Santa Misa de la festividad litúrgica de Nuestra Señora Reina de los Ángeles

(Publicado el domingo, 30 de julio de 2017)

El próximo miércoles, 2 de agosto, a las 8:30 de la mañana, se celebrará en el Convento de Santa Clara, la Santa Misa de la festividad litúrgica de Nuestra Señora Reina de los Ángeles.


INDULGENCIA PLENARIA

Concedida, según la tradición, por S. S. Honorio III, en el año 1216, a todos los fieles que, el día 2 de agosto, visitasen la capilla de la Porciúncula, en Asís, cuna de la Orden Franciscana.

En la actualidad, se puede ganar, también por los fieles difuntos, visitando cualquier iglesia parroquial o franciscana, rezando un Padrenuestro y el Credo, confesándose, comulgando y orando por las intenciones del Sumo Pontífice.




PLEGARIA A NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES


Hoy quiero cantarte, Señora de los Ángeles, 
Reina Soberana, Madre Celestial. 
Yo soy una alondra que ha puesto en ti su nido.
Viendo tu hermosura, te reza su cantar.

Luz de la mañana, María, templo y cuna, 
mar de toda gracia, fuego, nieve y flor. 
Puerta siempre abierta, rosa sin espinas, 
yo te doy mi vida, soy tu trovador.

Salve, surco abierto donde Dios se siembra. 
Te eligió por madre Cristo el Redentor. 
Salve, esclava y reina, Virgen nazarena, 
casa, paz y abrazo para el pecador.

Luz de la mañana, María, templo y cuna, 
mar de toda gracia, fuego, nieve y flor. 
Puerta siempre abierta, rosa sin espinas, 
yo te doy mi vida, soy tu trovador.


Letra y música: Cesáreo Gabaráin Azurmendi.


Fotografía: N. H. A. D. Juan Escamilla Martín.
Continuar leyendo >>

Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, ataviada con el color litúrgico del Tiempo Ordinario

(Publicado el sábado, 29 de julio de 2017)






Fotografías: N. H. A. D. Juan Escamilla Martín.
Continuar leyendo >>

‘Creo en la Santa Iglesia’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 28 de julio de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

Hace algún tiempo, una revista de alcance nacional  me pidió que le pusiera por escrito qué significa para mí la Iglesia. Pienso que puede ser bueno que yo comparta aquella reflexión con los fieles que Dios ha confiado a mi cuidado pastoral, máxime en estos tiempos en que no pocos creen que para ser cristiano no es necesario estar visiblemente en la Iglesia, que supuestamente sería un estorbo o una institución prescindible. Son aquellos que dicen “Cristo sí, la Iglesia no”.

Es verdad que en el Credo, la Iglesia es uno de los artículos de la fe. Para mí, sin embargo, la Iglesia creída, antes que concepto, idea o doctrina, es una experiencia vital, una experiencia de vida sobrenatural compartida. Con el Concilio Vaticano II, entiendo la Iglesia como la Encarnación continuada, como el sacramento de Jesucristo, su prolongación en el tiempo. La Iglesia es Cristo que sigue entre nosotros predicando, enseñando, acogiendo, perdonando los pecados, salvando y santificando, hasta el punto de que, como escribiera el P. De Lubac, si el mundo perdiera a la Iglesia, perdería la Redención.

Para mí la Iglesia no es el intermediario engorroso del que uno trata de desembarazarse por inútil y molesto. Al contrario, es el ámbito necesario y natural de mi encuentro con Jesús y la escalera de mi ascensión hacia Dios, en frase feliz de san Ireneo. Sin ella, antes o después, todos acabaríamos abrazándonos con el vacío, o terminaríamos entregándonos a dioses falsos.

Para mí además, es el puente que salva la lejanía, la distancia y la desproporción que existe entre el Cristo celestial, único mediador y salvador único, y la humanidad no glorificada y peregrina. Con san Cipriano de Cartago, concibo la Iglesia como el regazo materno que me ha engendrado y que me permite experimentar con gozo renovado cada día la paternidad de Dios.

Al sentirla como madre, la siento también como espacio de fraternidad. Junto con sus otros hijos, mis hermanos, la percibo como familia, mi familia, el hogar cálido que me acoge y acompaña, como la mesa en la que restauro las fuerzas desgastadas y el manantial de agua purísima que me renueva y purifica. Recibo su Magisterio no como el yugo o la carga insoportable que esclaviza y humilla mi libertad, sino como un don, como una gracia impagable, como un servicio magnífico que me asegura la pureza original y el marchamo apostólico de su doctrina.

Vivo mi pertenencia a la Iglesia con alegría y con inmensa gratitud al Señor que permitió que naciera en un país cristiano y en el seno de una familia cristiana, que en los primeros días de mi vida pidió a la Iglesia para mí la gracia del bautismo. Si no fuera por ella, estaría condenado a profesar la fe en solitario, a la intemperie y sin resguardo. Gracias a ella, me alienta y acompaña una auténtica comunidad de hermanos.

Vivo también mi pertenencia a la Iglesia con orgullo, con la conciencia de ser miembro de una buena familia, una familia magnífica, una familia de calidad, pues si es verdad que en ella hay sombras y arrugas por los pecados de sus miembros, es también cierto que la luz, ayer y también hoy, es más intensa que las sombras, y que la santidad, la generosidad y el heroísmo de muchos hermanos y hermanas nuestros es más fuerte que mi pecado y mi mediocridad.

Vivo además mi pertenencia a la Iglesia con amor, no referido a una Iglesia soñada e ideal, que sólo existirá después de la consumación de este mundo, sino a esta Iglesia concreta que acaba de entrar en el tercer Milenio del cristianismo bajo el cayado de los papas san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Santo Padre Francisco. Y porque la amo, me duelen hasta el hondón del alma las caricaturas injustas y grotescas y las desfiguraciones gratuitas y malévolas de quienes hablan de ella sin conocerla, sin vivir en ella y desde ella. Me duelen las campañas de quienes no pierden la ocasión, aún la más esperpéntica y disparatada, para desacreditarla, decretando que su ciclo vital toca a su fin y mellando la confianza de los fieles en sus pastores. Me duelen, sobre todo, los zarpazos de sus propios hijos y las críticas desconsideradas y negativas que no nacen del amor.

Quisiera vivir mi pertenencia a la Iglesia con responsabilidad como cristiano y como pastor, de manera que mi vida sea una invitación tácita a penetrar en ella, conocerla,  vivirla y sentarse a su mesa. Quisiera, por fin, que lo que la Iglesia es para mí, lo sea también a través de mí, es decir, regazo materno y cálido hogar, puente, escalera, lugar de encuentro, mesa fraterna, manantial y, sobre todo, anuncio incansable del Señor a mis hermanos, muy especialmente a aquellos que la propia Iglesia ha confiado a mi ministerio.

Deseándoos un feliz día del Señor, para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

Continuar leyendo >>

Carta pastoral del Arzobispo de Sevilla: Os deseo unas vacaciones cristianas y felices

(Publicado el viernes, 21 de julio de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

Algunos habéis comenzado ya el descanso estival. Otros lo haréis en agosto. Es muy probable que en las últimas semanas hayáis dado muchas vueltas al cómo y dónde de vuestras vacaciones. Seguramente habéis consultado a agencias turísticas itinerarios, alojamientos, precios y otras circunstancias. Pensar en ello es importante, pero lo es mucho más pensar qué vamos a hacer, cómo vamos a distribuir nuestro tiempo y qué frutos queremos sacar de estos días de descanso. Permitidme reflexionar con vosotros sobre algunos aspectos en los que tal vez no habéis reparado.

No faltan quienes planifican unas vacaciones frenéticas y agotadoras, experimentando las mismas prisas, los mismos ruidos y parecidas tensiones a las que nos acucian a lo largo del año. De esta forma, retornan a sus quehaceres más cansados que cuando marcharon. Para descansar y reponer fuerzas, para comenzar un nuevo curso escolar, pastoral o laboral, necesitamos desconectar de las ocupaciones ordinarias e, incluso, de los lugares de nuestra residencia habitual o trabajo. Para un cristiano, sin embargo, las vacaciones no deben ser un tiempo perdido, ni un paréntesis  en nuestro camino de maduración humana y sobrenatural. Son más bien un período necesario para el reposo físico, psicológico y espiritual y un derecho del que todos deberíamos poder disfrutar. Las vacaciones nos ofrecen la oportunidad de crecer, de reconstruirnos por dentro, de recuperar la serenidad y la paz que nos roban las prisas acuciantes de la vida ordinaria.

Las vacaciones no pueden ser una pura evasión, ni una dimisión de los sanos criterios morales, o una huida de uno mismo o del servicio a nuestros hermanos. Dentro de unos días, cuatro de nuestros seminaristas irán al Cottolengo en Las Hurdes. Cuatro irán al Santuario de Covadonga, y seis al Reino Unido con las Hermanitas de los Pobres. Cuatro más harán el  camino de Santiago con la Delegación diocesana de Pastoral Juvenil, y cuatro marcharán a misiones con el Hogar de Nazaret, dos a Santo Domingo y dos Ecuador. Por último, dos irán al campamento de monaguillos con el Seminario Menor, y tres irán a las colonias de verano con la Hermandad del Rocío de Triana.Otros muchos jóvenes participarán como monitores en colonias con niños, modos todos ellos magníficos de vivir unas vacaciones provechosas y enriquecedoras en el apostolado o en el servicio fraterno.

Las vacaciones tampoco pueden ser un abandono de nuestras obligaciones religiosas, una hibernación de nuestras relaciones con Dios o una  huida de Aquél en el que encontramos el verdadero y auténtico descanso. Ello quiere decir que en nuestra relación con Dios no puede haber vacaciones. Todo lo contrario. Al disponer de más tiempo libre, hemos de buscar espacios para la interioridad, el silencio, la reflexión, la oración y el trato sereno, largo y relajado con el Señor. Por ello, son de alabar aquellos cristianos que aprovechan las vacaciones para hacer unos días de retiro en la hospedería de un monasterio o peregrinan a un santuario buscando el silencio y el rumor de Dios que sólo habla en el silencio, y al que podemos encontrar también contemplando las maravillas de la naturaleza. El mar, la montaña, los ríos, el amanecer y la  puesta del sol, las noches estrelladas, los animales y las plantas, nos  hablan de Dios y pregonan las obras de sus manos (Sal 18,1-7).

Otro modo de aprovechar bien las vacaciones es la lectura reposada de un buen libro, que ofrece descanso a nuestra mente y, al mismo tiempo, es semilla fecunda  de criterios sanos y positivos, tanto en el plano cultural, como desde la perspectiva de nuestra formación cristiana. Las vacaciones son, por fin, días para el encuentro y la convivencia, para la charla apacible, para compartir la mesa, gozar de la amistad y robustecer las relaciones familiares, que, a veces, durante el año, resultan escasas o insuficientes como consecuencia del trabajo y de las obligaciones de cada día.

No quiero terminar sin tener un recuerdo especial, lleno de afecto, hacia quienes no tendréis vacaciones, impedidos por la edad, la enfermedad o las dificultades económicas. Que encontréis en el Señor vuestro reposo y podáis escuchar de sus labios estas palabras tan confortadoras: “Venid a Mí  todos los que estáis cansado y agobiados y yo os aliviaré”  (Mt 11,28).

 A todos los demás, os deseo unas felices, fecundas y cristianas vacaciones. Como en el caso de los discípulos de Emaús, el Señor nos acompañará siempre en nuestro camino (Lc 24,13-15). Dios quiera que también nosotros lo descubramos en la Eucaristía, en la que muy bien podríamos participar diariamente en estos días de descanso. Que lo descubramos también a nuestro lado en la playa, en la montaña o en nuestros lugares de origen, a los que muchos retornaremos a la búsqueda de nuestras raíces. Que Dios os bendiga, os proteja y os custodie en su amor. Ojalá todos volvamos con más ganas de trabajar y de ser mejores.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Continuar leyendo >>

Hoy, Misa aplicada por Dª Carmen Amigo Vallejo

(Publicado el domingo, 16 de julio de 2017)

Hoy, a las 9:30 de la mañana, se celebrará en el Convento de Santa Clara la Santa Misa aplicada por el alma de Dª. Carmen Amigo Vallejo (q. e. p. d.), hermana del Presidente Honorario de nuestra Archicofradía, S. E. R. Fray Carlos Amigo Vallejo, O. F. M. (q. D. g.), Cardenal de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat (vulgo de Santa María de Montserrat de los Españoles) de la ciudad de Roma y Arzobispo Emérito de Sevilla.


Fotografía: N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
Continuar leyendo >>

‘Peregrinación diocesana a Tierra Santa’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 14 de julio de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

Entre los días 18 y 25 de septiembre tendrá lugar la peregrinación diocesana a Tierra Santa, en la que yo mismo participaré, si Dios quiere. A esta tierra bendita llegó Abraham en los umbrales de la historia santa. A ella llegó también el pueblo de Israel después de cuarenta años de peregrinación por el desierto; y a ella retornó el “resto de Israel” después del destierro de Babilonia. El israelita piadoso peregrinaba a Jerusalén tres veces al año, anhelaba contemplar las moradas de Sión (Sal 83,1) y experimentaba una alegría indescriptible al pisar los umbrales de Jerusalén (Sal 121,1-2). Pero la más decisiva peregrinación a la tierra de Israel la hizo el Hijo de Dios en la plenitud de los tiempos, al tomar carne humana en el seno purísimo de la Virgen María. En estos lugares santos, se entretejió su existencia histórica, su vida oculta en  Nazaret, su predicación y milagros, la fundación de la Iglesia, su pasión, muerte y resurrección.

A partir de la ascensión y el envío del Espíritu Santo, inicia la Iglesia su peregrinación de siglos, y muchos cristianos no sólo han seguido los  pasos de Jesús, copiando su estilo de vida, sino que seguido también las huellas de su presencia en los mismos lugares en los que tuvo lugar la epopeya de nuestra salvación. La visita a los lugares santos de Palestina es como un sacramento, que hace posible un encuentro especialísimo con Jesucristo, que siendo Dios, se encarnó en un cuerpo como el nuestro, dejándose ver, oír, palpar y tocar, legándonos las huellas preciosas de su presencia entre nosotros. Los discípulos de Jesús creemos todo aquello que los Apóstoles, testigos de los dichos y hechos de Jesús, “vieron y contemplaron tocante al Verbo de la vida” (1 Jn 1,1). Pero se robustece nuestra fe cuando recorremos los lugares de su vida histórica y comprobamos que cuanto nos dicen los evangelios no es un mito, sino algo real. El conocimiento de los lugares en los que se desarrolló la vida santa de Jesús nos acerca a Él, fortalece nuestro amor y nos permite saborear mejor su mensaje y su vida entera.

Alguien ha escrito que visitar la tierra de Jesús es como leer un “quinto Evangelio”; y  san Gregorio Magno nos dice que “allí es fácil ver con los ojos aquello que en otros sitios se cree por la fe”. El beato Pablo VI nos dejó escrito que “esta bendita tierra ha llegado a ser el patrimonio espiritual de los cristianos de todo el mundo, los cuales ansían visitarla, al menos una vez en la vida, para satisfacer su devoción y expresar su amor al Dios hecho niño, adolescente, trabajador y maestro. La escucha de una palabra o un acontecimiento de la vida del Señor en el lugar en que ocurrió, queda más grabada como experiencia única, e impulsa a acudir con más deseo a la Sagrada Escritura”.

En nuestra peregrinación a la tierra de Jesús, visitaremos Nazaret, donde el Verbo se hizo carne, y agradeceremos a la Trinidad Santa el don inefable de la encarnación. Allí mismo nos encontraremos con la Sagrada Familia y recibiremos espléndidas lecciones de sencillez, trabajo y silencio. En Belén, adoraremos al Dios hecho niño con el amor de los pastores y los magos. En el Jordán, después de escuchar el mensaje de conversión del Bautista, renovaremos las promesas de nuestro bautismo y, junto al lago de Tiberíades, volveremos a escuchar con nuevos acentos la síntesis más perfecta del Evangelio, las Bienaventuranzas. Por último, antes de subir a Jerusalén, en el Tabor, podremos saborear la condición divina de Jesús y experimentar por anticipado el gozo de su resurrección.

En el tramo final de nuestra peregrinación, ya en Jerusalén, con espíritu penitencial, reviviremos las jornadas de la Pasión, precedidas por la institución de la Eucaristía. Acompañaremos al Señor en la agonía de Getsemaní, en el prendimiento, en el juicio inicuo de los sumos sacerdotes y en la Vía Dolorosa. Como los peregrinos medievales, que entraban en la basílica del Santo Sepulcro avanzando de rodillas, con infinita gratitud contemplaremos su muerte redentora y viviremos con alegría desbordante el anuncio de su resurrección, acogiendo con gozo su mandato misionero en la mañana de la Ascensión: “Id al mundo entero y predicad el evangelio a toda criatura” (Mc 16,15).

Queridos hermanos y hermanas: a cuantos podáis, os invito de corazón a hacer un esfuerzo y a participar en nuestra peregrinación, haciendo nuestra la petición que unos paganos griegos presentan al apóstol Felipe: “Queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Es una oportunidad de gracia que Dios nos ofrece para renovar y dinamizar nuestra vida cristiana, para crecer en amor al Señor y en vigor apostólico. Que María, la Virgen de los caminos de Judea y Galilea, nos conceda vivir esta preciosa experiencia de fe y acompañe y proteja la peregrinación de nuestra Iglesia diocesana.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Continuar leyendo >>

Carta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos a los obispos sobre el pan y el vino para la Eucaristía

Carta circular a los Obispos sobre el pan y el vino para la Eucaristía

1. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, por encargo del Santo Padre Francisco, se dirige a los Obispos diocesanos (y a quienes se les equiparan en el derecho) para recordar que les compete, sobre todo, a ellos proveer dignamente lo necesario para la celebración de la Cena del Señor (cf. Lc 22,8.13). Compete al Obispo, primer dispensador de los misterios de Dios, moderador, promotor y custodio de la vida litúrgica en la Iglesia a él confiada (cf. CIC can. 835 §1), vigilar la calidad del pan y del vino destinados a la Eucaristía y, por tanto, a aquellos que los preparan. Con el fin de ayudar, se recuerdan las disposiciones vigentes y se sugieren algunas indicaciones prácticas.

2. Mientras que hasta ahora, por lo general, algunas comunidades religiosas se ocupaban de preparar el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, hoy se venden también en los supermercados, en otros negocios y a través de internet. Este Dicasterio, para no dejar dudas acerca de la validez de la materia eucarística, sugiere a los Ordinarios dar indicaciones al respecto, por ejemplo, garantizando la materia eucarística mediante certificados apropiados.

Es el Ordinario el que debe recordar a los presbíteros, en particular a los párrocos y a los rectores de las iglesias, su responsabilidad para comprobar quién es la persona encargada de proveer el pan y el vino para la celebración, así como la idoneidad de la materia.

Además, corresponde al Ordinario informar y recordar a los productores del vino y del pan para la Eucaristía el respeto absoluto de las normas.

3. Las normas acerca de la materia eucarística, indicadas en el can. 924 del CIC y en los números 319 - 323 de la Institutio generalis Missalis Romani, han sido ya explicadas en la Instrucción Redemptionis Sacramentum de esta Congregación (25 de marzo de 2004):

a) “El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. Por consiguiente, no puede constituir la materia válida, para la realización del Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan de trigo. Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la Eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel. Es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados” (n. 48).

b) “El vino que se utiliza en la celebración del santo Sacrificio eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. [...] Téngase diligente cuidado de que el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre. Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no constituyen una materia válida” (n. 50).

4. La Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Carta circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística (24 de julio de 2003, Prot. N. 89/78 – 17498), ha indicado las normas respecto a las personas que, por diversos y graves motivos, no pueden tomar pan preparado normalmente o vino normalmente fermentado:

a) “Las hostias sin nada de gluten son materia inválida para la Eucaristía. Son materia válida las hostias con la mínima cantidad de gluten necesaria para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas ni recurrir a procedimientos que desnaturalicen el pan” (A. 1-2).

b) “Es materia válida para la Eucaristía el mosto , esto es, el zumo de uva fresco o conservado, cuya fermentación haya sido suspendida por medio de procedimientos que no alteren su naturaleza (por ejemplo el congelamiento)” (A. 3).

c) “Es competencia del Ordinario conceder a los fieles y a los sacerdotes la licencia para usar pan con una mínima cantidad de gluten o mosto como materia para la Eucaristía. La licencia puede ser concedida habitualmente, mientras dure la situación que la ha motivado” (C. 1).

5. Además, dicha Congregación ha decidido que la eucarística preparada con organismos genéticamente modificados puede ser considerada materia válida (cf. Carta al Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos acerca de la materia eucarística preparada con organismos genéticamente modificados, 9 de diciembre de 2013, Prot. N. 89/78 – 44897).

6. Los que preparan el pan y producen el vino para la celebración deben ser conscientes que su obra está orientada al Sacrificio Eucarístico y esto pide su honestidad, responsabilidad y competencia.

7. Para que se cumplan estas normas generales, los Ordinarios, si lo estiman oportuno, pueden ponerse de acuerdo como Conferencia Episcopal, dando indicaciones concretas. Vista la complejidad de situaciones y circunstancias, así como la falta de respeto en el ámbito sagrado, se advierte la necesidad práctica que, por encargo de la Autoridad competente, haya quien garantice efectivamente la genuinidad de la materia eucarística por parte de los fabricantes como de su conveniente distribución y venta.

Se sugiere, por ejemplo, que una Conferencia Episcopal pueda encargar a una o más Congregaciones religiosas u otra Entidad capaz de verificar las garantías necesarias sobre la producción, conservación y venta del pan y del vino para la Eucaristía en un determinado país y en los países en los que se exportan. Se recomienda también que el pan y el vino destinados a la Eucaristía sean convenientemente tratados en los lugares de venta.

En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a 15 de junio de 2017, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

Robert Card. Sarah

Prefecto

X Arthur Roche

Arzobispo Secretario

Fuente: www.news.va
Fotografía: www.radiovaticana.va
Continuar leyendo >>

Vigilia de adoración en honor y gloria de Jesús Sacramentado

(Publicado el jueves, 13 de julio de 2017)

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra
de la Venerable Archicofradía Sacramental de
ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA
de la que es Presidente Honorario
S. E. R. Fray Carlos Amigo Vallejo, O. F. M. (q. D. g.)
Cardenal de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat
(vulgo de Santa María de Montserrat de los Españoles) de la ciudad de Roma
y Arzobispo Emérito de Sevilla

En Honor y Gloria de

JESÚS SACRAMENTADO

celebrará en el Convento de Santa Clara

VIGILIA DE ADORACIÓN

el próximo sábado, 15 de julio, a las 8:30 de la tarde,
comenzando con la EXPOSICIÓN MAYOR DE S. D. M.

Seguidamente, se rezarán las VÍSPERAS, la ORACIÓN DE PRESENTACIÓN DE ADORADORES
y el OFICIO DE LECTURA.

En honor de la Bienaventurada Virgen María se rezará el SANTO ROSARIO.

A las 10 y cuarto de la noche se rezarán las PRECES EXPIATORIAS y COMPLETAS.

Y a las 10 y media de la noche concluirá este Culto con la RESERVA DE S. D. M.


La REUNIÓN PREVIA para preparar la Vigilia tendrá lugar a las 8 de la tarde.


A. D. MMXVII
A. M. D. G. et B. V. M.
Continuar leyendo >>

Horario de misas durante los meses de julio y agosto

(Publicado el domingo, 9 de julio de 2017)

De lunes a sábado: 08:30 horas.

Domingo: 9:30 horas.
Continuar leyendo >>

Descanse en paz Dª Carmen Amigo Vallejo

La Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española transmite su más sentido pésame a S. E. R. Fray Carlos Amigo Vallejo, O. F. M. (q. D. g.), Cardenal de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat (vulgo de Santa María de Montserrat de los Españoles) de la ciudad de Roma, Arzobispo Emérito de Sevilla y Presidente Honorario de esta Sección Adoradora, por el fallecimiento de su hermana Dª. Carmen Amigo Vallejo en la madrugada del pasado jueves, 6 de julio, a los ochenta y cinco años de edad.

Elevamos a Dios nuestra oración para que, por la intercesión de la Santísima Virgen María Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, acoja su alma en el Reino de los Cielos.


Fotografía: N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
Continuar leyendo >>

‘Amar en la diferencia’, carta pastoral del Arzobispo de Sevilla

(Publicado el viernes, 7 de julio de 2017)

asenjo_oficial_2010_pmQueridos hermanos y hermanas:

El papa Juan Pablo II escribió que “el hombre no puede vivir sin amor”, [pues entonces es]“ para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido… si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente” (RH 10). La vocación al amor está inscrita en nuestro corazón. En esta vida podemos permitirnos fracasar en muchas aspiraciones, pero ningún fracaso tendrá consecuencias tan lamentables como fracasar en el amor.

Son cada vez más numerosos los matrimonios que se rompen y las familias desestructuradas. Es frecuente también el fenómeno de las parejas de hecho, las familias monoparentales, la fecundación artificial, los embarazos no deseados, el negocio de la pornografía, el aumento de las enfermedades de transmisión sexual, la anticoncepción, la práctica homosexual, los abusos sexuales y la violencia familiar. Nos encontramos ante una verdadera “emergencia educativa”, de la que nos alertara Benedicto XVI.

La crisis del amor humano ha sido descrita por el papa Francisco como un gran “desafío antropológico y cultural” (AL 31-57), un desafío que nos invita a seguir educando a los jóvenes en el amor, con renovado empeño, ayudándoles a valorar y respetar la diferencia y a aceptar el propio cuerpo tal y como ha sido creado (AL285). De ello depende que el amor humano conserve su dignidad y su valor para revelar el amor divino en el nuevo milenio. De ello depende también la dignidad y el misterio de la persona humana, de la que el amor es su expresión y epifanía.

Por lo que respecta al significado del cuerpo y de la diferencia sexual, los ataques más directos que está sufriendo el amor humano en nuestro tiempo provienen de la “ideología de género”, que se mezcla en nuestros días con las reivindicaciones de los teóricos de la “revolución sexual” y el “feminismo radical”. El resultado es una mentalización constante, una “colonización ideológica”, como ha señalado el papa Francisco, que se infiltra en todos los poros de nuestra sociedad, generando en nuestros jóvenes una tremenda confusión y desorientación personal.

El postulado fundamental de la ideología de género, según Judith Butler, tal vez su teórica principal, es eliminar el supuesto de que los seres humanos se dividen en dos sexos. Las diferencias hombre-mujer, más allá de las diferencias anatómicas, no proceden de la naturaleza. Son producto de la cultura de un país y una época. Son una convención social. Hay que liberar, por tanto, a la persona de sus condicionamientos biológicos. La naturaleza no debe imponer ninguna ley. La persona ha de tener libertad para configurarse según sus propios deseos. De este modo, cada uno puede “inventarse” a sí mismo, eligiendo su propio género y su propia identidad y orientación sexual, con independencia de su sexo biológico.

Hay otro aspecto a señalar: La ideología de género afirma que la reproducción humana debe ser totalmente libre, existiendo por lo tanto el derecho al aborto, y en contraposición, el “derecho al hijo”, por medio de las técnicas de reproducción artificial posibles, ya que la reproducción no es más que el resultado fortuito de algunos encuentros heterosexuales.

Con esta antropología dualista, el sexo se separa de la persona. El sexo es considerado un mero dato anatómico, sin relevancia antropológica, que no habla de la persona ni de complementariedad alguna. Una mirada no ideologizada nos permitiría comprender, en cambio, el misterio de la creación, que se encuentra inscrito como una huella en el cuerpo sexuado. En esta dirección apuntan los más recientes hallazgos de la anatomía, fisiología, la embriología y las neurociencias.

Urge hoy releer las catequesis de Juan Pablo II sobre la “teología del cuerpo”, y enseñar a “amar en la diferencia”. Juan Pablo II nos enseñó el significado esponsal que está inscrito en nuestro cuerpo. El cuerpo, en efecto, es mucho más que un envoltorio de la persona. Está cargado de un profundo significado simbólico y espiritual, que en nuestros días es urgente redescubrir. Por lo que respecta a la diferencia sexual, la misma palabra “diferencia” (dif-ferre) sugiere cómo en el amor el “yo” es llevado hacia el “tú” del otro sexo. El Cardenal Scola, en sus escritos sobre el “misterio nupcial”, ha demostrado que la separación arbitraria del amor, la diferencia sexual y la fecundidad tiene consecuencias muy destructivas para el ser humano y la sociedad.

El hombre moderno que, con el ateísmo, intentó liberarse de Dios; y con el materialismo, intentó liberarse de su dimensión espiritual, con la ideología de género pretende liberarse de su “ser” cuerpo. De este modo, como señalaba Benedicto XVI, el hombre moderno quiere ser pura autonomía, quiere crearse a sí mismo y ser “dios”, y esto es metafísicamente imposible, ya que el hombre, al querer emanciparse de su cuerpo, de la esfera biológica, acaba por destruirse a sí mismo.

Con el deseo de que estas reflexiones hagan algún bien a mis lectores, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Continuar leyendo >>

Crónica de la Función Principal de Instituto

(Publicado el miércoles, 5 de julio de 2017)

Con la Solemne Función Principal y la Procesión Eucarística, organizada por la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, el Ilmo. Sr. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Archidiócesis de Sevilla, Deán de la Catedral y Director Espiritual de la Adoración Nocturna Diocesana, cerraba el pasado día 1 de julio el ciclo Eucarístico en Alcalá; ciclo que se había abierto con la IX Exaltación Eucarística, también organizada por esta Sección.

Tras el Quinario en honor y gloria de Jesús Sacramentado oficiado por los Reverendos Padres Salesianos, el sábado día 1 de julio, en el alcalareño Convento de Santa Clara, tuvo lugar la Función Principal y posterior Procesión Eucarística. A la misma acudieron representaciones del Consejo de Hermandades y Cofradías, Hermandades, Agrupaciones y asociaciones Parroquiales, e Institutos de Vida Consagrada, como las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las Misioneras de Acción Parroquial y, por supuesto, las anfitrionas, las Hermanas Clarisas. 

La Santa Misa fue solemnizada con los cánticos de la Hermanas Clarisas que eligieron para la ocasión la bellísima “Misa de Pío X”, recuperando así, un año más, la tradición del latín en la liturgia romana. El resto de los cantos fueron todos de tema eucarístico, muy adecuados a la celebración, que en las voces de las Hermanas Pobres de Santa Clara recordaban a los ángeles. Comenzó el rito con la incensación de la Cruz, del altar y de la Sagrada Imagen de la Santísima Virgen Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, cotitular de la Sección adoradora.


EL VICARIO GENERAL DE LA ARCHIDIÓCESIS ENSEÑÓ EL AUTÉNTICO SIGNIFICADO DE LA EUCARISTÍA, LOS ENEMIGOS QUE IMPIDEN QUE FRUCTIFIQUE EN NOSOTROS Y LOS REMEDIOS QUE PODEMOS APLICAR.

D. Teodoro León, que estuvo acolitado por el seminarista Antonio Romero, regaló a los fieles que asistieron a esta Eucaristía una bellísima homilía centrada en esta y los enemigos que impiden que fructifique en nuestro espíritu: la soberbia y el egoísmo. También mostró cómo podemos poner remedio mediante la oración, la humildad, la devoción a la Eucaristía, el recibir a Cristo Sacramentado sabiendo que nos acercamos a una persona que tiene sentimiento, que nos quiere, que se entregó por nosotros. La Eucaristía no es un trozo de pan, es Cristo realmente presente en ella. Él es el camino, la verdad y la vida. Asimismo exhortó a acogernos a la Madre de Dios, que no puede estar ausente de nuestras vidas, y que como Jesús, es un modelo de humildad. Terminó pidiendo que la Santísima Virgen María nos haga tener a su Hijo, Jesucristo, como el primer fundamento de nuestra vida espiritual.


Merece la pena leer la homilía y reflexionar sobre ella, pues es fuente de bien espiritual. Por eso se proporciona la transcripción literal de la misma. 

San Manuel González, el obispo del Sagrario abandonado, o lo podemos también llamar “el obispo de la Eucaristía”, porque él tenía un amor apasionado a la Eucaristía, dijo que la Eucaristía es el sacramento infinito e insondable del amor de Dios. Bueno, dijo muchas más cosas, pero entre ellas dijo esta, que es profunda: “Es el sacramento infinito e insondable del amor de Dios”. Es decir, el Amor de Dios es infinito e insondable porque ha llegado hasta tal punto que se ha quedado con nosotros. Pero para quedarse con nosotros antes ha tenido que venir a este mundo y, precisamente su amor hace posible que su Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, viniera a este mundo. Por lo tanto, cuando Él se queda con nosotros en la Eucaristía es por amor. Por amor se produce la obra de la Redención: ama a toda la humanidad. Nos ama a pesar de todas nuestras limitaciones y de nuestros pecados. El amor de Dios es inmenso, infinito hasta llegar a reparar. Nuestro Señor Jesucristo mostró tanto amor, que cuando muere en la cruz, la cruz es el culmen del amor de Dios. Pero aún va más allá ese amor: se queda con nosotros en la Eucaristía. Hasta el punto de que sea nuestra fuerza, nuestra fuerza espiritual. De la misma manera que humanamente necesitamos el alimento material, nuestro espíritu necesita también ese alimento espiritual; porque somos cuerpo y espíritu, no solamente somos cuerpo o espíritu, sino que somos cuerpo y espíritu que forma una unidad, y ambas cosas son necesarias.

¡Qué mejor alimento que la sagrada Eucaristía! ¿Qué mejor alimento nos ha podido dejar Dios, para que cada uno de nosotros reavivemos y activemos siempre nuestro espíritu?

Recordando a San Manuel González, él decía: “¿Y cómo es posible?” Y podemos preguntarnos también nosotros: “¿Cómo es posible que en muchos cristianos que nos acercamos para recibir al Señor en la Eucaristía, no se note que se transforma nuestra vida? ¿Por qué no cambiamos? ¿Por qué seguimos viéndonos iguales? Porque el que come mi Carne y bebe mi Sangre, habita en mí, y yo en él, y haremos morada en él. Y decimos: ¿Cómo es posible que yo siga teniendo las mismas limitaciones, los mismos pecados? ¿Qué sucede en mi vida? ¿Por qué no me cambia? ¿Por qué no me transforma la Eucaristía? ¿Por qué? Pues porque también tenemos que considerar los enemigos del espíritu. El primero de ellos es la soberbia. Y la soberbia no hay que buscarla fuera, porque está dentro de nosotros. Precisamente el pecado original tiene su inicio en la soberbia: “Seréis como dioses”; y queremos ser como dioses. 

A veces, incluso, el hombre dice: ¿Por qué no puedo hacer eso? Lo hago, y lo haces; claro que puedes. Y se sobrepone a Dios, y puedo hacerlo, y puedo decidir incluso en contra de la ley natural y de la ley divina. Claro que puedes, y lo haces, la soberbia nos impide asemejarnos a Cristo. La soberbia nos impide recibir el sacramento para que nos transforme. La soberbia hace que se nos quede el corazón vacío. Y cuando alguien quiere, incluso darnos un consejo, yo no quiero oír a nadie, no quiero saber nada de nadie, ¿cómo me vas a aconsejar a mí? Pero tú, ¿quién te has creído que eres? ¿Tú me vas a decir a mí lo que hay que hacer? Ahí está la soberbia, un primer enemigo.

Un segundo enemigo: el egoísmo. El egoísmo nos deja el corazón de piedra, endurecido. Y uno dice: primero yo. Y hemos escuchado muchas veces: “y segundo yo también; y tercero, yo también. Siempre yo. El monumento al yo. Nadie más que yo. No me importan ni las guerras, ni el sufrimiento, ni terrorismos. No me importa nada. Solamente se mira uno a sí mismo. Es un corazón insensible, que no siente por nada ni por nadie. ¿Y cómo es posible entonces que me acerque a la Eucaristía y no fructifique en mi vida? Pues porque tendremos que analizar a los grandes enemigos que podemos llevar dentro de nosotros, y que impiden que fructifique la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Cristo; Cristo realmente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

¿Por qué he comulgado tantas veces y no siento nada? Mi vida no se transforma. Analicemos nuestro espíritu. Pero también podemos decir, ¿y esto qué significa?, ¿que no podemos hacer nada?, ¿que tenemos que estar continuamente con estos enemigos, que van a destruir mi parte espiritual? ¿No puedo hacer nada para cambiar y que la Eucaristía me transforme? Claro que podemos hacer. Lo primero que tenemos que hacer es la oración: orar, ponernos delante del sagrario, o ante Jesús Eucaristía en la Exposición. Pero delante del Señor, orar. La oración en necesaria. La oración la necesita nuestro espíritu: hablar con Dios.

Hablar con Dios es orar, es oración. Hablas con muchas personas a lo largo del día. Pero, ¿cuántas veces hablamos con Dios? La oración prepara nuestro espíritu. La oración hace que nuestro espíritu sea sensible para atender a las cosas de Dios. Si uno va a recibir a Jesús en la Eucaristía y no se ha preparado interiormente, pues no se ha preparado el espíritu. Por eso muchas veces no fructifica. Por eso muchas veces, incluso estamos celebrando la Eucaristía y terminamos de escuchar las lecturas y uno dice, ¿y qué lectura era la primera? No lo sé. ¿Dónde estabas? Te habías distraído. El espíritu no ha podido captarlo. ¿Y el Evangelio? Tampoco. Claro, si no le damos al espíritu su alimento, es normal que nuestra vida no se transforme. Hay que orar, y orar siempre desde la humildad, desde la sencillez. Cuando nos ponemos delante del Señor, no podemos tampoco orar exigiéndole, chantajeándole, sino orar desde la humildad: “Señor, te pido tal cosa, pero que se haga tu voluntad y no la mía”. Sed constantes y perseverantes y seguro que el Señor sabrá darnos aquello que necesitamos realmente. Y si nuestro espíritu está preparado seremos capaces de acoger lo que Dios quiere para que se cumpla su voluntad en nuestra vida. Pero si eso es así, es que está fructificando en nuestro espíritu la Eucaristía que recibimos, si somos capaces de asumir la voluntad de Dios en nuestra vida. Por lo tanto, un remedio contra la soberbia y el egoísmo: la oración. Otro remedio, la humildad. Decía San Manuel: “Que nos ganen en todo, menos en la humildad”. Porque nuestro Señor Jesucristo fue humilde. No hizo alarde de su rango y paso por este mundo como un hombre cualquiera. Se hizo en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado. Pero por lo demás, se hizo en todo semejante a nosotros. Fue humilde en su nacimiento, humilde en su vida, humilde en su muerte. Podría haber sido de otra manera y dar un espectáculo tremendo en el Calvario, y no lo hizo. Fue humilde. Él fue humilde y nos invita a la humildad. Pero, ¿y si nos fijamos en la Santísima Virgen María? Es que acaso Ella no nos habla también de esa humildad. “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado…”, ¿en qué? En su humildad, en su sencillez. La Virgen María, por su humildad fue capaz de acoger el proyecto de Dios en su vida; el plan de Dios en su vida. Era un espíritu preparado, y asume por medio de la acción del Espíritu Santo la obra de la Encarnación: que el Hijo de Dios se encarne en sus entrañas, con humildad.

¿Y cómo prosigue la vida de la Santísima Virgen María? ¿Exigiéndole a Dios porque es la Madre del Mesías? Todo lo contrario, a través de los Evangelios vemos que no hay exigencia ninguna, sino aceptación de la voluntad de Dios. Mujer sencilla, humilde. Y nosotros, si tenemos al Gran Maestro, a Jesucristo, y a nuestra Madre Santísima, que nos habla de humildad, si nos acercamos a la Eucaristía y queremos que fructifique en nosotros debemos ser humildes. Y cuando seamos capaces de ver que nuestra propia vida es humilde, tendremos que decir: “Está haciendo efecto y fruto la Eucaristía que recibo en mi vida espiritual”.

Otro remedio: vivir intensamente la adoración, la devoción a Jesús Sacramentado. Que cuando vaya a recibirlo, yo sepa que estoy recibiendo a una persona. Una persona que tiene sentimiento, una persona que me quiere, una persona que se entregó por mí. Porque la obra de la Redención no ha terminado. Cada vez que celebramos la Eucaristía, nuestro Señor Jesucristo sigue intercediendo por toda la humanidad, por ti y por mí. Sigue intercediendo delante de Dios Padre, y en la Eucaristía está realmente presente. Siente por mí, y siente cuando no puedo acercarme por alguna limitación; lo siente. Y se alegra también conmigo cuando lo puedo recibir. No es un trozo de pan. Después de las palabras de la consagración: “Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre”, es Cristo realmente presente en la Eucaristía. No es por tanto un pan sin vida, sino que es la misma vida que nos da a nosotros la vida. Él es el camino, la verdad y la vida.

Acercarnos a Jesús, como aquel que se acerca a hablar con una persona, que está deseando que le hables de tu historia, de tu familia, de tu vida, tus amigos, de lo que sientes. ¿Con quién mejor que con Él, hablar de aquello que tenemos dentro, en nuestro interior? Si a veces buscamos a muchos amigos, a Él lo tenemos, y nada más y nada menos que hablar con Dios. Y cuando nosotros seamos capaces de notar una paz interior, tendremos que decir, entonces, está fructificando en mí la Eucaristía que recibo. Pero si aquello que notamos sigue siendo la soberbia y el egoísmo, tendremos que decir que algo está fallando en nuestra vida. Pero se puede poner el remedio: la oración, la humildad, la devoción a la Eucaristía, el recibir a Cristo Sacramentado sabiendo que me acerco a una persona que tiene sentimientos.

Mis queridos hermanos vamos a acogernos a la Santísima Virgen María, la cual no puede estar ausente de nuestra vida. Yo creo que es impagable lo que hizo Ella, porque hizo posible que se realizara el proyecto de Dios Padre en la humanidad. Dios le pide permiso a la Santísima Virgen María, y Ella lo asume, y se produce la obra de la Redención. Ella sigue intercediendo por nosotros. Todos nosotros tenemos a nuestra madre biológica, pero en el cielo está Ella; y ella intercede en cada momento, en cada instante, en cada circunstancia por nosotros. La devoción a la Santísima Virgen María no puede faltar. San Juan Pablo II, que sabéis que era el Papa con esa gran devoción a la Santísima Virgen María, cuando escribió su carta sobre la Eucaristía, él incluyó un párrafo que decía: “¿Y qué sentiría la Santísima Virgen María, cuando en aquellas primeras comunidades cristianas celebraban la Eucaristía y Ella recibía al mismo que había llevado dentro de su ser, y lo había dado a luz? ¿Qué sentiría?

¿Y nosotros qué sentimos cuando recibimos a Jesús en la Eucaristía, cuando lo introducimos dentro de nuestro ser? “El que come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él”.

¡Que la Santísima Virgen María nos haga tener a su Hijo, Jesucristo, como el primer fundamento de nuestra vida espiritual! ¡Que así sea!



PROTESTACIÓN DE FE Y ORACIÓN DE LOS FIELES

Tras el recitado del Credo por toda la asamblea, la Sección procedió a la Protestación de Fe Católica, en la forma breve, al igual que se hace en Instituciones como el Cabildo Catedral de Sevilla, que la realiza el 15 de agosto en la festividad de la Asunción de la Santísima Virgen, mediante una Diputación de sus miembros que hacen el juramento en nombre de todos los demás. Así, de igual forma, fueron cinco Oficiales de la Sección, los que hicieron el juramento. El Presidente, que encabezaba la representación, leyó la fórmula habitual en nombre y representación de todos los adoradores y adoradoras alcalareños, renovando además, por décimo año consecutivo, el voto de “… defender el milagro de la vida humana desde el primer instante de la concepción en el vientre materno, hasta que Dios nos llame a su presencia al final del camino”, en comunión con las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia. Tras ello, los cinco hicieron la fórmula del juramento: “En nombre y representación de todos los adoradores de esta Antigua y Franciscana Sección de Adoración Nocturna de Alcalá de Guadaíra, así lo prometo, así lo juro, así lo confieso, así Dios me ayude y estos sus Santos Evangelios. Amén.”


Seguidamente, la Oración de los Fieles fue un compendio de todas las intenciones que la Sección Adoradora tiene presentes: por el Santo Padre Francisco, el Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla, Fray Carlos Amigo (Presidente-honorario de la Sección adoradora de Alcalá de Guadaíra), nuestro Arzobispo Juan José, su Obispo Auxiliar Santiago y su Vicario General Teodoro, y por las vocaciones. Por el arcipreste de Alcalá (Padre Rafael), los párrocos y sacerdotes, especialmente del arciprestazgo y mención especial al párroco de Santiago, el Padre Manuel María y su vicario parroquial el Padre Manuel Ángel, y la Comunidad de Padres Salesianos (capellanes del convento), por los Consagrados que desarrollan sus carismas en el arciprestazgo: la Comunidad de Hermanas Clarisas, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las Siervas del Hogar de la Madre, las Misioneras de Acción Parroquial y los Hermanos de San Juan de Dios. También se pidió por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías, las Hermandades, Agrupaciones Parroquiales y asociaciones de fieles, y especialmente por la Adoración nocturna. Asimismo se pidió por todos los que sufren las grave crisis, económica, social y de valores, y por los enfermos. 


EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO Y PROCESIÓN EUCARÍSTICA

Al igual que en ocasiones anteriores, la comunión se repartió bajo las dos especies eucarísticas, como es norma en el Monasterio, primero a las Hermanas Clarisas y después al resto de los fieles que llenaban la iglesia. Terminada ésta, e inmediatamente después de purificado el cáliz, se expuso el Santísimo Sacramento en la Custodia, rezándose la Estación. Mientras el oficiante cambiaba los ornamentos de la Misa por la Capa Pluvial blanca, se organizó la Procesión, que encabezaba la Bandera de la Sección, seguida por todos los fieles con velas encendidas para cerrar la misma el palio cubriendo la majestad de Dios. La Procesión se dirigió al patio colateral de la iglesia, para pasar a la Clausura por la Puerta Reglar, donde se incorporó la Comunidad de Hermanas Clarisas, haciendo una primera Estación en el altar del Niño Jesús para seguir por el Claustro Grande, haciendo otra Estación en el altar de Santa Clara (ambos preparados primorosamente por las monjas), y salir a la calle Nuestra Señora del Águila, para volver a entrar en la iglesia conventual por la puerta principal, mientras las Hermanas Pobres de Santa Clara esperaban desde el Coro. Una vez de nuevo en el altar mayor, se impartió la bendición con Su Divina Majestad, finalizando toda la ceremonia con las tradicionales alabanzas, quedando reservado el Santísimo Sacramento en el Sagrario.

Una jornada, en fin, de hondo calado espiritual, a la que han contribuido como siempre, la profundidad de la palabra del oficiante, en este caso el Ilmo. Sr. D. Teodoro León, la belleza de los ritos, la solemnidad de los cantos, el fervor de los asistentes, y el buen hacer en el acolitado del seminarista alcalareño Antonio Romero. Un magnífico colofón a los veintidós días en que nuestra ciudad ha estado, en sus diversas parroquias, hermandades, instituciones…, honrando a Cristo, real y verdaderamente presente en las Sagradas Especies del Pan y del Vino, para cumplir su promesa de permanecer junto a nosotros hasta el final de los tiempos.
















Redacción y fotografías: N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
Continuar leyendo >>

Tema de reflexión para el mes de julio

(Publicado el martes, 4 de julio de 2017)

LA IGLESIA (VII)


Iglesia Jerárquica o Jerarquía de la Iglesia

Aunque antiguamente la expresión más usada era la primera, hoy suele utilizarse más la segunda. Lo importante es que el sentido de ambas es Autoridad o Gobierno de la Iglesia (más acentuada en la segunda) y que la Iglesia posee una estructura jerárquica o de gobierno (más enfatizada por la primera). Estos son los matices que hay que salvar: que la Iglesia querida por Cristo tiene una ordenación sacramental, que da origen a una estructura jerárquica (Papa, Obispos, presbíteros, diáconos) y que, por ello en la Iglesia hay unas personas que han de ejercer el gobierno. Dicho esto hemos de afirmar rápidamente que este gobierno y sus formas no son identificables con los de la sociedad civil. Aquí la autoridad ha de entenderse como servicio y está siempre sometida a las enseñanzas y ejemplos de Cristo. Ni circula por un simple cauce monárquico o absolutista, ni por uno democrático.

La celebración litúrgica, singularmente la de la Eucaristía, manifiesta estas verdades por medio de la ministerialidad sacramental. Los Sacramentos, “dones de Cristo a su Iglesia”, tienen un ministro capaz, en cada caso, de realizarlos en el nombre de Cristo, prestando sus personas a Cristo para actualizar sus obras salvíficas de modo visible y temporal. Estos ministros son además responsables de la válida-lícita-fructuosa administración de dichos sacramentos. La Iglesia, con el correr de los siglos ha destacado cada vez con más precisión a estos ministros mediante sus vestiduras propias y por su localización dentro de la asamblea litúrgica.

Si el alba, o túnica blanca hasta los pies, es signo de la necesaria condición de bautizado para cualquier servicio en la celebración litúrgica, la estola, será expresión de una participación en el sacramento del Orden (Obispos, presbíteros y diáconos) y la casulla el signo de la pertenencia al sacerdocio sacramental (Obispos y presbíteros). Las insignias del anillo, el báculo y la mitra identificaran entre los sacerdotes al que es el cabeza de una diócesis y garante de la comunión de la misma con la Iglesia universal (Obispo), al mismo tiempo que es el supremo moderador de la vida litúrgica de dicha Iglesia territorial o personal. 

A su vez si la nave de la iglesia es el lugar que acoge a la unidad de los fieles, dentro de ella se distingue un espacio, normalmente más elevado y que tiene en su centro el altar, que denominamos presbiterio, por ser donde los presbíteros se sitúan durante la celebración de la Eucaristía, copresidan la misma o no. En las zonas periféricas del presbiterio, subsidiariamente, se sitúan, cuando son necesarios para ayudar a los presbíteros o a los Obispos, los diáconos e incluso otros ministerios no sacramentales (acólitos o monaguillos). Igualmente, cuando la celebración la preside el mismo Obispo en su iglesia catedral, se destaca la sede presidencial, lugar desde donde se presiden los ritos de la Liturgia de la Palabra y, si se considera oportuno, también los de conclusión de la celebración, de no hacerse desde el mismo altar, esta sede en la iglesia del Obispo se llama cátedra y por ello su iglesia catedral (o Sede, Seu, Sé…).

Como la Eucaristía se confecciona en la mesa del altar y allí se ofrece sobre el ara, sólo los sacerdotes tocan el altar ritualmente y se disponen más cerca de él durante la Liturgia eucarística. Como ellos son los custodios y administradores del Sacramento en favor de los fieles, ellos comulgan en el altar y llevan luego a los demás fieles la comunión hasta los lugares previstos en la nave. Y por eso también, ellos toman directamente la Eucaristía, pero no así los demás fieles, que han de recibirla de mano de ellos.

Pero nadie está por encima del Sacramento. En cuanto receptores de la comunión eucarística, sacerdotes y demás fieles la reciben de Dios, por las palabras y gestos de Jesús, que reproducen los ministros ordenados (anamnesis), y por la acción del Espíritu Santo invocado (epíclesis). Por eso los ministros ordenados no son dueños, sino administradores de los sacramentos y han de observar en su celebración, meticulosamente, lo prescrito en los libros litúrgicos. Por eso también, al igual que todos los fieles cristianos, antes de comulgar han de expresar, con un gesto de adoración su comunión en la fe de la Iglesia que reconoce a Cristo real y substancialmente presente en el Sacramento.

A su vez son numerosas las advertencias canónicas y litúrgicas que reciben los sacerdotes, en cuanto se refiere a la Eucaristía, para que en su celebración y preparación den siempre prevalencia a la salud espiritual de sus fieles y a su bien pastoral, posponiendo siempre su comodidad, interés material o preferencias espirituales personales. De este modo se traslada a la celebración el modo cristiano de ejercer la autoridad o gobierno.

La adoración eucarística, como prolongación, saboreo y preparación de la celebración y comunión eucarísticas será un momento óptimo para que los sacerdotes recen por sus fieles y pidan ser siempre para ellos instrumentos de una más plena y fructuosa participación en la Eucaristía y sus tesoros de gracia y, al mismo tiempo para que los fieles den gracias por el ministerio de los sacerdotes e imploren con insistencia al Señor de la mies para que les conceda muchos y santos sacerdotes.


Preguntas para el diálogo o la meditación
  1. ¿Qué idea tengo de la Iglesia? ¿es la sacramental que descubro en la Eucaristía o una sociológica, que acepto de la opinión pública o de mis prejuicios?
  2. ¿Comprendo y respeto con paz las normas y prescripciones litúrgicas de la Iglesia como una forma de vivir y sentir con ella?
  3. Realmente ¿aprovecho mis momentos de oración junto al Sagrario o al pié de la Custodia para dar gracias por los sacerdotes y para pedir por su santificación y para que no falten vocaciones al ministerio ordenado? ¿rezo por el Papa y por los Obispos, no solo en las celebraciones, sino también en mi oración personal?

(Tema proporcionado por el Consejo Nacional, para todas las Secciones de Adoración Nocturna Española)
Continuar leyendo >>

Hoy, Función Principal de Instituto

(Publicado el sábado, 1 de julio de 2017)

Nuestra Archicofradía celebra hoy Función Principal de Institutotras los Cultos Solemnes consagrados en honor y gloria de Jesús Sacramentado.

Comenzará a las 8 de la tarde en el Convento de Santa Clara y será oficiada por el Ilmo. Sr. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Archidiócesis de Sevilla, Deán del Cabildo de la Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Santa María de la Sede de Sevilla, Consiliario y Director Espiritual Diocesano de la Adoración Nocturna Española de Sevilla.

Al Ofertorio, el Sr. Presidente, D. Juan Jorge García García, leerá la fórmula de la Protestación de Fe Católica, que será ratificada por todos los Oficiales del Consejo de Gobierno.

Tras la Comunión, el sacerdote celebrante hará Exposición Mayor de Su Divina Majestad y, acto seguido, comenzará la Procesión Eucarística:
Orden
1º Bandera de la Archicofradía.
2º Fieles con cirios.
3º Turiferario.
4º Santísimo Sacramento bajo palio.
Recorrido
  • Salida de la Iglesia. 
  • Entrada en la Clausura por la puerta reglar. 
  • Claustro grande. El Santísimo Sacramento hará Estación en cada uno de los altares preparados por las Hermanas Clarisas. 
  • Salida a la calle Nuestra Señora del Águila. 
  • Entrada en la Iglesia concluyendo con la Bendición con S. D. M. y Reserva.

Se ruega a los hermanos adoradores y fieles en general su asistencia a esta Función Principal.

Los caballeros deben vestir traje oscuro y las señoras vestido de igual tono. Los hermanos adoradores deberán portar la insignia y la medalla de la Archicofradía.


Continuar leyendo >>