‘Acudamos a san José’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 22 de marzo de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

El pasado martes celebramos la solemnidad de san José. Dedico esta carta semanal al santo patriarca por la función decisiva que desempeñó en la infancia de Jesús y por el papel que debe desempeñar en nuestra vida cristiana. San José es patrono de la Iglesia universal, patrono de la vida interior y de la buena muerte y guía de la pastoral vocacional y de los seminarios, pues no en balde fue el “rector” del primer seminario, el hogar de Nazaret, en el que creció en edad, sabiduría y gracia el Sumo y Eterno Sacerdote.

¿Qué lecciones encierra para nosotros su figura, tan distante en el tiempo y al mismo tiempo tan cercana? San Bernardo dice que la virtud más característica del santo patriarca es la humildad. En el momento cumbre de la historia de nuestra salvación desempeña un papel tan determinante como discreto, humilde y silencioso, haciendo de su vida el canto más sublime de las excelencias de esta virtud tan necesaria para el cristiano.

Efectivamente, la humildad es el motor de la vida espiritual y el manantial de nuestra fidelidad. “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes” (Sant 4,6). La Virgen reconoce en el Magnificat que Dios “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes” (Lc 1,52). Jesús por su parte da gracias al Padre porque ha escondido los misterios del Reino a los sabios y entendidos de este mundo y los ha revelado a la gente sencilla (Mt 11,25).  Y es que Dios teme dar su gracia a los soberbios, porque encontrarían nuevos motivos para enorgullecerse y atribuirse en exclusiva el mérito de sus obras. Por ello, los soberbios y orgullosos se estancan en la vida espiritual. Por el contrario, Dios hace avanzar en el camino de la fidelidad a los humildes y sencillos, que todo lo esperan de Él, conscientes de que sin la ayuda de la gracia de Dios todo en nuestra vida será agitación estéril (Jn 15,5).

El patriarca san José nos enseña a amar y vivir la humildad de corazón, virtud clave, que nos permite avanzar en la vida espiritual. Precisamente por ello, es modelo y patrono de la vida interior. Fuera de María, nadie ha vivido con mayor hondura que él la unión con el Señor y la contemplación larga y serena del rostro de Cristo. Pocas cosas son tan urgentes en esta hora de nuestra Iglesia como la vuelta a la oración y a la vida interior y la recuperación de la dimensión contemplativa de nuestra vida, valores hoy olvidados por muchos. El papa Francisco nos ha precavido a los sacerdotes de los peligros del activismo que seca el corazón. En el corazón del siglo XII, san Bernardo advierte otro tanto al papa Lucio II: “Mira –le dice- adónde te pueden arrastrar estas malditas ocupaciones, si sigues perdiéndote en ellas… sin dejarte nada de ti para ti mismo”. Glosando este texto, en los compases finales de su ministerio petrino, el Papa Benedicto XVI nos dijo a los sacerdotes que “el frenesí de las ocupaciones absorbentes y el activismo lleva a la dureza de corazón, es sufrimiento para el espíritu, pérdida de la inteligencia y dispersión de la gracia”. Así sucederá si no reconocemos explícitamente la primacía de la gracia, con la certeza de que la contemplación y la comunión vital con el Señor es el secreto manantial de nuestra vida fidelidad en medio del oleaje de la vida diaria.

¡Cuánta verdad encierran estas palabras! ¡Cómo necesitamos todos, sacerdotes, consagrados, seminaristas y laicos crecer en interioridad!  San José entró por las sendas de la contemplación de la mano y en la escuela de la Virgen María. Con ella, modelo precioso de contemplación y ejemplo admirable de interioridad aprendió a no separar nunca la acción de la contemplación. En la escuela de María y de José comprenderemos también nosotros que, sin oración, sin contemplación, sin vida interior, el cristianismo se convierte en un mero hecho cultural o sociológico, nuestros cultos y la piedad popular en meras tradiciones y nuestra cercanía a los pobres en mero humanitarismo filantrópico. Eso ocurrirá si olvidamos que el centro del cristianismo no es únicamente el recuerdo de una historia, sino un acontecimiento actual, una persona viva, el Hijo de Dios, encarnado hace 2000 años, que se queda en la Eucaristía como fuente de vida divina.

Que san José bendiga a nuestros Seminarios y nos ayude a todos a crecer en vida interior, a fortalecer nuestra relación íntima, personal, cálida y amistosa con Jesucristo, auténtico manantial de paz, de sentido, esperanza, dinamismo y alegría. Acudamos a san José con esta intención y en todas nuestras necesidades. Santa Teresa de Jesús, gran devota del santo patriarca, nos dice en el libro de su Vida no recordar haberle suplicado cosa alguna que no le haya concedido.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz fiesta de san José.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Hoy, Vigilia mensual de Adoración a Jesús Sacramentado

(Publicado el sábado, 16 de marzo de 2019)

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‘El Seminario, misión de todos’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 15 de marzo de 2019)

 Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo con mucho afecto en el corazón de la Cuaresma, que a todos os deseo muy santa y fecunda. Os escribo con ocasión del Día del Seminario, que tradicionalmente se ha celebrado en la solemnidad de san José y que desde hace unos años se celebra en el domingo más próximo, en este año el domingo 17. El Día del Seminario nos ofrece la ocasión de detener la mirada sobre nuestros Seminarios Diocesanos para caer en la cuenta del bien y la esperanza que significan para nuestra Iglesia en Sevilla las vocaciones sacerdotales que en ellos se forman. Sí, debemos dar gracias a Dios por cada uno de nuestros seminaristas, por los adolescentes que se forman en el Seminario Menor, por el grupo numeroso que se preparan para ser sacerdotes en el Seminario Metropolitano, y por el grupito de candidatos del Seminario Redemptoris Mater.

La vocación sacerdotal es siempre un don inmerecido que Dios concede a aquellos jóvenes a los que llama para que estén con Él, para que gocen de su intimidad y de su amistad y para que compartan con Él su misión y su tarea salvadora. La vocación sacerdotal es un don para ellos y para toda la Iglesia. A todos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos invito a que vivan con alegría este Día del Seminario, y a dar gracias a Dios por la hermosa realidad de nuestros Seminarios, en los que se forman setenta y cuatro jóvenes, con el vivo deseo de ser algún día pastores según el corazón de Jesucristo, Buen Pastor, para bien de nuestra Iglesia diocesana y de la Iglesia universal. Al mismo tiempo que damos gracias a Dios, quiero invitaros a que acompañéis con vuestra oración cotidiana a nuestros seminaristas, para que perseveren y sean fieles a la hermosísima vocación que el Señor les ha regalado.

El lema de este año es bien explicito, El Seminario, misión de todos. Nos quiere decir que la promoción y el cuidado de las vocaciones al ministerio sacerdotal es tarea y compromiso de todos: de los padres de familia, que deben acompañar la vocación de sus hijos y considerar como un privilegio muy grande que el Señor toque el corazón y mire a los ojos a alguno de ellos regalándoles el don de la vocación. Es tarea también del sacerdote y de la parroquia, de la escuela católica, de los educadores, sobre todo de los catequistas y profesores de religión, que deben considerarse mediadores entre Dios que sigue llamando y nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

Todos debemos sentirnos invitados a participar en la pastoral vocacional, especialmente a través de la oración al Dueño de la mies (Lc 10,2). Es una urgencia que compromete a toda la comunidad diocesana y es una dimensión permanente de la pastoral ordinaria y que yo encomiendo especialmente a las madres de los seminaristas, a las monjas contemplativas, a los ancianos y enfermos, a los que invito a ofrecer al Señor sus dolores por el Seminario, los seminaristas y las vocaciones.

La promoción de las vocaciones sacerdotales es un campo a cultivar por toda la comunidad cristiana. El mundo de hoy, dolorido e inseguro en la coyuntura difícil que estamos viviendo, necesita palabras verdaderas que iluminen su caminar. Necesitamos jóvenes entregados totalmente a Jesucristo y a su obra de salvación, que afirmen con el testimonio de sus vidas entregadas que entre las sombras del mundo emerge la esperanza que nace del Evangelio, que es capaz de trasformar la vida dándole sentido y belleza. Necesitamos sacerdotes de cuerpo entero, sacerdotes santos y generosos. El trabajo apostólico no admite titubeos ni demoras. El Evangelio no entiende de tibiezas, ni mediocridades en la entrega. Trabajar para que sean cada vez más los hombres y mujeres que puedan experimentar la alegría y la esperanza que brotan del encuentro con el Señor, es la vida propia de la Iglesia, su principal tarea y casi la única misión que ha recibido de su Señor. De esta manera, con la renuncia a lo que el mundo considera ganancia, el sacerdote bueno y generoso alcanza la verdadera dicha evangélica: el ciento por uno con la medida de la generosidad del corazón de Dios.

Finalmente, quisiera encareceros la gran responsabilidad que tiene toda la Iglesia diocesana de auxiliar, también económicamente, al Seminario para poder garantizar una adecuada formación de los que serán los pastores del mañana. Por ello, pido a todos que seáis generosos en la colecta de este domingo.

Pongo en las manos maternales de la Santísima Virgen del Buen Aire y de los Santos diocesanos la sacrosanta intención de las vocaciones sacerdotales para el bien del Pueblo de Dios. Encomiendo esta intención especialmente a los grandes modelos sacerdotales de nuestra Archidiócesis, san Leandro y san Isidoro, san Manuel González García, el beato cardenal Spínola, y singularmente de San Juan de Ávila, patrono del clero español.

Para todos, mi afecto fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Boletín informativo de marzo de 2019

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Conferencia formativa "Los signos teológicos-litúrgicos del Bautismo"

(Publicado el jueves, 14 de marzo de 2019)

Dentro del ciclo formativo organizado por la Parroquia de Santiago para el presente curso, denominado “LA PARROQUIA, manantial de la iniciación cristiana”, el domingo 17 de marzo tendrá lugar la conferencia “Los signos teológico-litúrgicos del Bautismo”, a cargo del Ilustre Sr. D. Luis Rueda Gómez, Canónigo Prefecto de Liturgia de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla y Doctor en Teología Litúrgica. Fue Cura Párroco de Santiago el Mayor de nuestra ciudad durante unos años. Recordemos también que D. Luis se formó en la parroquia de San Sebastián, donde permaneció algunos años, con el recordado Cura Párroco D. Manuel Gómez Sánchez, del que aprendió el oficio de pastor, así como las buenas dotes que tenía dicho sacerdote para relacionarse con la feligresía, atrayendo a los fieles a participar de la vida parroquial.

La conferencia será a las 13:00 horas, en la Parroquia de Santiago el Mayor.

Fotografía: Archidiócesis de Sevilla.
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"UN DRAMA DE CALDERÓN" Obra de teatro a beneficio del Monasterio de Santa Clara

La compañía de teatro L’Atajea representará, en el Teatro Gutiérrez de Alba durante los días 23 (sábado) y 24 (domingo) de marzo la obra cómica “UN DRAMA DE CALDERÓN”, a beneficio del Convento de las Hermanas Clarisas. Es una comedia en dos actos, obra de los geniales Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández. El primer día la representación será a las 18:00 horas y el segundo a las 12:00 del mediodía.

Esta compañía, de Mairena del Alcor, actuará para ayudar a la Comunidad de Hermanas Clarisas, para lo que se ha pedido colaboración a diversas entidades para la venta de entradas, de forma que tan simpática obra sea vista por el máximo número de espectadores. Para ello se ha puesto la entrada a un precio módico: 10 €. También pueden comprarse en nuestra Sección adoradora, poniéndose en contacto con cualquiera de los miembros del Consejo Directivo. Podemos afirmar que la respuesta de los alcalareños a esta iniciativa está siendo muy positiva, ya que el número de entradas vendidas por nuestra Sección Adoradora, pasa ya de las setenta, faltando aún muchos días para las dos funciones de la obra. Existe además, una “fila cero”, para aquellas personas que deseen colaborar con las Hermanas Clarisas aunque no puedan asistir a la representación. Todos los beneficios irán destinados íntegramente al convento. A partir del sábado 16 de marzo, las entradas solo se podrán comprar en la tienda de venta de dulces del convento, en la calle Alcalá y Orti.

Es una forma de devolver a esta querida Comunidad, una de las instituciones más antiguas de Alcalá (que permanece en la ciudad desde finales del siglo XVI, en el mismo lugar) un poco del amor que ellas muestran por nuestro pueblo y por todos sus habitantes, a los que quieren y estiman, y por los que rezan a diario, aún sin conocerlos físicamente, en su callada pero ejemplar Regla: “Ora et labora”.
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Vigilia mensual de Adoración a Jesús Sacramentado

(Publicado el lunes, 11 de marzo de 2019)

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Crónica de los cultos celebrados en honor del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz

(Publicado el sábado, 9 de marzo de 2019)

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía de Adoración Nocturna Española al Santísimo Sacramento, celebró Solemnes cultos en honor de uno de sus Titulares, el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, en el Monasterio de Santa Clara, donde radica.

Al igual que el pasado año de 2018, consistieron en el Triduo de Reparación y Desagravio, conocido popularmente, incluso en términos eclesiásticos, como “Triduo de Carnaval”, por hacerse precisamente los tres días que anteceden al Miércoles de Ceniza, días en que se celebran las Carnestolendas. Así, tuvo lugar el 3, 4 y 5 de marzo, con la celebración de la Santa Misa, Exposición Mayor del Santísimo Sacramento, rezo de la Estación a Jesús Sacramentado, y bendición con Su Divina Majestad. El oficiante fue el Rvdo. P. D. Juan Manuel Melgar González, SDB, Director de la Casa Salesiana de Alcalá y Capellán del Monasterio. Para el Triduo, la antigua Imagen, de estilo y materiales hispanoamericanos, (según el profesor D. Joaquín Arquillo, que dirigió el equipo encargado de restaurarla en la Facultad de bellas Artes de la Universidad de Sevilla), estuvo colocada en el presbiterio, erguida la cruz sobre su pedestal, pendiendo del patibulum, o travesaño horizontal, el Velo de tinieblas, en el que destacaban el sol y la luna, bordados a izquierda y derecha, entre multitud de estrellas, como simbología de la muerte salvífica del Redentor en la Cruz.


La novedad en este segundo año de presencia del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz en la ciudad del Guadaíra, consistió en que los cultos se ampliaron al Miércoles de Ceniza, 6 de marzo, en el que, tras la Santa Misa, se realizó el Primer Vía Crucis con la Sagrada Imagen por los patios y Claustro grande del Monasterio. Al mismo asistió una representación del Consejo Diocesano de Sevilla de la Adoración Nocturna Española, encabezada por su Presidente D. José Enrique González Fernández. Tras la Misa de imposición de la Ceniza, propia del día, oficiada igualmente por el Rvdo. Padre Salesiano D. Juan Manuel Melgar González, se dio comienzo el piadoso Ejercicio del Vía Crucis, cuyos textos pudieron ser seguidos por la totalidad de los fieles que llenaban el templo con un cuadernillo al efecto. Dichos textos se eligieron del Vía Crucis Franciscano. Por su parte, las Hermanas Clarisas entonaron, después del enunciado de las catorce estaciones, un motete propio y antiquísimo de la Comunidad alcalareña, cuyo texto hacía alusión a cada una de ellas. Todos acababan con el mismo estribillo, mencionando la soledad de la Virgen María, y su fidelidad a Cristo Sacramentado.


Todo el recorrido fue muy emotivo y devoto, dado el entorno en el que se realizó. A ello contribuyó el fervor de los muchos fieles asistentes, así como la pericia de los portadores de los distintos relevos, ya que en algunos momentos hubo que salvar alguna de las puertas, no sin cierta dificultad. Era la primera vez que el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz pisaba los recintos conventuales, ordinariamente ocultos a las miradas de todos, y eso se notaba en la expresión de los rostros de los asistentes que tuvieron la suerte de vivir el momento. Durante el recorrido, al cual se incorporó el Rvdo. D. Manuel María Roldán Roses, párroco de Santiago el Mayor, la Sagrada Imagen fue portada, además de por adoradores de la Archicofradía alcalareña, por costaleros y hermanos de la Agrupación Parroquial de Nuestro Padre Jesús de la Paz en el Beso de Judas y María Santísima de la Estrella; de la Dominica Hermandad de Nuestra Señora la Virgen del Rosario, Patriarca Bendito San José y Cofradía de Penitencia de la Divina Misericordia y María Santísima de la Trinidad, así como por miembros de la llamada “Octava trabajadera”, grupo formado por veteranos costaleros de Alcalá, cuyo nexo común es haber portado el paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno. En una de las estaciones, el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, fue portado por las propias Hermanas Clarisas, pues, como es sabido, la vinculación de la Advocación de la Vera+Cruz es de raigambre Franciscana, y en otra Estación lo portaron grupos de señoras devotas.

Las estaciones estuvieron estratégicamente distribuidas durante el recorrido: 1.-  Jesús es condenado a muerte (Presbiterio); 2.- Jesús carga con la cruz (Porche de la iglesia conventual, azulejo de Santa Clara, conmemorativo del Octavo Centenario); 3.- Jesús cae por primera vez (Patio interior del convento, Puerta Reglar); 4.- Jesús se encuentra con su Madre (Cruz de la cripta); 5.- Jesús es ayudado por el cireneo (Claustro, azulejo de Santa Clara, junto a las campanas); 6.- La Verónica limpia el rostro de Jesús (Claustro, junto a la escalera del coro); 7.- Jesús cae por segunda vez (Claustro, mural de la Virgen del Águila); 8.- Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén (Claustro, azulejo de la Inmaculada); 9.- Jesús cae por tercera vez (Claustro, Cruz del Perdón); 10.- Jesús es despojado de sus vestiduras (Claustro, cuadro de la Divina Misericordia); 11.- Jesús es clavado en la cruz (Cripta, cruz de la Venerable Madre Encarnación Ordóñez); 12.- Jesús muere en la cruz (Patio interior del convento, Puerta Reglar); 13.- Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su Madre (Porche de la iglesia conventual, azulejo de Santa Clara); 14.- Jesús es sepultado (Presbiterio).












Finalizado el acto, y colocado de nuevo el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz en las gradas del altar mayor, los fieles asistentes pasaron a besar el pie de la Sagrada Imagen. Un acto digno del comienzo de la Cuaresma en Alcalá, con una advocación, además, de gran raigambre por los muchos siglos de devoción que atesoró en la ciudad, y que, aunque desaparecida durante una época, ha sido recuperada por la Sección adoradora, incluyéndola entre sus Titulares, para que no pierda la devoción que muchas generaciones pasadas de alcalareños tuvieron al Sagrado Leño y a Jesucristo, que se sacrificó en él para salvarnos, dando su vida por todos nosotros, quedándose además en las Sagradas Especies del Pan y del Vino hasta la consumación de los tiempos. 

Redacción: N. H. A. D. Juan Jorge García García.
Fotografías: N. H. A. D. José Antonio López Martínez y N. H. A. D. Juan Escamilla Martín.


A continuación, se enumeran los medios que han compartido esta noticia:

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Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia ataviada para la Cuaresma




Fotografías realizadas por N. H. A. D. Juan Escamilla Martín.
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‘Recuperar el Viacrucis’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 8 de marzo de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

Estamos iniciando la primera semana de Cuaresma, que yo deseo provechosa y santificadora para todos y cada uno de los fieles y comunidades de la Archidiócesis. Estoy seguro de que muchos de vosotros estáis tomando muy en serio las invitaciones a la conversión que en estos días nos hace la Iglesia. Otros, sin embargo, podemos contentarnos con un cambio aparente y superficial, sin penetrar con sinceridad y verdad en las entretelas de nuestro corazón, que es de  donde surge la bondad y la maldad, que después afloran en nuestras actitudes y en nuestros labios. El Señor nos invita en esta Cuaresma a rasgar los corazones y no las vestiduras, como nos decía el profeta Joel en el pasado Miércoles de Ceniza, a convertirnos, a cambiar nuestros criterios y actitudes y a volver a Él y a nuestros hermanos con la decisión y la humildad del hijo pródigo, que se levanta con determinación de la tristísima situación en que se encuentra, para volver a la casa del Padre, solicitar su perdón y reencontrar la paz y la alegría.

Una práctica piadosa, de gran riqueza espiritual, que puede ayudarnos mucho en nuestro camino de conversión en esta Cuaresma es el ejercicio de Viacrucis, bendecido secularmente por la Iglesia y primado con numerosas indulgencias. La práctica del Viacrucis ha hecho muchísimo bien a  generaciones y generaciones de cristianos, que ya en la Edad Antigua y en la alta Edad Media peregrinaban a los santos lugares de Palestina y recorrían con piedad, fervor y compunción de corazón los escenarios de la Pasión del Señor, meditando cada uno de los acontecimientos redentores.

Aunque parece que el primero en erigir un Viacrucis en España fue el Beato dominico Álvaro de Córdoba en el convento de Scala Coeli, en la Sierra cordobesa, a la vuelta de una peregrinación a Tierra Santa, a Sevilla le cabe el honor de haber popularizado esta devoción que pertenece a la entraña más profunda de la religiosidad sevillana. En efecto desde aquí fue llevada a la América recién descubierta y aquí arraigó como en ningún otro lugar a partir del año 1521, cuando don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa y Adelantado mayor de Andalucía, inicia el  Viacrucis a la Cruz del Campo, que según los historiadores locales, es el punto de partida de la Semana Santa sevillana, tal y como hoy la conocemos.

Os invito a recuperar esta devoción allí donde se haya perdido y practicarla con fervor creciente allí donde no ha desparecido del todo. La contemplación de las distintas escenas del camino de Jesús hacia el Calvario, revividas con la lectura de los textos bíblicos correspondientes y la apoyatura de la cálida reflexión de un buen autor ascético, nos ayudará a penetrarnos, como nos pide san Pablo, de los mismos sentimientos de Cristo, el cual siendo de condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, tomó la condición de esclavo, abajándose hasta la muerte y una muerte de cruz (Fil 2, 5-8).

     De eso se trata en el ejercicio del Viacrucis, en el que nos adentramos en la meditación de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo y admiramos la infinitud de su amor por la humanidad y por cada uno de nosotros. Al contemplar los momentos estelares de la epopeya de nuestra salvación, al meditar en su humildad y silencio en el juicio inicuo de los sumos sacerdotes; al considerar la cobardía cómplice de Pilatos, al que tantas veces emulamos; al verle cargar resueltamente con la cruz, aceptando amorosamente la voluntad del Padre celestial; al verle desplomarse por tres veces, hundido por el peso de la cruz y de nuestros pecados; al meditar en los dolores acerbísimos de la flagelación y de la coronación de espinas, de la crucifixión y de la lanzada del soldado que abre su corazón; al contemplar, en suma, su muerte redentora por nuestros pecados, hemos de movernos a la conversión, al cambio de vida y a la vuelta a Dios.

Al mismo tiempo, hemos de decidirnos de una vez por todas a responder con amor a su entrega generosa y preguntarnos, como hace San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales: “Qué he hecho por Cristo, que hago por Cristo, qué debo hacer por Cristo”. Del mismo modo, la contemplación del amor inmenso de Jesús por nosotros debe llevarnos a renovar y fortalecer nuestra fraternidad, a amar y servir a nuestros hermanos, especialmente los más pobres y necesitados, con los que él se identifica. Así nos lo dice el apóstol San Juan: “Si Dios nos ha amado de esta manera, también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos” (1 Jn 4,11).

Dios quiera que la práctica del Viacrucis aliente nuestra conversión y nos ayude a prepararnos a las celebraciones de la Pasión y Muerte de nuestro Señor.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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‘Iniciamos el camino de Cuaresma’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 1 de marzo de 2019)

Queridos hermanos y hermanas:

Con la imposición de la ceniza comenzaremos el próximo miércoles el tiempo de Cuaresma. En ella nos preparamos a celebrar el Misterio Pascual. Su duración de cuarenta días evoca el periodo que pasó Jesús en el Monte de la Cuarentena, orando y ayunando, antes de emprender su misión salvadora.

Como Jesús, también nosotros emprendemos un camino de ascesis, interioridad y oración para dirigirnos espiritualmente al Calvario, meditando y reviviendo los misterios centrales de nuestra fe. De este modo, celebrando el misterio de la Cruz, nos prepararemos para gozar de la alegría de la Resurrección.

El próximo miércoles participaremos en un rito lleno de simbolismo, la imposición de la ceniza, que contiene una llamada apremiante a reconocernos pecadores, a rasgar nuestros corazones, como nos pedirá el profeta Joel, a convertirnos y a volver al Señor. Se nos invitará a convertirnos y a creer en el Evangelio, a adherirnos de forma radical e irrevocable al Señor y a buscar en la Palabra de Dios el alimento de nuestra fe y de nuestra vida cristiana en este tiempo santo.

Éste es el único programa posible en nuestra Cuaresma: escuchar la Palabra de la verdad que salva, vivir en la verdad, decir y hacer la verdad, rechazar la mentira que es siempre el pecado. Es necesario, por tanto, volver a escuchar en estos cuarenta días el Evangelio, la Palabra de la verdad, para vivirla y ser sus testigos. La Cuaresma nos invita a dejar que la Palabra de Jesús y su Evangelio penetren en nosotros, para de este modo, conocer la verdad más auténtica de nuestra vida: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, cuál es el supremo valor por el que nos levantamos cada mañana, luchamos y sufrimos, cuál es el camino que debemos tomar en la vida para no malbaratarla ni perderla.

El tiempo santo de Cuaresma y la severidad de la liturgia de este tiempo nos ofrecen un programa ascético que debe llevarnos a la conversión del corazón, a través de la oración más dilatada, constante y sosegada; a través del silencio y el desierto, que nos ayudan a entrar dentro de nosotros mismos para reconocer nuestro pecado y para abrir el corazón al amor misericordioso de Dios; a través del ayuno y la mortificación voluntaria que nos une a la Pasión de Cristo; y a través de la limosna discreta y silenciosa, sólo conocida por el Padre que ve en lo secreto.

Llamo vuestra atención sobre el valor cristiano del ayuno, que en nuestros días en muchos ambientes cristianos casi ha desaparecido. Al mismo tiempo, ha ido acreditándose como una medida terapéutica, conveniente para el cuidado del propio cuerpo y como fuente de salud. La Cuaresma, sin negar estas virtualidades, nos depara la oportunidad de recuperar el auténtico significado de esta antigua práctica penitencial, que nos ayuda a mortificar nuestro egoísmo, a romper con los apegos que nos separan de Dios, a controlar nuestros apetitos desordenados y a ser más receptivos a la gracia de Dios. El ayuno contribuye a afianzar nuestra conversión al Señor y a nuestros hermanos.

Efectivamente, la práctica voluntaria del ayuno nos permite caer en la cuenta de la situación en que viven muchos hermanos nuestros, casi un tercio de la humanidad, que se ven forzados a ayunar como consecuencia de la injusta distribución de los bienes de la tierra y de la insolidaridad de los países ricos. Desde la experiencia ascética del ayuno, y por amor a Dios, hemos de inclinarnos como el Buen Samaritano sobre los hermanos que padecen hambre, para compartir con ellos nuestros bienes. Y no sólo aquellos que nos sobran, sino también aquellos que estimamos necesarios. Con ello demostraremos que nuestros hermanos necesitados no nos son extraños, sino alguien de nuestra familia, alguien que nos pertenece.

En la antigüedad cristiana se daba a los pobres el fruto del ayuno. En estos momentos no faltan voces que nos advierten que la crisis económica ya está superada. Sin embargo, los pobres siguen estando ahí, en nuestros barrios y en nuestros pueblos. Hemos, pues, de redescubrir y promover esta práctica penitencial de la primitiva Iglesia. Por ello, os pido a todos que, junto a las prácticas cuaresmales tradicionales, la oración, la escucha de la palabra de Dios, y la mortificación, intensifiquéis el ayuno personal y comunitario, destinando a los pobres, a través de nuestras Caritas y Manos Unidas, aquellas cantidades que gracias al ayuno podamos entregar.

Quiera Dios que aprovechemos de verdad este tiempo de gracia y salvación. Que no echemos en saco roto la gracia que el Señor quiere derramar sobre nosotros con las prácticas cuaresmales. Que nos dejemos reconciliar con Dios, como nos pide san Pablo. Que la Santísima Virgen nos sostenga en el empeño de liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado, nos aliente en nuestra conversión al Señor y a nuestros hermanos y nos conceda una Cuaresma fructuosa y santa.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+  Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

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Cultos al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz: Solemne Triduo de Desagravio en Carnaval y Vía Crucis


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