Crónica de la Fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles de la Porciúncula en Alcalá de Guadaíra

(Publicado el sábado, 11 de agosto de 2018)

El jueves 2 de agosto, en la Capilla del Monasterio de Santa Clara de Alcalá de Guadaíra, se celebró la Fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles de la Porciúncula, con Santa Misa oficiada por el Padre D. Diego Cardenal Montes, SDB, ante la Imagen de la Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del Género Humano, que es titular letífica de la Antigua y Franciscana Sección alcalareña de la Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española y que fue bendecida por Monseñor Santiago Gómez Sierra, Obispo auxiliar de Sevilla.

La Fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, para la Orden Franciscana es conocida también con el sobrenombre de “La Porciúncula”, por la pequeñísima capilla que reconstruyó San Francisco de Asís, dedicándola a la Reina de los Ángeles, y para la que consiguió del Papa Honorio III indulgencia plenaria, o “El Perdón de Asís”. Esta indulgencia, concedida inicialmente sólo a los que visitaban la pequeña iglesita, fue extendida posteriormente por otros papas, como Gregorio XV, a todas las iglesias franciscanas de la primera y segunda Orden. Esta Indulgencia fue confirmada tras el Concilio Vaticano II.

Actualmente, la Porciúncula está situada en el crucero de la Basílica papal de Santa María de los Ángeles, que se construyó a su alrededor, cobijada por la gran cúpula del mismo, al modo como lo está el baldaquino de Bernini en San Pedro del Vaticano. Esta capillita tiene sus muros decorados con frescos relativos a la vida de la Virgen (la Anunciación preside el muro del altar), y de San Francisco. En ella, el Santo impuso el hábito a Santa Clara, fundó la Orden de los Hermanos Menores y la Orden de las Hermanas Pobres, las Clarisas, y también en ella falleció “el Poverello de Asís” en octubre de 1226. En 1216, San Francisco de Asís pidió al Papa Honorio III un privilegio especial para ayudar a los hombres a alcanzar su salvación. Éste es el origen de la Indulgencia de la Porciúncula o Perdón de Asís. Por tanto, el 2 de agosto de 2018 se cumplieron 802 años de esta Indulgencia. 

En Alcalá, aunque calladamente, como todo lo que hacen las Hermanas Clarisas, por su condición de clausura, se celebra todos los años, desde la instauración del Monasterio en el siglo XVI, esta fiesta de Santa María de los Ángeles, como patrona o titular de la Orden, y fueron muchísimos los alcalareños que, a lo largo de la historia de la ciudad, se lucraron de esta indulgencia (que en principio era sólo comparable a la concedida a los participantes en las Cruzadas), en otras épocas en las que en la sociedad y en las personas estaba mucho más arraigado el sentimiento de pecado y la necesidad del arrepentimiento y del perdón de Dios.

La indulgencia se define por el Código de Derecho Canónico, como “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos”. En la monición de entrada se recordó que para ganar la indulgencia de la Porciúncula se debe visitar un templo franciscano, en este caso el de Santa Clara, con las condiciones habituales, esto es, rezando las oraciones del Padrenuestro y el Credo, confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa, por ejemplo, un Padrenuestro con Avemaría y Gloria; estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después, pero conviene que la comunión y la oración por el Papa se realicen en el día en que se gana la Indulgencia, es decir el 2 de agosto.

La Eucaristía estuvo realzada por los angelicales cantos de las Hermanas Clarisas que comenzaron con el canto de entrada propio del cancionero franciscano de Domingo Cols “El Señor Dios te ha bendecido Virgen María”. Bellísimo el canto del Salmo realizado por Sor Verónica, al cual respondía la Comunidad de Clarisas con el versículo “El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo”. Cantaron el Aleluya propio del libro franciscano, con la Antífona “Alégrate María, llena eres de gracia. El Señor está contigo. Bendita tú entre las mujeres”.

En el ofertorio, del cantoral litúrgico se escogió “Te ofrecemos Señor este pan y este vino”. Durante la Comunión, sonó maravillosamente el “Ave María”, que se elevaba hasta las bóvedas del templo, uniendo mejor a los fieles con Dios, al que habían comido en la Sagrada Especie Eucarística del Pan.

Y no pudo tener mejor final, pues las Hermanas Clarisas cantaron con toda solemnidad la Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles de Cesáreo Gabaráin. Y es que como decía Pablo VI “María es siempre el camino que conduce a Cristo”. ¿Quién mejor que la Virgen María para comprender, ayudar, consolar y fortalecer? Como dijo el papa San Juan Pablo II, “María es Reina no solo porque es Madre de Dios, sino también porque cooperó en la obra de la redención del género humano”.

Los fieles asistentes, no solo alcalareños, sino también llegados desde Guillena y Jerez de la Frontera, consiguieron "El Perdón de Asís”, un privilegio especial para ayudarnos a alcanzar la salvación. Y lo hicieron ante la preciosa Imagen de la Reina de los Ángeles, cuya misión es “ser el camino que nos conduce a su Hijo Jesús”, que se ha quedado para siempre con nosotros en las Sagradas Especies Eucarísticas, y pacientemente nos espera en los Sagrarios.


Redacción: N. H. A. D. Francisco Burgos Becerra.
Fotografía: N. H. A. D. Juan Escamilla Martín.