Dios en los pobres. Aunque la gente cree que son monjas, las Hijas de la Caridad pertenecen a una Sociedad de Vida Apostólica de derecho Pontificio, y no hacen votos perpetuos, sino que lo renuevan cada año. Desarrollan su labor por todo el mundo al servicio a los pobres y a los enfermos. En Alcalá regentan la Residencia La Milagrosa y la Casa Rosalía Rendú.

En representación de las Siervas del Hogar de la Madre intervino la Hermana Virginia quien explicó que son la congregación más joven de las representadas en la ciudad, con casas en cinco países. En Alcalá están al cuidado del Santuario del Águila, por eso se las conoce como las monjas del Águila. Sus misiones son la defensa de la Eucaristía, la defensa del honor de la Virgen María, especialmente en el privilegio de su virginidad y la conquista de los jóvenes para Jesucristo. Para ellas, María es su Modelo, Madre y Maestra. El principal medio que utilizan para acercar los jóvenes al Señor es ponerlos en contacto con la Eucaristía y con la Virgen María.

Finalmente intervino, en representación de las Misioneras de Acción Parroquial, la Hermana Concepción. Esta congregación que tiene sus orígenes en 1939, permite consagrarse a Dios en la vida religiosa sin renunciar a las tareas de la parroquia. Es, precisamente, en la parroquia donde se desarrolla su carisma, ayudando al párroco y vicarios en todo el apostolado que se les asigne: catequesis, despacho parroquial… Tienen la maleta siempre preparada, dispuestas a marchar donde les mande su Congregación. Su carisma se resume en revitalizar y fortalecer la vida en las parroquias donde están presentes, dando en ellas testimonio de vida evangélica y resaltando el sentido profundo de Iglesia, de comunión y participación.

Tras escucharlas a todas, queda patente la alegría de abandonarlo todo por el Señor, porque el amor de Dios es fiel siempre, no desilusiona, no defrauda.


Todos los fieles se unieron en la oración al Padre. Y finalmente, las Hermanas Clarisas cantaron a la Virgen  “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”. Tras la fotografía de conjunto, los asistentes pudieron subir al presbiterio a besar la mano de Nuestra Sra. Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, Titular Letífica de la Sección Adoradora de Alcalá de Guadaíra de la Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, que reside en el Monasterio de Santa Clara.


Redacción: N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
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‘Jesús cura al leproso’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 9 de febrero de 2018)

asenjo_oficial_2010_pm_webQueridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de este domingo VI del tiempo ordinario nos narra el encuentro de Jesús con un leproso en los umbrales de su vida pública. Para la sociedad de tiempos de Jesús, la lepra era consideraba como castigo del pecado. Era la enfermedad más terrible puesto que entonces era incurable. El leproso vivía alejado de la sociedad en cuevas y descampados, fuera del mundo de los sanos. La lepra era «primogénita de la muerte» (Job 18,13). Por esta razón, en el mundo rabínico curar a un leproso era lo mismo que resucitar a un muerto, cosa que sólo Dios podía hacer. (Num 12,1-16) Jesucristo, puede curar la lepra porque es el Hijo de Dios. Así lo entiende el leproso, que se arrodilla ante Jesús con esta súplica llena de humildad y de confianza: Si quieres, puedes limpiarme.

El acercamiento del leproso a Jesús es sumamente audaz. La Ley de Moisés mandaba excluir a los leprosos de la comunidad. Así lo ordenaba el libro del Levítico: El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: “¡Impuro, impuro!”. Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento (Lev 13,45-46). Jesús no rechaza al leproso, ni confirma su exclusión de la sociedad. Como nos dice san Marcos, «compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”» (Mc 1,41).

Los gestos que realiza Jesús nos muestran su humanidad. Jesús no es un teórico de la caridad ni un diletante. Ante el leproso se conmueve. El evangelista Marcos nos da un detalle sumamente importante: Jesús antes de curar al leproso, lo toca. ¡Cuánto tiempo haría que aquel leproso no sentía el contacto cálido de la mano de otra persona! Antes de restaurar su cuerpo enfermo, al tocar al leproso Jesús incluye en su afecto a aquel excluido, establece una relación personal con él y restaura sus relaciones sociales. ¡Quién sabe si a partir de entonces el leproso recién curado se convierte en uno de los seguidores de Jesús! Es un gesto muy común en sus curaciones. Jesús toma de la mano a la suegra de Pedro (Mt 8,15) y a la hija de Jairo (Mt 9,25) antes de sanarlas. Él acaricia los ojos de los ciegos para darles la vista (Mt 20,34).

Es seguro que nosotros nunca podremos sanar a nuestros semejantes como Jesús, pero sí podemos tocar, incluir y mostrar afecto. El papa Francisco insiste continuamente en ello. Así lo decía en la vigilia de Pentecostés de 2013 a los movimientos eclesiales: «Y cuando des la limosna, ¿tocas la mano de aquel a quien le das la limosna, o le echas la moneda?». A continuación el Papa nos invitaba a ver y tocar en los pobres y enfermos la carne de Cristo, tomando sobre nosotros el dolor de los pobres. Esta recomendación es una constante en la historia de la caridad cristiana: ver en los pobres y en los enfermos el rostro doliente del Señor.

Así lo encarecía el Venerable Miguel Mañara a sus hermanos de la Santa Caridad de Sevilla rogándoles asistir a los enfermos desde la cercanía y la inmediatez corporal, lavando, besando, y curando sus llagas. La razón es la identificación misteriosa del Señor con los pobres y enfermos: “debajo de aquellos trapos –escribe Mañara- está Cristo pobre, su Dios y Señor”. Bartolomé Esteban Murillo, que era hermano de la Santa Caridad de Sevilla, inmortalizó esta recomendación en el cuadro de santa Isabel de Hungría curando a los niños tiñosos. La reina, con la camisa remangada, lava con sus propias manos la cabeza de un niño aquejado por esta enfermedad.

La enseñanza del Maestro en humanidad que es Jesús es clara: el leproso no solo sufre una dolencia física. También se siente marginado y evitado. Médicos, sanitarios, voluntarios, familiares y quienes tenemos enfermos en casa o los visitamos, debemos  reconocer que el cariño sincero, la mirada entrañable y el contacto físico, salvo en caso de prohibición facultativa, son modos excelentes de integrar, incluir, sanar y salvar al enfermo, a la manera de Jesús. Jesús podía y, por ello, pronunció la palabra hágase que es propia de Dios: «Quiero, queda limpio.» Así se cumplieron los anuncios proféticos que apuntaban que una señal de los tiempos mesiánicos sería que los leprosos quedarían curados.

Después de la curación, el leproso no pudo acallar su suerte y empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones. También nosotros como él debemos mostrar sin rubor lo que nosotros hemos aprendido, divulgar lo que a nosotros nos ha acontecido, que el encuentro con el Señor nos ha devuelto la luz, la vida y la esperanza. En el anuncio de Jesucristo con las palabras y las obras no cabe el miedo, porque Jesús se ha comprometido con nosotros, vive en nosotros, camina a nuestro lado y actúa a través nuestro

Para todos, mi afecto fraterno y mi bendición.

+ Juan Jose Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Retiro de Cuaresma de la Adoración Nocturna Española de la Archidiócesis de Sevilla

(Publicado el lunes, 5 de febrero de 2018)


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Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, presidirá el Encuentro con los miembros de la Vida Consagrada de la Parroquia de Santiago el Mayor

(Publicado el jueves, 1 de febrero de 2018)

Mañana viernes, 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada, tendrá lugar el Encuentro y testimonios misioneros con los miembros de la Vida Consagrada de la feligresía de Santiago el Mayor (Clarisas, Hijas de la Caridad y Siervas del Hogar de la Madre), dentro de los actos programados para la Semana de la Misión Parroquial, que comenzó el pasado sábado, 27 de enero.

Comenzará a las 18:00 horas en la iglesia del Monasterio de Santa Clara, en torno a la Real y Augusta Presencia de Jesús Sacramentado.

Al celebrarse también en este día la Purificación de la Bienaventurada Virgen María, presidirá el acto la sagrada imagen de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, que descenderá de su altar y permanecerá expuesta en el presbiterio hasta el domingo, día 4.
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Alcalá de Guadaíra recupera la Advocación del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz

El sábado 20 de enero la ciudad de Alcalá de Guadaíra recuperó la ancestral advocación del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, una de las más antiguas de carácter penitencial documentada hasta ahora, aunque en la actualidad, por los avatares de la vida, había desaparecido.

Esta recuperación se llevó a cabo por la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, concretamente con una imagen cedida a la misma y que ha sido objeto de una laboriosísima restauración en la Facultad de Bellas de Sevilla, desde octubre de 2011 hasta septiembre de 2017, por un equipo de técnicos, dirigidos por el profesor D. Joaquín Arquillo, que con esta restauración ha puesto el broche de oro, cerrando su dilatada labor como docente en la mencionada Facultad.

La Santa Misa se celebró en la iglesia del Monasterio de Santa Clara, perteneciente a la feligresía de Santiago el Mayor, y en el que reside la Sección de Adoración Nocturna. Fue oficiada por el Rvdo. Sr. D. Manuel María Roldán Roses, Cura Párroco de la mencionada Parroquia. La imagen se bendijo, tras recibir la pertinente autorización del Ilmo. Sr. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Archidiócesis de Sevilla, en una bella ceremonia, enmarcada dentro del II Año de la Misión Parroquial de Santiago. La imagen de Cristo Crucificado se encontraba inclinada en las escalinatas del presbiterio, rodeada por cuatro cirios y ramos de claveles rojos.


Fue al principio de la Eucaristía, cuando, tras la monición de entrada, motivando el acto, y la lectura por parte del Secretario de la Sección, de la Autorización para la bendición, cuando el celebrante leyó la Oración de Bendición, y asperjó con agua bendita por tres veces la, ya desde ese momento, sagrada imagen, para continuar con el canto del Gloria, por las Hermanas Clarisas desde el coro bajo, quienes se encargaron asimismo de toda la parte musical, consistente en la misa de Pio X para las partes invariables (Gloria, Sanctus y Agnus Dei), y otros cantos, como “Venimos a celebrar” (Entrada), “Señor, instrúyeme en tus sendas” (Salmo responsorial), Aleluya (canon), “Este pan y vino, Señor” y “Jesús nuestra alegría. Cantata 147 de Bach (ambos al Ofertorio), y “Pescador de hombres” (Comunión).

El oficiante, gran devoto de la Vera+Cruz, centró su homilía en dos aspectos fundamentales: en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en correspondencia con la liturgia del III Domingo del Tiempo Ordinario, y en la devoción al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, Asimismo, en la Oración de los Fieles se pidió por esa Unidad, por las personas consagradas al Señor, por las vocaciones, por la devoción a Cristo en el Sagrado Leño de la Vera+Cruz, y por la Adoración Nocturna a Jesús Sacramentado.


Tras la Comunión, el Presidente de la Sección agradeció públicamente a todos los presentes su asistencia, y muy especialmente a los padrinos de la bendición, que fueron tres: la Confraternidad de Hermandades y Cofradías de la Vera+Cruz, al retomar esta advocación tan antigua de la ciudad; la Parroquia de Santiago el Mayor, a cuya feligresía perteneció la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz todos los siglos de su larga historia; y la Comunidad de Hermanas Clarisas, única presencia franciscana actualmente en Alcalá, habida cuenta de la vinculación singular de la advocación con la Orden, en cuyo convento de Frailes de Nuestra Señora de los Ángeles residió la mencionada Hermandad, así como el hecho de que la Sección fue afiliada a la Orden de los Frailes Menores el 1 de octubre de 2012 por el entonces Ministro General, Fray José Rodríguez Carballo, actualmente Arzobispo Titular de Belcastro y Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.


La Santa Misa finalizó con el canto de “Salve Regina” a la Santísima Virgen, incensando el celebrante las imágenes del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, también Titular de la Sección Adoradora Alcalareña.

Tras ello, los asistentes pasaron a besar el pie del Santísimo Cristo, encabezados por D. Antonio Luis Borrego Fernández, Vicepresidente Primero de la Confraternidad, seguido del profesor D. Joaquín Arquillo, así como los técnicos que habían restaurado la Sagrada Imagen presentes en el templo, miembros de las Hermandades, Asociaciones y Agrupaciones de la ciudad que habían acudido a la ceremonia, y de todos los demás fieles.

D. Joaquín Arquillo y miembros del equipo técnico encargado de la restauración.
La imagen, de autoría desconocida, ha sido relacionada por el equipo restaurador con las de procedencia Hispanoamerica, realizada en una pasta propia de aquellos lugares. La Cruz, así como el “Titulus” de los que carecía, han sido realizados por el sacerdote afincado en Alcalá, Rvdo. D. Manuel Ángel Cano Muñoz, concretamente en la carpintería de la Asociación AFAR, que él mismo dirige, realizando una importantísima obra social.


Redacción: N. H. A. D. Juan Jorge García García.
Fotografías: N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
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