‘Les explicó las Escrituras’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 28 de abril de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de este domingo III de Pascua nos narra el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús en la misma tarde del domingo de resurrección: Nos narra también, el diálogo por el camino, la cena eucarística a la llegada a Emaús y la misteriosa desaparición del Señor, que llena de nostalgia a sus acompañantes que se preguntan: «¿Acaso no ardía nuestro corazón mientras hablaba con nosotros, en el camino, cuando nos explicaba la Escritura?». De ella quiero hablaros en este domingo. La Sagrada Escritura nos dijo el Concilio Vaticano II debe ser la fuente primera de nuestra oración y meditación y la inspiradora de la existencia cristiana.

No faltan quienes se acercan a ella por mera curiosidad intelectual, o por un mero interés científico o erudito, por ser un texto antiguo, lleno de sabiduría religiosa, de valores morales y de poesía. Fue el primer libro impreso por Gutenberg luego de la invención de la imprenta en 1450, el más veces impreso en los últimos quinientos años, el más leído y el que ha ejercido mayor influencia en la cultura occidental.

Hay otro modo de acercarse a la Biblia, el de las personas convencidas de que ella contiene la Palabra viva de Dios para nosotros, por ser un conjunto de libros inspirados, escrito por sus autores respectivos, pero con la intervención directa de Dios. En realidad son libros humanísimos, y a la vez, divinos, que nos hablan y nos revelan el sentido de la vida y de la muerte.

Nos revelan, sobre todo, el amor de Dios. San Agustín escribió que si todas las Biblias del mundo desaparecieran y quedara sólo una copia, y de ella sólo fuera legible una página, y de esta página una sola línea, si esta línea es la de la primera carta de san Juan donde está escrito: «Dios es amor», toda la Biblia se habría salvado, porque esas tres palabras son su mejor resumen. Así se explica que haya personas sencillas, sin apenas cultura, que encuentran en la Biblia, sobre todo en el Nuevo Testamento, respuestas verdaderas, consuelo, fortaleza, luz, vida y esperanza.

Aprenden también a conocer y a amar a Jesucristo. Sólo se ama aquello que bien se conoce. Sólo amaremos de verdad a Jesús y nos entusiasmaremos en su seguimiento e imitación, si nos dejamos fascinar por su vida, si de verdad le conocemos a través de la lectura asidua del Evangelio. “Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo”  nos dice san Jerónimo, pues en él se encuentra “la ciencia suprema de Cristo”, nos dice san Pablo (Fil. 3,8). San Jerónimo nos dice además que la lectura de la Palabra de Dios debe hacerse en un clima de piedad, de unción religiosa y de oración, en un clima de escucha de quien nos habla a través de su Palabra y que espera nuestra respuesta en un diálogo cálido y amoroso.

La lectura del Evangelio debe hacerse también desde una actitud de conversión, de humildad y de pobreza, dispuestos a confrontar el mensaje luminoso de Jesús con nuestra propia vida, con sus deficiencias, miserias y cobardías, dispuestos a dejar que el testimonio y la luz de Jesús penetren en aquellos espacios de nuestro corazón que no le pertenecen, que no han sido salvados por su gracia, porque están llenos de apegos, ataduras y sentimientos contrarios al Evangelio. “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo” nos dice el autor de la carta a los Hebreos (4,12). Ella “puede edificar y dar la herencia a todos los que han sido santificados”, nos dice san Pablo en el libro de los Hechos (20,32); “ella nos enseña, nos convence, nos dirige a la justicia y nos lleva a la perfección”, (2 Tim 3,16-17). Pero su eficacia está condicionada a que nos dejemos modelar y transformar por ella. Sólo desde la actitud de conversión, la lectura diaria del Evangelio nos ayudará a encontrar el auténtico eje de nuestra vida que es el Señor, nuestro único centro y fuente de plenitud humana y de gozo espiritual.

No quiero terminar mi carta semanal sin señalar un detalle: Jesús se ha quedado entre nosotros por varios caminos: la Iglesia, sacramento de Jesucristo y madre nuestra, los hermanos, con los que Él se identifica, la Eucaristía y su Palabra. En estas dos últimas está presente, en la Eucaristía como alimento, y en la Palabra como  luz y verdad. La Palabra tiene alguna ventaja sobre la Eucaristía: a la comunión no se pueden acercar más que los que ya creen y están en estado de gracia; a la Palabra de Dios, en cambio, se pueden acercar todos, creyentes y no creyentes, practicantes y no practicantes, casados y divorciados. Es más, para llegar a ser creyentes, el medio más normal es precisamente escuchar la Palabra de Dios.

Para unos y otros, todos hijos muy amados de Dios, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

Continuar leyendo >>

Hoy, VI Reunión formativa de la Misión Popular

(Publicado el sábado, 22 de abril de 2017)

Hoy, a las seis de la tarde, la Sección tendrá la VI REUNIÓN FORMATIVA DE LA MISIÓN POPULAR.

Es preciso llevar consigo el libro "Misiones Populares: Formarnos para la Misión", editado por la Vicaría Episcopal para la Nueva Evangelización de la Archidiócesis de Sevilla, y que fue repartido a todos los fieles de manos del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Santiago Gómez Sierra, Obispo Auxiliar de Sevilla, en la Misa de Inicio de la Misión en la Parroquia de Santiago el Mayor, el 29 de octubre del pasado año 2016.

Este mes trataremos el tema "La parroquia, casa de la Palabra y la espiritualidad".

Quien desee asistir deberá acceder al Convento de Santa Clara por la calle Alcalá y Ortí, 39.
Continuar leyendo >>

Hoy, Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra
de la Venerable Archicofradía Sacramental de
ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
Establecida en el Convento de Santa Clara
y de la que es Presidente Honorario
S. E. R. Fray Carlos Amigo Vallejo, O. F. M. (q. D. g.)
Cardenal de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat
(vulgo de Santa María de Montserrat de los Españoles)
y Arzobispo Emérito de Sevilla

EN HONOR Y GLORIA DEL

SANTÍSIMO SACRAMENTO

CONSAGRA

VIGILIA DE ADORACIÓN

hoy, sábado, 22 de abril,
a las 7 y media de la tarde,
comenzando con la SANTA MISA, cantada por las Hermanas Clarisas,
y EXPOSICIÓN MAYOR DE S. D. M.

Seguidamente, se rezarán las VÍSPERAS, la ORACIÓN DE PRESENTACIÓN DE ADORADORES
y el OFICIO DE LECTURA (en separata).

En honor de la Bienaventurada Virgen María se rezará el SANTO ROSARIO.

A las 22:15 h. se rezarán las PRECES EXPIATORIAS y COMPLETAS (en separata),
en unión con las Hermanas Clarisas.

A las 22:30 h. concluirá este Culto con la DESPEDIDA DE S. D. M.


La REUNIÓN PREVIA para preparar la Vigilia tendrá lugar a las 19:00 h.


A. D. MMXVII
A. M. D. G. et B. V. M.
Continuar leyendo >>

‘En tu declaración de la renta, no te olvides de la Iglesia’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 21 de abril de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

Desde el pasado 5 de abril y hasta el 30 de junio, los españoles estamos convocados a presentar la declaración de la renta. Es la forma de contribuir solidariamente al sostenimiento de los servicios públicos que disfrutamos. Al mismo tiempo hacemos posible una mejor distribución de los bienes, haciendo que lleguen a los más pobres, que de otro modo no podrían disfrutar de los servicios esenciales. Hacer la declaración de la renta con veracidad es obligación de todo ciudadano. Para los cristianos es un deber religioso y de conciencia.

El Nuevo Testamento nos habla con toda claridad de la obligación de pagar los impuestos. Jesús paga el tributo debido al templo (Mt 17,24-27) y encarece la obligación de dar al César lo que es del César (Mt 22,21). San Pablo, por su parte, nos dice: «Pagad a todos lo que debáis, a quien tributo, tributo; a quien impuesto, impuesto…» (Rom 13,7).

Ya el papa Pío XII nos enseñó que «no existe duda alguna sobre el deber de cada ciudadano de soportar una parte de los gastos públicos». Otro tanto afirmaron Juan XXIII, Juan Pablo II, el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, que nos asevera que «la sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos…»

El ejercicio de este deber ciudadano nos posibilita cumplir el quinto mandamiento de la Iglesia, es decir ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Hay un modo muy sencillo de hacerlo: marcando con una equis (x) la correspondiente casilla del impreso de la declaración. Con ello, manifestamos nuestra voluntad de que una parte nuestros impuestos, el 0,7%, se destine a la Iglesia. Poner este signo no supone pagar más impuestos. Debemos ponerlo incluso en el caso de que nuestra declaración resulte a devolver. Hay que advertir también que cabe la posibilidad de marcar simultáneamente la casilla destinada a “otros fines sociales”, cosa que yo recomiendo. En este caso son las ONGs para el desarrollo las destinatarias del mismo porcentaje que percibe la Iglesia. Entre ellas se encuentran muchas organizaciones católicas que sirven a los más pobres en España y en los países del Sur.

  Las razones para tomar en serio esta responsabilidad son, entre otras, los bienes que de la Iglesia hemos recibido, el don del bautismo, la filiación divina, la vida de la gracia, el perdón de los pecados, el pan de la Eucaristía y la formación cristiana. Gracias a ella vivimos  nuestra fe en una comunidad que nos arropa y acompaña. El ejercicio de la religión, por otra parte, contribuye decisivamente al bien de la sociedad, pues genera cohesión social, cultura, civismo y  educación; favorece el desarrollo verdadero de las personas y de los pueblos y es fuente de valores como la solidaridad, la justicia y la convivencia.

Para cumplir su misión pastoral y evangelizadora, para garantizar el funcionamiento de los Seminarios, de los servicios administrativos y pastorales, para ayudar a las misiones, servir a los pobres, a los enfermos, a las personas que viven en soledad, a los jóvenes, niños, ancianos y familias; para conservar su patrimonio artístico y cultural y para construir nuevos templos; en definitiva, para seguir haciendo el bien, la Iglesia necesita medios económicos y la ayuda de sus fieles.

Felicito de corazón a la comunidad diocesana porque nuestra Archidiócesis ocupa un puesto destacado entre las Diócesis de España en el porcentaje de declarantes a favor de la Iglesia católica. En el año pasado han sido un 44,43 %, cifra estimable cuando la media nacional está en torno al 34%. En el pasado ejercicio fiscal el número de sevillanos que han asignado a la Iglesia ha sido de 321.816. El importe total asignado ha supuesto 9.125.658 euros, ocupando el  cuarto puesto de las Diócesis españolas en la cantidad aportada. De ella, nos llega a nosotros aproximadamente la mitad, pues la otra mitad la compartimos con Diócesis rurales más necesitadas.

Un año más vuelvo a llamar a vuestra puerta y a pediros que colaboréis con la Iglesia para que siga haciendo el bien y ayudando a quienes tanto necesitan. Por ello, pido a los sacerdotes y a los religiosos con cura de almas, que comenten brevemente en la Eucaristía de alguno de los próximos domingos el contenido de esta carta semanal. Hago mía la exhortación de san Pablo a los fieles de Corinto, invitándoles a ser generosos con la Iglesia de Roma que está atravesando un periodo de especial necesidad: “Que cada uno actúe según el dictado de su corazón, no de mala gana, ni como obligado, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7). Si llevamos a la Iglesia en el corazón, conscientes de lo que ella es y representa para nosotros, estoy seguro de que acogeréis de buen grado mi petición.

Con mi gratitud anticipada, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Continuar leyendo >>

Santa Misa de la Misión Popular

(Publicado el martes, 18 de abril de 2017)

El próximo sábado, 22 de abril, a las siete y media de la tarde, nuestra Sección Adoradora Nocturna asistirá a la SANTA MISA DE LA MISIÓN POPULAR, que se celebrará en la Parroquia de Santiago el Mayor, oficiada por nuestro párroco el Rvdo. Sr. D. Manuel María Roldán Roses.
Continuar leyendo >>

Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra
de la Venerable Archicofradía Sacramental de
ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
Establecida en el Convento de Santa Clara
y de la que es Presidente Honorario
S. E. R. Fray Carlos Amigo Vallejo, O. F. M. (q. D. g.)
Cardenal de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat
(vulgo de Santa María de Montserrat de los Españoles)
y Arzobispo Emérito de Sevilla

EN HONOR Y GLORIA DEL

SANTÍSIMO SACRAMENTO

CONSAGRA

VIGILIA DE ADORACIÓN

el próximo sábado, 22 de abril,
a las 7 y media de la tarde,
comenzando con la SANTA MISA, cantada por las Hermanas Clarisas,
y EXPOSICIÓN MAYOR DE S. D. M.

Seguidamente, se rezarán las VÍSPERAS, la ORACIÓN DE PRESENTACIÓN DE ADORADORES
y el OFICIO DE LECTURA (en separata).

En honor de la Bienaventurada Virgen María se rezará el SANTO ROSARIO.

A las 22:15 h. se rezarán las PRECES EXPIATORIAS y COMPLETAS (en separata),
en unión con las Hermanas Clarisas.

A las 22:30 h. concluirá este Culto con la DESPEDIDA DE S. D. M.


La REUNIÓN PREVIA para preparar la Vigilia tendrá lugar a las 19:00 h.


A. D. MMXVII
A. M. D. G. et B. V. M.
Continuar leyendo >>

Carta pastoral ‘El Señor ha resucitado, Aleluya’

(Publicado el domingo, 16 de abril de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

Termina la Semana Santa con la solemnidad de la Resurrección del Señor, que es el foco que ilumina y da sentido a toda la vida del Señor. Sin ella, todo se reduce a la nada. Sin la resurrección, ni la encarnación sería la encarnación del Hijo de Dios, ni su muerte nos hubiera redimido, ni sus prodigios serían milagros. Sin la resurrección, Jesús quedaría reducido a un genio del espíritu o quizá simplemente a un gran aventurero, por no decir a un loco iluminado. ¿Y nosotros? ¿Qué sería de nosotros los cristianos si el Señor no hubiera resucitado? ¿Para qué serviría nuestra Iglesia? ¿Para qué serviría la oración, nuestros cultos y tradiciones? ¿Para qué serviría el esfuerzo moral y el sacrificio si Jesús hubiera sido devorado definitivamente por la muerte? No exagera San Pablo cuando dice que “si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe… somos los más desgraciados de todos los hombres” (1 Cor 15,14-20), porque creeríamos en vano, esperaríamos en vano, nos alimentaríamos de sueños, daríamos culto al vacío, nuestra alegría sería grotesca y nuestra esperanza la más amarga estafa cometida jamás.

La Palabra de Dios de este Domingo de Pascua disipa nuestras dudas e inseguridades. Como los Apóstoles, que ven al Señor resucitado en la misma tarde de la resurrección, cuando están recluidos en el Cenáculo, también nosotros escuchamos la alegre noticia de las mujeres: “Hemos visto al Señor”. Esta es la magnífica noticia que la Iglesia anuncia hoy al mundo en una explosión de alegría incontenible: “Jesús ha resucitado, ¡Aleluya!”. Sí, su Padre lo ha resucitado, ha aceptado su sacrificio, le ha devuelto el Espíritu que Él le entregara en el Calvario y ha puesto sobre Él su sello, como hiciera en el Jordán y en el Tabor, diciéndonos una vez más: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadle”. Por ello, es justo que en esta mañana de Pascua cantemos con la Iglesia: “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”.

Gracias a los Apóstoles y a los numerosos testigos que contemplan al Señor resucitado, nosotros sabemos que la resurrección del Señor no es un hecho legendario o  simbólico, sino real. No es la mera pervivencia del recuerdo y del mensaje del Maestro en la mente y en el corazón de sus discípulos. Hoy no faltan quienes no creen en la resurrección de Jesús. La creen irreal. Esa fue también la actitud de Tomás cuando sus compañeros le dicen que han visto al Señor. Necesita tocar con sus manos las llagas de la Pasión. No faltan hoy historiadores y arqueólogos ignorantes que siguen buscando la tumba sellada de Jesús que jamás encontrarán. También nosotros hemos podido dudar más de una vez. Pidamos al Señor que fortalezca nuestra fe, que nos dé una fe clara y firme como la fe de los mártires, que dieron la vida por Él, como la fe de los santos de todas las épocas, que creyeron y esperaron.

Sí, queridos hermanos y hermanas, el Señor vive, el Señor no ha sido devorado definitivamente por la muerte. El Señor vive y nos da la vida. Por ello, el cristianismo no es sólo una ideología, una doctrina, una fórmula de felicidad o un código de normas de conducta, sino un camino y una verdad que es vida, porque su centro es una persona viva, que ha resucitado y que está sentado a la derecha del Padre, que nos ama, que nos conoce por nuestro propio nombre, que nos invita a su seguimiento, que desea tener una relación personal con nosotros, que nos regala los dones de su Espíritu, entre ellos la paz, que Él desea a los Apóstoles, y la alegría que inunda sus corazones cuando contemplan al Señor resucitado.

Esta certeza debe transformarse en confianza, en fuente de sentido para nuestra vida, y en la más firme seguridad a la hora de programar nuestro futuro, pues la resurrección del Señor es el fundamento más firme de nuestra propia resurrección. El Resucitado nos ha conquistado una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera, que nos ha reservado en el cielo. Efectivamente, por su resurrección, el Señor nos ha abierto las puertas del cielo, donde, como dice San Agustín, “veremos y gozaremos, gozaremos y amaremos. Este será el fin sin fin”. Esta certeza alienta nuestra esperanza en la vida de cada día, y es caudal de alegría desbordante ante las dificultades, cuando nos visita la enfermedad, el dolor y el sufrimiento. Esta certeza, por fin, debe ser acicate en la vida moral, que es respeto a la Ley de Dios, que es entrega generosa a nuestros hermanos, que es esfuerzo por ser cada día mejores con el estilo de quien ha resucitado con Cristo y aspira a vivir en una vida nueva.

Este es mi deseo para todos los cristianos de la Archidiócesis, a los que envío mi saludo fraterno y mi bendición. ¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

Continuar leyendo >>

Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano ataviada para el Tiempo Pascual

(Publicado el sábado, 15 de abril de 2017)


Fotografía: N. H. A. D. Juan Escamilla Martín.
Continuar leyendo >>

AVISO: La Vigilia del mes de abril se traslada al día 22

(Publicado el miércoles, 12 de abril de 2017)

El próximo sábado, 15 de abril, es Sábado Santo. La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos, y se abstiene absolutamente del Sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta días pascuales.

Por tanto, la Vigilia de Adoración al Santísimo Sacramento, que esta Antigua y Franciscana Sección Adoradora Nocturna tiene instituido que debe celebrarse el tercer sábado de cada mes, se traslada al siguiente, día 22 de abril.
Continuar leyendo >>

‘Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla (TEXTO y AUDIO)

(Publicado el viernes, 7 de abril de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

En la Eucaristía de este Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa, escucharemos el relato de la Pasión según san Mateo que, como en una especie de preludio, nos introduce en los misterios culminantes de la vida de Jesús, que la Iglesia anuncia, celebra y actualiza en estos días. En el Triduo Pascual, vamos vivir los acontecimientos redentores, la pasión, muerte y resurrección del Señor, la más grande historia de amor, una historia de salvación acontecida hace casi dos mil años, pero que no ha perdido actualidad, porque todavía vivimos de sus frutos saludables.
El origen de esta historia es el amor de Dios, que no se contenta con acercarse al hombre de múltiples modos a lo largo del Antiguo Testamento, sino que en la plenitud de los tiempos envía al mundo a su Hijo para salvar y redimir a la humanidad, alejada de Dios por el pecado, para brindarnos su amistad y hacernos partícipes de su vida divina.

La omnipotencia de Dios hubiera podido salvarnos sin necesidad de la Encarnación. Quiso, sin embargo, enviarnos a su Hijo, que bajó hasta lo más profundo de nuestras miserias, hasta la raíz de nuestro pecado, poniéndose a nuestro nivel, para realizar nuestra salvación, que culmina en la Cruz y en el Misterio Pascual, que sigue siendo actual porque es como un río que nace en el Calvario, que no deja de correr y en cuyas aguas todos estamos invitados a sumergirnos para limpiarnos y purificarnos.

Jesús acepta libremente la Pasión. Nadie le fuerza sino su amor al Padre y a la humanidad. Voluntariamente “ofreció la espalda a los que le golpeaban, la mejilla a los que mesaban su barba; no ocultó el rostro a insultos y salivazos” (Is 50,6), como escucharemos hoy en la primera lectura. Con libertad absoluta sube al árbol de la Cruz, en el que le clavan cruelmente para que no pueda escapar. Desde la Cruz extiende sus brazos para abrazarnos a todos. Permite que le abran su cuerpo, para que conozcamos sus entrañas de amor.

Como siervo obediente, nos dirá hoy san Pablo en la segunda lectura, “no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos; y así, actuando como un hombre cualquiera se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y muerte de cruz” (Fil 2,6-8). Subió al árbol del dolor, rehusando el árbol del placer y el trono de la gloria y el poder, que le mostrara Satanás en el desierto. Se vació de sí mismo al servicio de los hombres, abrazándose amorosamente a la cruz. Su muerte se convierte así en causa de salvación para toda la humanidad.

La liturgia de estos días nos presentará a Cristo como el nuevo Adán, que ofrece al Padre un sacrificio que repara y compensa sobradamente el pecado del primer Adán. La obra redentora de Cristo llega así a la raíz. No es una solución pasajera, ni un paliativo momentáneo, sino un injerto de gracia, que sana y renueva para siempre el árbol enfermo y maldito del paraíso, que se convierte así en árbol de bendición, en la Cruz bendita de nuestro Señor Jesucristo, que nos renueva y nos salva.

En ella descubrimos la realeza de Cristo, que los judíos proclaman en el Domingo de Ramos y que nosotros proclamaremos también en la procesión en la que aclamaremos al Señor con nuestros cantos como Profeta, Mesías, Rey e Hijo de Dios. En la Cruz se adivina ya en lontananza su triunfo definitivo, su glorificación, su resurrección y ascensión.

Entre los dos Domingos de triunfo, el de Ramos y el de Pascua, ocurre la epopeya grandiosa de la Pasión, en la que Jesús nos lo da todo: su cuerpo y su sangre, que quedan para siempre entre nosotros en el sacramento de la Cena. Nos deja también su testamento, el mandamiento nuevo del amor y de la fraternidad . Nos entrega además a su Madre como Madre nuestra y nos da, por fin, su vida entera.

Este es el gran misterio que en esta Semana Santa estamos invitados a vivir con hondura, en actitud contemplativa, participando en las celebraciones litúrgicas de nuestras parroquias. Previamente reconciliémonos con Dios y con nuestros hermanos en el sacramento de la penitencia. Que en estos días, busquemos espacios amplios para la oración, para agradecer al Señor su inmolación voluntaria por nosotros y el sacramento de su cuerpo y de su sangre. Acompañémosle también con recogimiento y en las hermosas estaciones de penitencia de nuestras hermandades. El Señor está llamando ya a nuestra puerta. Abrámosle de par en par, de modo que quien resucita para la Iglesia y para el mundo en la Pascua florida, resucite también en nuestros corazones y en nuestras vidas. Sólo así experimentaremos la verdadera alegría de la Pascua.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Continuar leyendo >>