El sábado día
17 de enero, la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaíra de la
Venerable Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española al Santísimo
Sacramento, celebró en el Monasterio de Santa Clara la vigilia mensual, que
resultó muy especial pues se incorporaron nuevos adoradores.
A las 19:00,
los adoradores se reunían en el locutorio de las monjas, junto al patio
interior, para organizar la vigilia, repasar el esquema, reparto de lecturas, comentarios
del tema de reflexión, etc. En la iglesia prácticamente vacía, entró la joven
Belén, persona de fe, implicada en la asociación Provida; no sabía qué le había
llevado ese día a entrar en el Convento. Se acercó al altar y mirando al
Sagrario, preguntó: ¿Qué hago aquí Señor?
Pronto
recibiría la respuesta, vio que llegaban personas (los adoradores), que se
arrodillaban al pasar frente al Sagrario, cruzaban la Iglesia y accedían por
una puerta al patio interior. Supo que eran adoradores nocturnos del Santísimo
Sacramento, que se disponían a participar de la Vigilia mensual. Belén encontró
sentido a su asistencia a la Iglesia Conventual, sin dudarlo entró en el
locutorio donde se reúnen los adoradores. Obviamente, la recibieron con la
alegría que todo cristiano recibe a un hermano en el Señor. Belén quería saber
y supo que el tercer sábado de cada mes, la Sección de Adoración Nocturna de
Alcalá de Guadaíra celebra una vigilia para adorar a Jesús Sacramentado, y
Belén se quedó, participó, oró, reflexionó, gozó espiritualmente. Durante la
vigilia pudo escuchar a Jesús, que nos habla, revitalizó con la oración en
comunidad su vida espiritual, supo que adorar a Cristo Eucaristía, comprender
su Existencia Sacrificial y Resurrección, asumirlo en nuestra forma de vida y
pregonarlo, es el soporte de la obra evangelizadora de la Iglesia, y reparó con
sus oraciones las injusticias y desórdenes de esta sociedad.
En
definitiva, Belén acudió a la LLAMADA del Señor, disfrutó del ENCUENTRO con
Jesús Sacramentado, y llenó su existencia de EMOCIONES. Porque, no es Jesús
quien necesita de nosotros, sino nosotros los que necesitamos de él. Cierto que
en la oración se gloría al Señor, pero con nuestras oraciones, con nuestras
obras de caridad, con nuestra vida evangelizadora, somos nosotros quienes
gozamos y crecemos espiritualmente.
A las 19:30,
los adoradores se unieron a la Santa Misa de la Comunidad, que oficiaría el
Rvdo. Padre Salesiano D. Valentín Fuentes Calvo. Tanto en la Lectura del primer
libro de Samuel, como en la lectura del Santo Evangelio según San Juan, hay un
paralelismo con lo ocurrido a Belén. Llevamos tiempo siguiendo a Jesús, pero
como aún no nos ha revelado su Palabra, no sabemos quién nos llama, hasta que
como a Samuel, Elí nos dice “Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde:
Habla, Señor, que tu siervo te escucha”. El Evangelio de este día se centra
precisamente en el encuentro con Jesús. Descubrimos que Jesús se cruzó en
nuestro camino y decidimos seguirle. Él nos dijo: “Venid y veréis”, y en eso
estamos los adoradores, haciéndonos con una experiencia de encuentro con Jesús
para ser cristianos.
Como nos
indica nuestro párroco, el Padre Manuel María Roldán Roses, en primer lugar,
debemos aprender a distinguir la Palabra de Dios de las palabras humanas.
Segundo, debemos vivir en la escucha atenta y comprometida de su palabra,
respondiendo siempre: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y tercero, debemos
estar siempre despiertos para descubrir qué, cómo, dónde, cuándo y a través de
quién… nos habla Dios.
Al finalizar
la Misa, el Sacerdote realizó la Exposición del Santísimo, mientras la
Comunidad de Hermanas Clarisas y los adoradores cantaban Pange Lingua,
realizaron la Estación Mayor a Jesús
Sacramentado, que finalizó con el
conocido himno eucarístico “Cantemos al Amor de los Amores”, y continuaron con la
vigilia, para la cual se siguió el esquema correspondiente al Domingo II del
Tiempo Ordinario.
Antes de
comenzar el rezo de VÍSPERAS, los adoradores se distribuyeron a ambos lados de
la Iglesia, de forma equilibrada, para realizar adecuadamente, a dos coros, los
recitativos y descubrieron con gozo que el Señor había llamado a dos nuevas
adoradoras: Sor Rosario y Sor Araceli, Misioneras de Acción parroquial, Congregación recientemente implantada en Alcalá,
concretamente en la Parroquia de San Agustín. Ambas participaron plenamente de
la vigilia, como lo hicieron en la vigilia del mes de diciembre, Sor Reyes y
Sor María Luisa, Hijas de la Caridad, en este Año de la Vida Consagrada.
En el rezo de
VÍSPERAS se realizó de pie la invocación inicial y el HIMNO “NOS DIJERON DE
NOCHE QUE ESTABAS MUERTO”, y sentados, la SALMODIA, que incluyó los Salmos,
recitados a dos coros alternativamente, “HIMNO A LA LEY DIVINA” y “EL SEÑOR ES
EL LOTE DE MI HEREDAD”. Con las Antífonas “Lámpara es tu palabra para mis
pasos, Señor. Aleluya”, “Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya”, con
las correspondientes pausas para reflexionar.
Se continuó
con el Cántico: CRISTO SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL, con la Antífona:
“Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya”,
Tras la lectura y responsorio breve, se realizó de pie el CÁNTICO EVANGÉLICO,
con la Antífona: “¡Qué bueno es, Señor, tu espíritu! Para demostrar a tus hijos
tu ternura, les has dado un pan delicioso bajado del cielo, que colma de bienes
a los hambrientos, y deja vacíos a los ricos hastiados.” Y el Magníficat,
recitado por todos “ALEGRÍA DEL ALMA DEL SEÑOR”.
Tras las
preces, se terminó con la oración que Cristo nos enseñó, tras la cual, el
presidente de la Sección Adoradora, realizó la oración y conclusión. Se cerró esta parte con el cántico “Alabado sea
el Santísimo”.
Se hizo el
silencio, y tras estos gozosos momentos, los adoradores recitaron, lentamente,
de rodillas, la ORACIÓN DE PRESENTACIÓN DE ADORADORES, escogiéndose la que se
detalla a continuación:
Creemos, Señor, que estás
realmente presente en la Eucaristía, y te adoramos, Jesucristo, Dios y Hombre.
Y porque deseamos expresarte
nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor y nuestro deseo de permanecer
siempre contigo, venimos, Señor, a tu
presencia. Sintiendo la responsabilidad de prolongar en estas horas de la
noche la alabanza que te canta toda la creación, venimos, Señor, a tu presencia.
Para velar contigo esta noche,
uniéndonos a tu oración y a tu adoración al Padre, uniéndonos a tu inmolación
por toda la humanidad, venimos, Señor a
tu presencia.
Responsables y representantes de
la Iglesia que ora, trabaja, ama, sufre, venimos,
Señor a tu presencia.
Para llenarnos de ti, para ser
luego signo de tu presencia y de tu Amor, venimos,
Señor, a tu presencia.
Deseamos, Señor, fortalecernos con
el Pan de Vida para estar siempre disponibles, en actitud de servicio, en
entrega constante a ti, a la Iglesia, a los hermanos… Y por eso, venimos, Señor a tu presencia.
Con nosotros oran también, la
Virgen Santa María, a la que nos diste desde el árbol de tu Santa y Vera Cruz,
como Madre de la Iglesia y Madre Nuestra, y que es para nosotros Consolación y
Gracia, Reina de los Ángeles; su esposo San José, San Pascual Bailón, Santa
Teresa de Jesús, Santa Clara y San Francisco de Asís, todos los coros angélicos
y los adoradores que nos han precedido y están contigo en el cielo. Por su
intercesión y la fe de tu Iglesia nos dirigimos a Ti, Jesucristo Señor nuestro,
que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
En ese
momento comenzó la VIGILIA NOCTURNA, realizándose de pie el Invitatorio con el
Salmo “ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO” y la Antífona “Pueblo del Señor,
rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya.”
En el TURNO
DE VELA, se recitó de pie, conjuntamente por todos, el himno “LA NOCHE NO
INTERRUMPE TU HISTORIA CON EL HOMBRE”, y sentados, la SALMODIA a dos coros
alternativamente, que incluyó el Salmo 103 I, II y III “HIMNO AL DIOS CREADOR”,
con las Antífonas: “Señor, Dios mío, te
vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.”; “El
Señor saca pan de los campos, y vino para alegrar el corazón del hombre.
Aleluya.” y “Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya”.
A
continuación, se procedió al OFICIO DE LECTURA, realizando un adorador desde el
ambón la Primera Lectura: De la segunda
carta del apóstol San Pablo a los Corintios. Realizado el responsorio, Sor
Rosario realizó la Segunda Lectura: De
la exhortación apostólica del Papa Beato Pablo VI “Evangelii nuntiandi”, que
merece especialmente que la leamos lentamente y reflexionemos sobre ella. Por
eso, se reproduce aquí su contenido:
Quienes acogen con sinceridad la
Buena Nueva, mediante tal acogida y la participación en la fe, se reúnen, pues,
en el nombre de Jesús para buscar juntos el reino, construirlo, vivirlo. Ellos
constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los
Doce: “Id y proclamad la Buena Nueva”, vale también, aunque de manera diversa,
para todos los cristianos. Por esto Pedro los define “pueblo adquirido para
pregonar las excelencias del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
Estas son las maravillas que cada uno ha podido escuchar en su propia lengua.
Por lo demás, la Buena Nueva del reino que llega y que ya ha comenzado, es para
todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que
están reunidos en la comunidad de salvación pueden y deben comunicarla y
difundirla.
La Iglesia lo sabe. Ella tiene
viva conciencia de que las palabras del Salvador: “Es preciso que se anuncie
también el reino de Dios en otras
ciudades”, se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella
añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: “Porque, si evangelizo, no es para
mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no
evangelizara”. Con gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la
Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: “Nosotros queremos
confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres
constituye la misión esencial de la Iglesia”; una tarea y misión que los
cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes.
Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su
identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y
enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios,
perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y
resurrección gloriosa.
[…] –Nacida, por consiguiente, de
la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez enviada por Él. La Iglesia
permanece en el mundo hasta que el Señor de la gloria vuelva al Padre.
Permanece como un signo, opaco y luminoso al mismo tiempo, de una nueva presencia de Jesucristo, de su partida
y de su permanencia. Ella lo prolonga y lo continúa. Ahora bien, es ante todo
su misión y su condición de evangelizador lo que ella está llamada a continuar…
Porque la comunidad de los cristianos no está nunca cerrada en sí misma.
En ella, la vida íntima –la vida
de oración, la escucha de la Palabra y de las enseñanzas de los Apóstoles, la
caridad fraterna vivida, el pan compartido- no tiene pleno sentido más que
cuando se convierte en testimonio, provoca la admiración y la conversión, se
hace predicación y anuncio de la Buena Nueva. Es así como la Iglesia recibe la
misión de evangelizar y como la actividad de cada miembro constituye algo
importante para el conjunto.
[…] Existe, por tanto, un nexo
íntimo entre Cristo, la Iglesia y la evangelización. Mientras dure este tiempo
de la Iglesia, es ella la que tiene a su cargo la tarea de evangelizar. Una
tarea que no se cumple sin ella, ni mucho menos contra ella.
En verdad, es conveniente recordar
esto en un momento como el actual, en que no sin dolor podemos encontrar
personas, que queremos juzgar bien intencionadas, pero que, en realidad, están
desorientadas en su espíritu, las cuales van repitiendo que su aspiración es
amar a Cristo pero sin la Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la Iglesia,
estar en Cristo pero al margen de la Iglesia. Lo absurdo de esta dicotomía se
muestra con toda claridad en estas palabras del Evangelio: “el que a vosotros
desecha, a mí me desecha”. ¿Cómo va a ser posible amar a Cristo sin amar a la
Iglesia, siendo así que el más hermoso testimonio dado en favor de Cristo es el
de San Pablo: “amó a la Iglesia y se
entregó por ella”?
Tras el
responsorio, se recitó el HIMNO TE DEUM, y tras él, la ORACIÓN y CONCLUSIÓN. Se
continuó con 30 minutos de rigurosísimo silencio, para la ORACIÓN PERSONAL.
En presencia
de la Imagen de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia del
Género Humano, Titular letífica de la Sección Adoradora, se continuó con el
rezo del SANTO ROSARIO, cuyos misterios,
nunca mejor dicho, fueron gozosos, y
se fueron intercalando, con los actos de fe, humildad, dolor, esperanza, amor y
deseo, del canto: ¡OH, BUEN JESÚS!.
¡Qué bien suenan las Letanías de la Santísima Virgen en presencia del
Santísimo Sacramento! Cobra plenitud la oración:“Te rogamos, Señor, nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de
perpetua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la
bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y
disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor. Amén.” Y se cantó la bella composición “Salve Madre”. Se pidió también por las intenciones de
S.S. el papa para el mes de enero, que son: Universal: Por la paz. Para que quienes pertenecen a tradiciones religiosas diversas y todos los
hombres de buena voluntad colaboren en la promoción de la paz. Por la
evangelización: Por la
Vida Consagrada. Para que en este año dedicado a la vida consagrada, los religiosos y las
religiosas redescubran la alegría de seguir a Cristo y se dediquen con celo al
servicio de los pobres.
En Unión de
la Comunidad de Hermanas Clarisas se realizaron las PRECES EXPIATORIAS y, de
pie, el rezo de COMPLETAS, actuando de hebdomadaria la Rvda. Madre
Abadesa, Sor María del Águila, con EXAMEN DE CONCIENCIA, el HIMNO “CONFIANZA EN
DIOS” y la SALMODIA, recitándose a dos coros, alternativamente, el Salmo 4, ACCIÓN
DE GRACIAS “El Señor hizo maravillas al resucitar a Jesucristo de entre los
muertos.”, con la Antífona “Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.”; el
Salmo 133, ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO “Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.”, con la Antífona “Durante la noche,
bendecid al Señor.” Actuaron como primera y segunda cantora, respectivamente,
Sor Mª Eucaristía y Sor Estela Maris.
Tras la
LECTURA y el RESPONSORIO BREVE, en las que actuó de monitora Sor Isabel, se realizó
el CANTO EVANGÉLICO “Cristo, luz de las naciones y gloria de Israel”, con la
Antífona “Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.”
Tras realizar
la Madre Abadesa la ORACIÓN CONCLUSIVA, todos recitaron la Antífona
final a la Santísima Virgen María, en este caso la Salve
A las 22:30
horas, se cantó el Tantum Ergo, de rodillas, cantando la oración Sor Ana,
tras la cual se recitaron las tradicionales alabanzas. Después, mientras
la Rvda. Madre Abadesa, procedía a la Reserva de Su Divina Majestad, se entonó
el bello himno “De rodillas, Señor, ante el Sagrario”.
Los adoradores y la Comunidad de Hermanas
Clarisas, se retiraron llenos de paz y gozo espiritual.
Hasta que se
reciba el nuevo tema de reflexión que mensualmente plantea el Consejo
Diocesano, los adoradores de la Archidiócesis Hispalense, seguirán
reflexionando sobre la bienaventuranza: Bienaventurados
los que sufren persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos. En ella se contempla el padecimiento de los perseguidos por el testimonio
que dan de la Fe en Cristo. Considerándose las siguientes conclusiones: 1) Ante
la persecución que sufre la Iglesia en tantos lugares del mundo, debemos
afianzarnos en la Fe y rezar por la conversión de los perseguidores. 2) En
nuestros trabajos, debemos negarnos a hacer cosas contrarias a la ley de Dios,
porque nuestras actuaciones puedan acarrearnos algún perjuicio. 3) Debemos dar
testimonio de nuestra Fe en las conversaciones con nuestros amigos, sin temor a
hablar de Cristo, de la Iglesia, de los Sacramentos.
La Sección
Adoradora de Alcalá de Guadaíra, de la que es presidente honorario SER Fray
Carlos Amigo Vallejo (Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla), tiene siempre
presente su misión evangelizadora, que resume en los siguientes puntos clave:
— Que nuestra oración personal no sea
solitaria, sino solidaria, inserta en toda la comunidad.
— Que nuestra
oración comunitaria, alimentada con la Palabra y con el Pan compartido, se
realice en el testimonio cristiano de nuestras vidas.
— Que la noche no se quede sólo en la noche,
sino que invada todo el día y toda la vida.
— Que nuestra
oración no sea solamente "rezar", sino "convertirse"; para
que nuestra expresión salga del interior.
— Que la
Adoración no sea sólo un acto que forma una piedad concreta, sino que esté
dentro de todo el misterio eucarístico.
— Que esa
lejanía de Dios que nos hace postrarnos ante Él no nos haga olvidar al Dios
cercano, que se ha hecho Hombre, que es nuestro Hermano, que ora al Padre junto
con nosotros y nosotros con El.
— Que el
desagravio no se entienda como un sentirnos justos frente a los demás
pecadores, sino solidarios y responsables con las miserias de toda la
humanidad.
— Que la
Adoración Nocturna no sea sólo para nosotros, sino algo abierto a todos
aquellos que quieran adorar al Señor, incorporados o no a ella.
— Que
aspiremos a ser como María: eficaces para la salvación, sin espectacularidad.
— Que nos
sintamos orgullosos de ser cristianos y de ser adoradores nocturnos de Jesús
Sacramentado, pregonándolo, no ya porque llevemos nuestra insignia, sino por
nuestra forma de proceder. Como se indica en Eucharisticum Mysterium, núm. 13 y
Cfr. Gaudium et Spes, núm. 43: "Los
fieles deben mantener en sus costumbres y en su vida lo que han recibido en la
celebración eucarística por la fe y el Sacramento. Procurarán, pues, que su
vida discurra con alegría en la fortaleza de ese alimento, participando en la
Muerte y en la Resurrección del Señor. Así..., cada uno sea solicito en hacer
buenas obras..., trabajando para impregnar al mundo del espíritu cristiano y
también constituyéndose en testigo de Cristo, en toda circunstancia y en el
corazón mismo de la convivencia humana."
Redacción y fotografías: N.H.A.D. Francisco Burgos Becerra.